El horror de las prisiones preventivas en Corea del Norte

Imagen de Human Rights Watch, la cual refleja la experiencia personal del ilustrador, Choi Seong Guk.

El sistema de prisión preventiva de Corea del Norte es arbitrario y no observa en absoluto las garantías del debido proceso legal, señaló Human Rights Watch (HRW) en un informe.

Varias personas que estuvieron detenidas describieron torturas sistemáticas, condiciones peligrosas y antihigiénicas y trabajo forzado no remunerado.

El informe de 88 páginas, “Valíamos menos que un animal: Abusos y violaciones del debido proceso durante la detención preventiva en Corea del Norte”, presenta una descripción única y detallada de la opacidad que caracteriza al sistema de justicia penal del país. Pone de manifiesto el marco jurídico e institucional débil que existe en Corea del Norte y la naturaleza política de los tribunales y los organismos de aplicación de la ley en el régimen del Partido de los Trabajadores de Corea.

no había forma de saber qué les ocurriría una vez que eran arrestados, afirmaron no haber contado con acceso a un abogado independiente y que no existían vías para apelar a las autoridades por torturas o violaciones del código de procedimiento penal




“La detención preventiva y el sistema de investigación en Corea del Norte funcionan de manera arbitraria, violenta, cruel y degradante”, manifestó Brad Adams, director para Asia de HRW. “Los norcoreanos afirman vivir con el temor constante a quedar atrapados en un sistema en el que, por lo general, los procedimientos oficiales son irrelevantes, se presume la culpabilidad de las personas y la única forma de librarse de esto es con sobornos o contactos”.

Human Rights Watch entrevistó a ocho exfuncionarios públicos que huyeron del país y 22 personas norcoreanas —15 mujeres y 7 hombres— que estuvieron en centros de detención e interrogatorios (kuryujang) desde 2011, cuando el actual líder del país, Kim Jong Un, asumió el poder.

Varios exdetenidos dijeron que no había forma de saber qué les ocurriría una vez que eran arrestados, afirmaron no haber contado con acceso a un abogado independiente y que no existían vías para apelar a las autoridades por torturas o violaciones del código de procedimiento penal.

Cuando una persona enfrenta una investigación oficial, hay pocas posibilidades de evitar que se imponga una sentencia condenatoria de trabajo forzoso no remunerado durante un período breve o a largo plazo. Algunas mujeres detenidas indicaron haber sufrido acoso y agresiones sexuales, incluidas violaciones.

Varias personas que estuvieron detenidas contaron que eran obligadas a quedarse sentadas en el suelo sin moverse durante días, arrodilladas o con las piernas cruzadas, con los puños o las manos sobre el regazo, cabeza abajo y mirando al suelo. Si un detenido se movía, los guardias castigaban a esa persona u ordenaban castigos colectivos para todos los detenidos.

Cuatro exfuncionarios gubernamentales manifestaron que el Partido de los Trabajadores de Corea considera que las personas detenidas son seres humanos inferiores y, por ende, no merecedores de contacto visual directo con los agentes del orden. Se identifica a las personas detenidas con un número, en vez de por su nombre.

“Si nos movíamos, nos castigaban obligándonos a ponernos de pie y sentarnos, hacer flexiones o abdominales, o sujetándonos a los caños”, relató un exsoldado que se fue de Corea del Norte en 2017 tras ser detenido varias veces por contrabando y por intentar escapar a Corea del Sur.

"Algunos guardias nos hacían poner el rostro entre los barrotes o nos golpeaban los dedos a través de los barrotes con un palo o con su pistola", agregó. "Si estaban realmente enfadados, entraban a las celdas y nos daban una golpiza. Esto ocurría todos los días, en nuestras celdas o en las de otras personas; podíamos escuchar lo que ocurría, y hacían eso para que la tensión fuera constante… En algunas ocasiones estuve a punto de desistir de seguir vivo… Mientras estuve allí, desaparecieron más de 50 personas detenidas", dijo, refiriéndose al sistema de campamentos de presos políticos.

Las personas entrevistadas describieron condiciones de detención

Insalubres y antihigiénicas; escaso acceso a alimentos; celdas abarrotadas con poca superficie para poder dormir; pocas oportunidades de bañarse y falta de sábanas, prendas de vestir, jabón e insumos de higiene menstrual.

Exdetenidos y policías contaron que había personas detenidas infestadas de piojos, chinches y moscas. Muchos detenidos manifestaron que los guardias o las personas que los interrogaban a menudo permitían, tras exigir algún soborno, que familiares o amigos trajeran alimentos u otros artículos de primera necesidad tras concluir el interrogatorio.

El gobierno norcoreano debe poner fin a la tortura endémica y los tratos crueles, inhumanos y degradantes en centros de prisión preventiva y de interrogatorios, subrayó Human Rights Watch. Asimismo, dijo que el gobierno debería mejorar las condiciones nefastas de detención y encarcelamiento y asegurar que se respeten estándares básicos en materia de higiene, atención de la salud, nutrición, agua limpia, vestimenta, superficie mínima, iluminación y calefacción.

En 2014, una Comisión de Investigación de las Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en Corea del Norte concluyó que las gravísimas violaciones de derechos humanos con carácter sistemático y generalizado perpetradas por el gobierno de Corea del Norte constituían crímenes de lesa humanidad.

“Exfuncionarios gubernamentales manifestaron a HRW que los maltratos y las humillaciones se consideran una parte central del sistema de justicia penal norcoreano”, explicó Adams. “Las autoridades norcoreanas deberían sacar al sistema del oscurantismo, solicitando asistencia internacional a efectos de formar una fuerza policial profesional y un sistema de investigación que, para esclarecer delitos, se base en evidencias y no en la tortura”.

Selección de testimonios presentados en el informe:

Un extrabajador del gobierno que escapó del país en 2018 fue detenido en 2011 y 2012 por la policía secreta en un centro de detención e interrogatorio en una ciudad próxima a la frontera con China, debido a que alguien denunció que era un espía. Contó lo siguiente a Human Rights Watch:

Me pusieron en una celda de espera. Era pequeña, y yo estaba solo. Me cachearon. Después, entraron el jefe del departamento de policía secreta de la ciudad, el jefe de asuntos políticos del partido y el investigador. La situación era muy seria, pero yo no sabía por qué. Me golpearon durante 30 minutos, me dieron puntapiés con sus botas y me propinaron golpes de puño en todo el cuerpo…

los guardias nos ordenaban que sacáramos las manos a través de los barrotes y nos pisoteaban con las botas o nos golpeaban las manos con sus cinturones

Al día siguiente me pasaron a la sala contigua, que era una celda de detención e interrogatorios y empezó mi examen preliminar. Pero para el interrogatorio no había ningún protocolo ni procedimiento. Solo me golpeaban…. El funcionario a cargo del examen preliminar fue el primero en golpearme con violencia…. Yo preguntaba: ‘¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?’, pero no me dieron ninguna respuesta…. A medida que avanzaba el interrogatorio, descubrí que alguien había denunciado que yo era un espía. Durante un mes, al inicio [del examen preliminar] me golpearon con ferocidad. Me pateaban con las botas, me daban puñetazos o me golpeaban con un palo grueso en todo el cuerpo. Luego [cuando ya tuvieron gran parte de mi confesión lista], fueron menos agresivos.

Aunque era invierno, no había calefacción. Había tan solo un pequeño calentador a leña frente a nosotros, al lado de donde estaba el guardia. Yo tenía muchísimo frío… y nadie sabía dónde estábamos, por lo que no podíamos recibir nada de afuera. Hacía realmente mucho frío y había muchísimas chinches y otros insectos que te picaban y empeoraban la situación.

Un exleñador que huyó en 2014 y fue detenido en dos ocasiones por la policía, en 2010 por contrabando y en 2014 por no presentarse a trabajar a un sitio designado por el gobierno, manifestó:

Cada día era espantoso, absolutamente doloroso e intolerable [debido a estar inmovilizado].… Muchas veces, si yo u otros nos movíamos [en la celda], los guardias nos ordenaban que sacáramos las manos a través de los barrotes y nos pisoteaban con las botas o nos golpeaban las manos con sus cinturones. Incluso después de esto, tampoco nos permitían movernos. Si respondíamos y eso no les gustaba, nos daban una golpiza.

Una excomerciante que escapó en 2017 y fue detenida por la policía dos veces en Suncheon, en la provincia de Pyongan del Sur, a comienzos de la década de 2010 por vender productos prohibidos, y en 2016 por tener una pelea con un miembro del partido que tenía mejores contactos, contó lo siguiente:

Todos los productos de higiene personal provenían de las casas de las personas detenidas. Después de la detención, la policía informaba a las familias y el investigador a cargo se presentaba y se llevaba cosas como jabón, pasta dental, cepillos de dientes, toallas o apósitos menstruales. [Los guardias] rompían el mango del cepillo de dientes y solo dejaban la cabeza [para impedir que se usara para suicidarse]. Las personas sin familia no tenían artículos de higiene y tenían que usar los de otros detenidos.

Todas estábamos en situación similar, entonces las mujeres compartíamos nuestras cosas, pero escuché que los hombres no lo hacían y que aquellos que no tenían familia sufrían más y estaban cubiertos de piojos, pero a los otros hombres no les importaba [y no compartían lo que tenían]. [La primera vez que me detuvieron], mis familiares pudieron enviar apósitos [menstruales]. Una detenida [que no tenía familiares] tenía que lavar un calcetín y usarlo como apósito [menstrual]. En 2016, podíamos pedirle al policía a cargo que nos consiguiera apósitos si estábamos menstruando y este los compraba en una tienda afuera. No teníamos que darles dinero; ellos nos los compraban.

(Comunicado e informe de Human Rights Watch)