La dependencia cubana de la Unión Soviética

Cartel de solidaridad entre Castro y Jruschov

La Habana - Tras el fracaso en el intento de producir 10 millones de toneladas de azúcar en la zafra de 1970, que algunos especialistas consideraron como la última tentativa de la revolución cubana por seguir un camino propio, a Fidel Castro no le quedó otra salida que caer de bruces en la órbita de Moscú con tal de conservar su poder omnímodo.

En 1972 se firmaron los acuerdos para el ingreso de Cuba en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), organización que agrupaba a las naciones que integraban el bloque soviético. Un acercamiento a los países que construían el “socialismo real” que se afianzaría con la celebración del Primer Congreso del Partido Comunista en 1975.

En lo adelante Cuba se convirtió en la suministradora de azúcar, níquel, cítricos, pescados y mariscos a los integrantes del CAME, a cambio del petróleo, maquinarias, equipos e infinidad de mercaderías que esas naciones enviaban a la isla.

Sin embargo, el principal destino de las exportaciones cubanas, así como el gran suministrador a la isla sería indiscutiblemente la Unión Soviética, al extremo de que el intercambio con Moscú llegó a constituir el 70% del comercio exterior cubano. La economía de la isla quedó a merced de los créditos blandos, la ayuda técnica y los subsidios de precios con que el Kremlin decidió premiar a sus aliados caribeños. Un subsidio que, en lo fundamental, operaba de la siguiente manera: los soviéticos pagaban sus importaciones de azúcar y níquel cubanos a precios por encima de los del mercado mundial; en cambio, vendían el petróleo a la isla a precios inferiores a los del mercado mundial.

Leonid I. Brezhnev y Fidel Castro

Moscú llegó a enviar anualmente a La Habana 13 millones de toneladas de petróleo. Una cifra significativa que posibilitó una situación que pudiera resultar sorprendente para algunos: hacia 1986 la principal entrada de divisas para Cuba no fueron ni el azúcar ni el níquel, sino el petróleo ruso que ahorró y después reexportó al mercado internacional.

El nivel de dependencia cubana se apreció nítidamente hacia el inicio de los años 90, cuando desapareció la Unión Soviética. De inmediato se perdían los créditos blandos, que en el lapso 1960-1990 alcanzaron los 65 mil millones de dólares; las inversiones soviéticas se paralizaron, y los técnicos de ese país abandonaron la isla; y los envíos de petróleo se redujeron a solo cuatro millones de toneladas al año.

El producto interno bruto (PIB) cubano cayó un 35%; disminuyeron las producciones de sus principales rubros exportables; la inflación pasó del 0,5% al 26%; las exportaciones descendieron un 80%, mientras que las importaciones decrecían un 75%, lo que provocó una aguda escasez de alimentos, combustibles, manufacturas e insumos de todo tipo.

Comenzaba para los cubanos el tristemente célebre Período Especial en Tiempo de Paz.