Desilusionados en Antilla ante llegada de crucero turístico

El barco crucero Louis Cristal.

"Los pobladores esperan hasta las 6 de la tarde, en que ya parte el barco, a ver qué le dan. Salen muchas madres con sus hijos a ver qué les regalan", afirmó Mildred Sánchez Infante.
Los residentes en la localidad nororiental de Antilla, en la provincia de Holguín, ven con desilusión la llegada cada miércoles de un crucero turístico al pequeño muelle. Esperaban interactuar con los turistas que bajan del barco, ofrecerles productos de souvenir e intercambiar con ellos, pero es otra la historia.

"Ha sido como un sueño, ven llegar a los extranjeros con la esperanza de que les regalen un dólar o venderles o que les regalen una pacotilla. Esta es la esperanza de la gente. Algunos bajan a tierra, y ya hay guaguas esperándolos para llevarlos hasta Birán o Guardalavaca, zonas que son realmente turísticas", afirma Mildred Sánchez Infante.

Cuba puso fin al programa de cruceros en 2005, ante las críticas del entonces gobernante cubano Fidel Castro, quien alegaba que la llegada masiva de turistas a los puertos traía basura a las ciudades y no contribuía al desarrollo de las mismas.

El buque Louis Cristal ha comenzado su periplo por las costas cubanas en dos sentidos; zarpa los lunes desde La Habana, y los viernes desde la caribeña Montego Bay, Jamacia, con escalas en Cienfuegos, Santiago de Cuba y la mencionada Antilla.

Sánchez Infante, que además es activista de derechos humanos y enfoca su trabajo en la comunidad, asegura: "los pobladores esperan hasta las 6 de la tarde, en que ya parte el barco, a ver qué le dan. Salen muchas madres con sus hijos a ver qué les regalan".

Mildred cree que la localidad ha dejado de interesar a los gobernantes de la nación y ha perdido todo el interés económico. "El puerto ha dejado de funcionar, existe una sola unidad, y han dejado solamente a 18 personas trabajando en él", concluyó.

Lo que tuvieron y lo que tienen

Héctor Ramón Forés se ha dedicado a llevar la historia de la pequeña localidad portuaria. En la década de los años 40 y 50 del pasado siglo sirvió para el embarque de azúcar y plátanos hacia los Estados Unidos como parte de la United Fruit Company y vio amarizar pequeños aviones en sus aguas, pero "es agua pasada", dice Forés.

"Esto (la llegada del crucero) es un indicador del grado de pobreza y humillación al que está sometido nuestro pueblo, que fue un pueblo próspero, lo único que verán es la miseria", y continúa "aquí se creó un aeropuerto de hidroaviones, accionado por la Panamerican Air y comenzaron los vuelos entre Antilla y los Estados Unidos", afirmó.

Héctor García también reside en la localidad y asegura que no ha visto el crucero debido a la fuerte presencia policial y al cerco que los mismos montan alrededor del barco. "El pueblo no tiene acceso directo al crucero, llegan temprano en la mañana y los reparten. La minoría queda ahí, pero aquí no hay ningún cambio", añade.

“Hay un aumento de seguridad porque creen que la gente les va caer arriba, pero no creo que el pueblo antillano que es bien humilde y aunque tenga muchas necesidades, haga eso. El ciudadano común no tiene acceso a estos turistas, porque los lugares que hay en este pueblo son muy pobres”, finalizó.


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Impresiones de antillanos sobre llegada de crucero turístico