El uso indebido de la posición de poder para obtener beneficios no merecidos gana terreno al interior de la academia cubana, de acuerdo con las consideraciones del Observatorio de Libertad Académica (OLA) publicadas esta semana.
La obtención por dirigentes políticos de títulos científicos para los que no están calificados, ha sido una maniobra recurrente del poder en Cuba que carcome la legitimidad de los grados otorgados y el prestigio de la academia.
“Esta realidad se contrapone a los procesos de expulsión de numerosos académicos. Por ejemplo, yo fui expulsado de un programa doctoral sin elementos, algunos atendiendo a razones políticas. Pero también hay que ver el rol de complicidad de las instituciones como la Academia de Ciencias o el propio Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio ambiente”, indicó a Martí Noticias el Máster en Estudios interdisciplinarios sobre América Latina y el Caribe, Leonardo Fernández Otaño, investigador del OLA.
En su texto, la entidad independiente ejemplificó sus afirmaciones con la reiterada asistencia de Lis Cuesta, la esposa del gobernante Miguel Díaz Canel, a foros científicos, cuando su selección “no obedece a una pericia profesional comprobada, sino que está relacionada con el tráfico de influencias que, durante años, ha propiciado la academia cubana”.
“Desde su función de primera dama, Lis Cuesta ha accedido a las más altas titulaciones académicas de la red científica cubana. Esto implica la emisión de un doctorado, así como el otorgamiento de la condición de Mujer de ciencia”, destacó el investigador.
“Tenemos que señalar que no es un proceso natural de crecimiento científico, sino es un proceso amparado por el poder, donde Lis Cuesta ha defendido una tesis doctoral de dudosa calidad científica. No hemos conocido artículos firmados por ella, sino que participa en una decena de artículos conjuntos, y a lo que se debe sumar la ausencia, por ejemplo, no contrastada del examen de inglés”, agregó.
Cuesta se conviertió en Doctora en Ciencias en diciembre de 2022, de acuerdo con un post en Facebook de su esposo: "Hoy ella, Lis Cuesta, defendió su tesis doctoral: "Modelo pedagógico para exportación de servicios académicos en la agencia Paradiso". Hoy la sentí más cerca que siempre. Todo nos une. También la pasión por la Ciencia", escribió entonces el gobernante Díaz-Canel.
El delito de tráfico de influencias se castiga en el Código Penal cubano con sanciones de tres a ocho años. Si el delito lo comete un funcionario público, con abuso de sus funciones, la pena es de privación de libertad de siete a quince años.
“Hacemos un llamado a la dignidad intelectual del gremio ante una impostación que denigra a la comunidad de estudiosos de las ciencias humanísticas”, dijo la institución independiente en su comunicado que alude a la participación de Cuesta en el I Simposio de Deporte, Medio Ambiente y Sociedad, auspiciado por el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), que se celebró en Varadero del 18 al 21 de septiembre.
“La situación realmente es insostenible, más cuando en el país hay mujeres académicas como la doctora Alina Bárbara López Hernández, o la profesora Jenny Pantoja que son sometidas, constantemente, al hostigamiento. O sea que para unos si hay para desarrollar una carrera científica confusa, mientras otros lo que reciben es el ostracismo y la represión”, puntualizó Fernández Otaño.
Cuesta acudió al cónclave como especialista, para disertar sobre el potencial de la exportación de servicios académicos en el área deportiva con la ponencia “La inclusión social, un principio de la exportación de los servicios académicos desde Cuba”.
En su alocución, se pone de relieve, “el apego al discurso oficialista, dando cuenta del distanciamiento respecto a un interés científico genuino”. Lo que hace más notoria la reinvención de su debilitada imagen en el “referente colectivo”, tras reiterados dislates lingüísticos y comunicacionales no admisibles en la posición que ocupa”, enfatizó el Observatorio de Libertad Académica.
“Todo esto hace parte de la reedición de esta maniobra gubernamental que ahora busca legitimar científicamente a sus mandos, a falta de una trayectoria histórica que respalde su inclusión en los círculos de poder”, recalca el Observatorio.
En este sentido, el escritor y periodista Julio Aleaga Pesant advirtió, en conversación con nuestro medio, que “la degradación de la academia cubana tiene varios niveles. Tiene un momento cumbre que es a principios de este siglo XXI, con la municipalización de la universidad promovida por Fidel Castro, pero el caso específico al que se refiere el Observatorio de Libertad Académica, el de Lis Cuesta, es evidente que no tiene nivel académico para ser doctora. Se sabe que, ni siquiera, habla inglés. No tiene un currículum de investigaciones a su nombre, o sea, las investigaciones las tiene hechas con otras personas. Su capacidad discursiva, tampoco permite ubicarla en el plano académico”.
La concesión de grados científicos a figuras del enclave político en los altos centros de estudio de la Isla ha sido criticada por intelectuales por ser parte de una estrategia para legitimar al régimen.
“Pienso que es parte de esta ola que salió cuando Díaz Canel discutió su tesis doctoral, Alejandro Gil, el tronado ministro de economía, hizo una tesis doctoral y hasta Esteban Lazo recibió un doctorado Honoris Causa, la vergüenza más grande de la academia cubana”, apuntó Aleaga.
“Esto, aparte de que se podría considerar como un tráfico de influencias tiene que ver, además, con que el Partido Comunista se ha posicionado en la materia académica para la lucha por el poder que tiene con GAESA (Grupo de Administración Empresarial, SA), que controla la economía”, puntualizó el comunicador.