Cuba fue, hasta los años 60, el país con más campeones mundiales de boxeo profesional, después de Estados Unidos.
Desde que Eligio Sardiñas, Kid Chocolate, conquistó la corona superpluma en 1931, otros compatriotas se encumbraron a lo más alto del pugilismo rentado, como Kid Gavilán (Gerardo González), Luis Manuel Rodríguez, José “Mantequilla” Nápoles, Benny “Kid” Paret, José Legrá y Ultiminio Ramos.
Sin embargo, sus conquistas fueron anuladas por la prensa oficialista del régimen, por tratarse de hombres que decidieron seguir sus carreras profesionales fuera de la isla.
Sólo Kid Chocolate fue reconocido por los medios castristas, porque decidió quedarse en Cuba hasta el día de su muerte, en 1988.
De los demás, el único que alguna vez fue mencionado fue Paret, pero sólo para resaltar su muerte, por la paliza que recibió a manos de Emile Griffin, y usarlo como propaganda en contra del pugilismo rentado.
Lo mismo ocurrió luego con otros boxeadores que después de haber participado en certámenes internacionales amateurs, como Juegos Olímpicos, optaron por escapar en busca de un mejor futuro.
Los cubanos dentro de la isla se quedaron, en su mayoría, sin disfrutar los triunfos de Joel Casamayor, Diosbelys Hurtado, Jorge Luis González, Juan Carlos Gómez, Erislandy Lara, Yuriorkis Gamboa, Guillermo Rigondeaux, Yordenis Ugás o Robeisy Ramírez, por sólo mencionar a un grupo de hombres libres que labraron su destino por sí solos.
Entretanto, la dictadura promovía el pugilismo amateur con fines propagandísticos, por la cantidad de medallas que le aportaba en Juegos Olímpicos, Panamericanos, Centroamericanos y del Caribe, que sirvieron para mostrar la supuesta superioridad del sistema comunista, tal como hacían la Unión Soviética y sus satélites de Europa del Este.
Y de la misma manera en que los cubanos se perdieron las hazañas de sus boxeadores profesionales, el pugilismo rentado se perdió la oportunidad de ver cuán lejos pudieron haber llegado innegables talentos como Teófilo Stevenson, Emilio Correa, Adolfo Horta o Félix Savón, entre tantos laureados en las contiendas aficionadas.