Mientras continúa la cuenta regresiva para que Raúl Castro se retire del poder en Cuba el próximo año, el cardenal cubano Jaime Ortega, emisario que involucró al Papa Francisco en el deshielo Cuba-Estados Unidos, ha confirmado que el hijo de Castro fue el representante enviado por su padre a las negociaciones secretas con el gobierno de Barack Obama.
Un despacho al respecto de la Agencia France Press señala que el coronel Alejandro Castro Espín, de 51 años, “es un poderoso funcionario que pasa prácticamente por desconocido en Cuba, pero la revelación de su papel en el acercamiento refuerza su imagen de cara al relevo de Raúl Castro en la presidencia en febrero de 2018”.
La confirmación la hizo Ortega el 16 de septiembre pasado en Nueva York, pero en un marco más discreto, mientras que ahora la revista católica cubana Espacio Laical dice que Ortega prepara un libro donde describe detalladamente aquel proceso y el papel por él desempeñado, y que ha compartido con la publicación las primicias de esa información, a partir de la conferencia que dictó en aquella fecha y lugar, en un evento organizado por la ONG Concordia.
El cardenal cubano admite que el Papa se involucró en el proceso por la petición que le hiciera a él el senador demócrata antiembargo Patrick Leahy en marzo del 2014, en vísperas de una visita de Obama a El Vaticano y cuando las conversaciones secretas todavía se centraban en la liberación en Cuba del subcontratista estadounidense Alan Gross y de tres espías cubanos de la Red Avispa condenados en 2001 en EE.UU. También asegura que La Habana pidió la intervención del mitrado.
El cardenal se regocija en el texto de haber transmitido a tiempo al Papa la carta que le enviara Leahy solicitando que intercediera con el Pontífice para que este mediara en el caso de los presos, y luego una carta de Francisco a cada uno de los presidentes, así como “también de conocer y transmitir a cada uno de ellos el mensaje que el otro le enviaba”.
Ortega dice que a su regreso a Cuba visitó “al presidente Raúl Castro para hacerle presente el mensaje del presidente Obama y su esperanza en la mejoría de relaciones entre los dos países antes del término de su mandato”.
“Después hubo silencio total y las conversaciones continuaron en Canadá con el Sr. Ricardo Zúñiga (asesor de Obama para América Latina) al frente de la delegación americana y el coronel Alejandro Castro Espín al frente de la delegación cubana, hasta que el acuerdo se firmara en el Vaticano por representantes de los dos gobiernos ante el Secretario de Estado de la Santa Sede. En esa ocasión acordaron que se haría público y efectivo el día 17 de diciembre de 2014, fiesta de cumpleaños del papa Francisco”.
Ya en abril de 2016 el Diario Las Américas había publicado una nota donde se afirmaba el rol principal que jugó Alejandro Castro en esta negociación.
Entonces el periodista Rui Ferreira, citando a dos fuentes en el gobierno y una en la prensa oficial, aseguraba que el primogénito de Castro fue el único interlocutor por Cuba.
Aunque su cargo formal es de "asesor", Castro Espín controla la poderosa Comisión de Defensa y Seguridad Nacional, una entidad supervisora de los organismos centrales que responde al Presidente del Consejo de Estado.
Castro Espín ha aparecido junto a su padre en todos los encuentros de éste con Obama desde la Cumbre de las Américas en Panamá, en abril de 2015; estuvo en la reunión que sostuvieron en Nueva York al margen de la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2015, y acompañó al General en la bienvenida a Obama en el Palacio de la Revolución de La Habana en marzo de 2016.
La idea de involucrar al Papa
Los autores del libro Diplomacia encubierta con Cuba, William Leogrande y Peter Kornbluh, han explicado, en un artículo publicado por Mother Jones, que la idea de involucrar al Papa fue del senador demócrata por Illinois Dick Durbin, uno de los miembros del Congreso interesados en dar a Obama el capital político para avanzar hacia el deshielo con Cuba.
Precisan que el razonamiento se basaba en que como primer pontífice de América Latina, Francisco conocía bien a Cuba. Además, después de acompañar al Papa Juan Pablo II en su visita a la isla en 1998, Francisco, entonces arzobispo asistente de Buenos Aires, había escrito un pequeño libro sobre el viaje, “Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro”. Y el Vaticano tenía credibilidad con La Habana debido a su constante oposición al embargo.
[Con información de AFP]