La tesis de que tras declararse comunista Castro fue amedrentado por Washington y obligado a aliarse a los soviéticos sigue siendo un tema del folklor político, según la revista Townhall.
Un artículo titulado “Quién perdió Cuba” que publica este viernes la página digital de la revista Townhall sostiene la tesis de que las autoridades estadounidenses en 1959 quitaron “la alfombra” bajo los pies del dictador Fulgencia Batista y con ello le abrieron las puertas del poder a Fidel Castro y al comunismo en la isla.
La publicación destaca que esa fue la denuncia hecha en la época por dos sucesivos embajadores de EE.UU. en La Habana y que dado que Fidel Castro estuvo a punto de llevar al mundo a una guerra nuclear y Cuba sigue siendo un estado que patrocina el terrorismo, el debate de cómo “se perdió” la isla merece atención.
El articulista, Humberto Fontova, recuerda que a fines de la década de 1950 dos embajadores republicanos en Cuba, Arthur Gardner y Earl T. Smith perdieron su trabajo por oponerse al criterio de sus “liberales” jefes en el Departamento de Estado al insistir en que la política oficial de Washington de ayudar a Castro “era estúpida”.
El 27 de agosto de 1960, durante audiencias en un subcomité del Senado sobre la amenaza comunista en el Caribe, precisa, los dos exembajadores testiticaron, y uno de ellos, Gardner, dijo creer “fuertemente” que el Departamento de Estado ayudó a Castro influido por los reportes en el New York Times del periodista Herbert Matthwes.
Por su parte, cuando en la audiencia se le preguntó a Smith qué agencias del gobierno de EE.UU. habían presionado para derrocar al gobierno de Batista, el exdiplomático afirmó: “Y diría que representantes de la mayoría de las agencias gubernamentales que tienen algo que ver con la embajada”.
Al inquirírsele si él había advertido al Departamento de Estado de que Castro era marxista, el embajador dijo: “Sí señor…También advertí al Presidente Batista que había espías (de Castro) en la embajada cubana en Washington”.
Smith declaró a los senadores que después de que Castro asumió el poder en la isla Washington fue muy diligente haciendo cumplir la llamada ley de neutralidad, arrestando a cubanos antiCastro, pero que cuando él era embajador en La Habana “parecía que teníamos un gran problema para hacer cumplir esas leyes de neutralidad”.
De acuerdo con las transcripciones de la audiencia reproducidas en el artículo, Smith atestiguó que en su propia embajada había funcionarios pro 26 de Julio y contra Batista.
“Yo diría que el jefe de la sección política, John Topping, y el jefe de la sección de la CIA—precisó—Se puso al descubierto que el segundo de la CIA en la embajada había dado aliento injustificado e indebido a los revolucionarios (de Castro)”.
Y en efecto, señala el artículo, el 7 de enero de 1959 marcó un hito en la historia de la diplomacia estadounidense: “Nunca antes el Departamento de Estado había concedido reconocimiento diplomático a un gobierno latinoamericano tan rápidamente como le dieron su bendición a Fidel Castro ese día”.
La publicación destaca que esa fue la denuncia hecha en la época por dos sucesivos embajadores de EE.UU. en La Habana y que dado que Fidel Castro estuvo a punto de llevar al mundo a una guerra nuclear y Cuba sigue siendo un estado que patrocina el terrorismo, el debate de cómo “se perdió” la isla merece atención.
El articulista, Humberto Fontova, recuerda que a fines de la década de 1950 dos embajadores republicanos en Cuba, Arthur Gardner y Earl T. Smith perdieron su trabajo por oponerse al criterio de sus “liberales” jefes en el Departamento de Estado al insistir en que la política oficial de Washington de ayudar a Castro “era estúpida”.
El 27 de agosto de 1960, durante audiencias en un subcomité del Senado sobre la amenaza comunista en el Caribe, precisa, los dos exembajadores testiticaron, y uno de ellos, Gardner, dijo creer “fuertemente” que el Departamento de Estado ayudó a Castro influido por los reportes en el New York Times del periodista Herbert Matthwes.
Por su parte, cuando en la audiencia se le preguntó a Smith qué agencias del gobierno de EE.UU. habían presionado para derrocar al gobierno de Batista, el exdiplomático afirmó: “Y diría que representantes de la mayoría de las agencias gubernamentales que tienen algo que ver con la embajada”.
Al inquirírsele si él había advertido al Departamento de Estado de que Castro era marxista, el embajador dijo: “Sí señor…También advertí al Presidente Batista que había espías (de Castro) en la embajada cubana en Washington”.
Smith declaró a los senadores que después de que Castro asumió el poder en la isla Washington fue muy diligente haciendo cumplir la llamada ley de neutralidad, arrestando a cubanos antiCastro, pero que cuando él era embajador en La Habana “parecía que teníamos un gran problema para hacer cumplir esas leyes de neutralidad”.
De acuerdo con las transcripciones de la audiencia reproducidas en el artículo, Smith atestiguó que en su propia embajada había funcionarios pro 26 de Julio y contra Batista.
“Yo diría que el jefe de la sección política, John Topping, y el jefe de la sección de la CIA—precisó—Se puso al descubierto que el segundo de la CIA en la embajada había dado aliento injustificado e indebido a los revolucionarios (de Castro)”.
Y en efecto, señala el artículo, el 7 de enero de 1959 marcó un hito en la historia de la diplomacia estadounidense: “Nunca antes el Departamento de Estado había concedido reconocimiento diplomático a un gobierno latinoamericano tan rápidamente como le dieron su bendición a Fidel Castro ese día”.