Daína Chaviano y las infinitas posibilidades

Daína Chaviano junto a varios de sus libros. (Foto de perfil de Facebook)

Todavía con la resaca por los horarios trastocados y el éxito de su nueva novela, Los Hijos de la Diosa Huracán (Ediciones Penguin Random House) presentada en la Feria Internacional del Libro de Madrid, España, la reconocida escritora Daína Chaviano, nacida en La Habana, Cuba, en 1957 y radicada en Miami, Florida, desde 1991, accede a responder seis preguntas para nuestra sección, Dile que pienso en Ella…

P: ¿Cuál fue el detonante que te impulsó a marcharte de Cuba?

R: Más bien se trató de una cadena de sucesos. Todo comenzó con los actos de repudio que ocurrieron en 1980, cuando yo tenía 23 años. Estuve en shock durante un buen tiempo, porque no lograba encajar lo que me habían estado repitiendo en la escuela, desde la niñez, con las escenas dantescas que estaba viendo.

A partir de entonces, se me hizo cada vez más difícil lidiar con el entorno. Incluso mi propia literatura se fue revistiendo de capas que ocultaban lo que quería decir. Mis dos últimos libros (Fábulas de una abuela extraterrestre y El abrevadero de los dinosaurios) fueron escritos sobre una cuerda floja.

En el primero, la aventura giraba en torno a las “fronteras transdimensionales” que se habían cerrado para los habitantes de un mundo —lo cual les impedía trasladarse en el tiempo y el espacio, como habían hecho desde la antigüedad— junto con la supuesta amenaza de un enemigo al que nadie había visto nunca, y que al final ni siquiera resultó serlo.

Daína Chaviano junto a su nueva novela.

Por otro lado, el segundo libro fue mi reacción a un discurso donde volvía a condenarse a todo el que pensara o actuara de manera diferente a la establecida, y donde se alababa la intolerancia como una virtud.

Me di cuenta de que no podía seguir escribiendo en clave el resto de mis días. Y tampoco quería callar lo que pensaba. Por eso decidí irme.

P: ¿Qué esperabas encontrar del “otro lado”?

R: Nada en concreto, excepto la posibilidad de no tener que lidiar con un ambiente que me asfixiaba. La verdad es que nunca me detuve a pensar en qué me esperaba lejos de mi país. Solo me preocupaba dejar atrás mi familia y mis amigos.

P: ¿Qué encontraste?

R: Otro universo. Una nueva vida con códigos y opciones tan diferentes a los que había conocido que tuve que empezar desde cero.

P: ¿Qué has aprendido durante el proceso?

R: Que uno puede tener varias existencias en una misma vida. Que es posible comenzar de nuevo y alcanzar en otro lugar lo que jamás hubiera podido conseguir en el sitio donde nació. Que el mundo es ancho y que atarse a un rincón, a un lugar, a un momento, es la mejor manera de enterrarse prematuramente. Y que «atreverse» es un acto que puede llevarte a metas “karmáticas” que de otro modo jamás habrías conseguido.

P: ¿Qué es para ti La libertad?

R: La posibilidad de conocer y explorar sin límites.

P: En estos momentos de tu vida y tu carrera, ¿qué es para ti la Patria? ¿Piensas a menudo en “Ella”?

R: Depende de lo que uno entienda por Patria. La mayoría de las personas piensa en la Patria como el sitio en que nació. Y sin duda esa es una de sus acepciones. Pero la Patria también puede ser el planeta donde nacimos. Y a veces, un poco, el país donde uno vive la segunda mitad de la vida. Así es que mis sentimientos hacia la Patria saltan de un sitio a otro.

Es cierto que a veces pienso en la isla donde nací, pero ese paisaje de mi infancia y juventud ya no existe. Es solo un fantasma del pasado. Quizás por eso prefiero soñarlo e imaginarlo en mis libros, reconstruyendo su pasado e imaginando su futuro como he estado haciendo en mis últimas novelas.

Más que en la Patria, pienso en las personas que aún viven en esa isla, en las que habitan y conviven conmigo en el país que me ha acogido, en las que se desplazan por todo el planeta en busca de opciones que no tienen en sus respectivas patrias. Pienso en todas las personas que habitan en la Patria común, en este planeta, el único que nos ha albergado desde hace milenios, en las cosas terribles que le hemos estado haciendo como pago por habernos parido, acogido y alimentado… Y el dolor que siento es el mismo en todos los casos.