La joven cubana Gladys Pérez aún recuerda el nacimiento de su pequeño Darién hace dos años, que no ocurrió en un hospital ni contó con la asistencia de médicos. Fue la selva panameña la que recibió al bebé.
De ahí que debe su nombre al entorno del alumbramiento en la temible selva que sirve de frontera natural entre Colombia y Panamá.
El 14 de abril último, el pequeño arribó a sus dos años de vida y junto a sus padres aún permanece en uno de los sitios que son escala obligada en la migración irregular hacia la frontera norte y que la familia pidió no mencionar.
Joven valerosa, Gladys con ocho meses de embarazo salió desde Trinidad y Tobago a cubrir el conocido trayecto de la Ruta del Migrante. La acompañaron su esposo y su hijo de dos años.
Tras cinco días de camino por la inhóspita jungla, llegó a Caná, en Membrillo, en el Darién panameño. Y como el parto no es selectivo, en la choza de una indígena dio a luz. Bárbara, una enfermera cubana la asistió en el parto. Madre e hijo sobrevivieron a múltiples peligros.
Fue prueba de fortaleza y resistencia de mujer. A juzgar por los indígenas, la selva posee una energía saludable y el niño nacido en la jungla tiene mucha energía.
Hoy con dos años, Darién explora su propio mundo, crece sano y de forma regular. Radio/ Televisión Martí llegó hasta su lugar de residencia y obtuvo imágenes exclusivas de Darién y declaraciones de su mamá.