Director cubano estrena a clásico contemporáneo en la escena de Miami

"La tectónica de los sentimientos", puesta en escena de Yoshvani Medina. En la imagen los actores Antonio Hernández y Suzette Silva.

El dramaturgo y director teatral cubano Yoshvani Medina estrena “La tectónica de los sentimientos”, una larga reflexión dramatúrgica escrita por franco-belga Éric-Emmanuel Schmitt.

En un ambiente caldeado por la incomprensión de sí mismos cinco personajes se enzarzan en la lucha por salir adelante con sus mentiras… a costa de todo.

Así el dramaturgo y director teatral cubano Yoshvani Medina ha resuelto traducir, adaptar y poner en las tablas del Miami de inicios de 2018 la obra “La tectónica de los sentimientos”, una larga reflexión dramatúrgica escrita por franco-belga Éric-Emmanuel Schmitt.

“La tectónica…” se estrenó el pasado 19 de noviembre en la acogedora sala Artefactus Teatro (proyecto que dirige Eddy Díaz Souza), en un apretado rincón del suroeste de Miami.

Un antecedente: en julio de 2012 Medina demostró con su obra “Probation” que estaba listo para desafiar el mundo teatral en Estados Unidos y llevó a cartelera en el Teatro Repertorio Español – circuito Off Broadway- de New York, una obra que se iba a los márgenes de la dicotomía entre los exiliados cubanos de una y otra generación.

El torbellino de vivir en el más desarrollado de los países capitalistas se interponía a la huida del sistema más totalitario y cerrado que se vive en todas las Américas. La rescritura de la tragedia de los exiliados cubanos que llegaron en 1959 y los que arribaron a las costas de Miami “ayer mismo” pareciera destinada a ser una obra cliché, pero el dramaturgo lo resolvió yendo a “las zonas grises de cada perspectiva”, como reseñó entonces Andy Webster para el influyente New York Times. Ahora, cinco años después, Medina sigue apuntando alto.

Un tsunami de emociones

“La tectónica…” es imparable. No hay contexto que restrinja la libertad creativa de un dramaturgo, de un escritor a secas: por eso tanto Schmitt como Medina se concentraron en un tema universal como el amor para dejar que la puja de cuatro mujeres y un hombre se redirigieran a asuntos nunca menores como la ambición personal, la inseguridad en las relaciones de pareja y en un plano difuso –al fondo de la trama- el latigazo de la conciencia, que pone fronteras a los deseos y las vanas aspiraciones para atravesar las distintas capas de la sociedad.

La obra -de una 1 hora y 40 minutos de duración- tiene un punto central de partida y retorno alrededor del matrimonio de Richard y Diane (ejecutivo y hombre de negocios él, senadora ella); los dos atenazados por la fuerza que va nivelando en cada espacio de caída de la historia, la suegra de éste, Doña Rosaura. La historia armada por Medina se fragmenta en el momento mismo en que aparecen dos prostitutas que serán el ‘veneno’ usado por la propia Diane para recuperar a su esposo, pero “otro golpe de dados” trazará los destinos finales de cada uno.

Ante el vacío del amor en pareja, Diane intenta a usar a Elina –joven, inteligente y bella- para un affair con su marido (¿Mente abierta? ¿Pareja abierta? ¿Hastío?). La empujará Marilyn: matrona, conocedora de la prostitución, ambiciosa y arrojada sin frenos con tal de salir de la esclavitud sexual a que las tienen sometidas.

Actores, no marionetas

Con estos aderezos Medina se hace de un elenco que si bien se le exige recomponerse desde una primera puesta, sí tiene paso firme en hacer creíble una trama dura y difícil en un apretado espacio como lo es un teatro de cámara.

Las actuaciones de Catalina Arenas como Diane y Antonio Hernández en el papel de Richard; Ivette Kellem, madre de Diane y suegra trepidante que recorre la puesta como una campanilla, avisando que el mundo de la actuación existe y está más vivo que nunca, y las hilarantes demostraciones de fuerza y dinamismo de Rocío D. Cándano Breijo en el papel de Elina y Suzette Silva interpretando a Marilyn –dos prostitutas decididas a salir de la trata sexual a que son sometidas, pero en el más festivo de los caminos y búsquedas personales.

El teatro es para acercarse a la gente, y desde inicios del XXI pretende sobrevivir por encima del empuje de los nuevos medios audiovisuales como las abaratadas producciones fílmicas, los reallity shows y la invasión de las series de todo género por el método de suscripción (Nextflix, HBO…). Solo apelando al origen mismo del teatro: ser más íntimo y creíble, y sorprender en los momentos cruciales de la trama, podrá emerger triunfante de esta revolución del entretenimiento en que se vive, y en donde la peor arma que le apunta es la banalización que el mercado hace enfermar a cada paso.

Creo que el mayor mérito que tiene la puesta en escena de Medina es que se torna maleable en las manos de ambos: desde el texto original del maestro Schmitt hasta la reconversión de las situaciones y lugares que la permiten ubicar lo mismo en una urbe como Miami –explícito en la puesta- como Tokio, París o una aldea amazónica. Hacia ahí va al Teatro, en esas manos se deja seducir, cuando lo fuerzan a rendirse a base de talento.

Quizás algunas soluciones teatrales las vaya encontrando en el camino, en cada puesta, para curar la obra definitivamente. Los actores van a ir amansando al potro salvaje que es un personaje cuando nos queda grande o estrecho y no se ha fijado al cuerpo de quien lo lleva aún, pero de manera general el espectáculo se salva de cualquier vicio o improvisación.

Yoshvani Medina está diplomado por el Conservatorio de Arte Dramático de París, escribe en español y francés y recibió con Probation el Gran Premio de Dramaturgia “Nuestras Voces”, 2010 en New York, concurso organizado por la compañía Repertorio Español, y patrocinado por la multinacional norteamericana MetLife. Actualmente dirige ArtSpoken, desde donde ejerce la docencia, dirige y escribe sus propias obras en Miami.

"La tectónica de los sentimientos" estará abierta al público hasta el 11 de febrero. Las funciones son cada viernes a las 8:30 pm y sábados y domingos a las 6:30 pm en Artefactus Teatro, ubicado en el 12303 SW 133 Ct, Miami. Teléfono: 786-704.5715​.