El régimen cubano: fábrica de artistas disidentes

Maykel Castillo El Osorbo, prisionero de conciencia, rapero y activista del Movimiento San Isidro, poco después de que sus vecinos impidieran su arresto.

La revolución cubana, desde sus inicios, hizo del arte una herramienta política y, sin proponérselo, ha creado y provocado la disidencia en muchos artistas, coincidieron dos especialistas en conversación con Radio Televisión Martí.

“La relación del arte y la política en Cuba me parece que es compleja, tanto de parte del gobierno cubano como de los artistas que hoy son considerados disidentes”, indicó la socióloga Cecilia Noce, Coordinadora del Proyecto Defensa de la Libertad de Expresión Artística del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).

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“Una de las patas de legitimación de la Revolución Cubana y del régimen ha sido el arte y la vida intelectual. La Revolución Cubana se sostuvo y trabajó las redes que intelectuales y artistas podían generar en América Latina. Desde personajes como Lezama Lima o autores reconocidos como Alejo Carpentier, hasta la relación con géneros más populares como pudieron haber sido las canciones de Pablo Milanés y de Silvio Rodríguez, el gobierno cubano siempre utilizó a los intelectuales y al arte como diplomáticos de sus ideología y como legitimadores de su ideología, por lo cual el arte en Cuba ha tenido siempre sesgos de política explícita, más allá de las reflexiones que uno puede tener sobre el arte”, recalcó la doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires.

La experta analiza cómo el régimen totalitario de Cuba a través de su historia ha tratado de controlar todas las formas de expresión artística pero la utopía estética quedó entrampada.

“Generó reacciones del otro lado y hubo inclusive escritores, que no querían considerarse escritores políticos, y se vieron obligados, forzados, en su postura en algún punto, por lo que siempre remarco que, el arte disidente en Cuba es más producto del régimen y de la Revolución Cubana, de su sistema de censura, de control ideológico y de contenidos que de los artistas mismos”, declaró.

Por eso, el sistema oficial ha perdido varias de sus voces, varios referentes, afirmó Noce. “El sistema oficial de la cultura en Cuba no llega a cumplir con las demandas que tienen los artistas e inclusive aquellos que no son tan políticamente activos”.

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“Desde el año pasado y desde el 27 de noviembre y este año con mucha mayor intensidad”, dijo, “el gobierno cubano ha creado la disidencia y ha provocado la disidencia en un montón de artistas y lo que nosotros vemos es artistas emergentes de provincias, artistas marginales, no tan conocidos y artistas que han pasado por el sistema cultural cubano como pueden ser los miembros del 27N”.

El 27N surgió a raíz de la concentración masiva que se produjo en las afueras del Ministerio de Cultura de Cuba el 27 de noviembre de 2020, en respuesta a la escalada represiva contra los artistas y para exigir el derecho a la libertad de expresión.

“Creo que un elemento fundamental de esto son las redes sociales y el hecho de que el arte implica siempre discusión, implica siempre diálogo y las redes les han ampliado a los artistas cubanos sus diálogos, sus audiencias y sus intercambios. Entonces, al ampliar sus audiencias, una de las cosas que sucede me parece es que es más fácil que quede en evidencia lo restringido del vocabulario o lo restringido del lenguaje, lo restringido de las técnicas del arte oficialista. Claramente, el arte oficial cubano es muy añejo, huele a naftalina y eso se nota”, apuntó.

"La pijamada espontánea", una obra de Yulier P. dedicada a los activistas del Movimiento San Isidro.

“Y si los artistas jóvenes, los que les pasa es que creen, probable, discutir con los nuevos vocabularios y los nuevos lenguajes y eso para el gobierno cubano es disidente, porque esos nuevos lenguajes y esos nuevos vocabularios no incluyen o directamente discuten la revolución”, explicó.

“Es un tipo de discurso que es muy difícil de sostener y que, si un artista es simplemente curioso en cualquier lenguaje, lo que le va a pasar es que va a tener el límite del vocabulario, de los contenidos, de los temas permitidos y eso en algún momento pesa. Es muy difícil que un artista no siga buscando. Y la revolución se ha convertido en un corsé muy restrictivo. No creo que los ministros de Cultura cubanos tengan la capacidad intelectual de salir de ese corsé”, puntualizó la experta.

A partir del 2006 cuando Fidel Castro cedió el poder a Raúl Castro y, posteriormente, en la administración de Miguel Díaz-Canel hay un tipo de arte que ha asumido la acción, dijo desde La Habana la curadora de arte, Claudia Genlui Hidalgo.

“Aunque el Gobierno cubano mantiene un total desapego a la realidad y a lo que está sucediendo en el contexto real en Cuba, sucede de igual manera con el arte. Existe ese arte que, de alguna manera, se pliega a las exigencias del sistema y también el arte que asume un rol dentro de la construcción de una sociedad o el aporte a una realidad específica que está pasando en Cuba”.

Por su parte, el régimen elabora, de facto, normas para contener la libertad de expresión como el Decreto Ley 349 y más recientemente el 35.

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“Si bien el Decreto 349 en su momento se quedó estancado a nivel legal, a nivel visible, debido a la campaña que hicieron en su contra diferentes artistas e intelectuales, eso no ha quitado que se continúe aplicando. Un ejemplo de esto es toda la censura a la que se ha visto sometida el arte”, subrayó Hidalgo.

“Y por supuesto, los más afectados han sido los artistas independientes cuya obra y postura, que también se ha convertido en parte de su obra, es crítica al gobierno, al sistema. Una postura que evidencia la realidad y por tanto, se coloca en el punto de mira del gobierno cubano”, dijo.

En esa transición se producen giros que revelan un cambio de perspectiva y de actitud hacia el socialismo cubano.

En este sentido, El susurro de Tatlin, performance de 2014 de Tania Bruguera traza una metáfora distinta y abre la brecha a los artistas independientes.

“En estos momentos hay artistas que están privados de su libertad. Estamos hablando de privaciones de libertad que ya exceden los dos meses, o sea más de cincuenta días. Están siendo privados de libertad, justamente por ejercer su derecho a la libertad de expresión. Y eso ya no es sólo a través de la obra de arte en sí, sino también por su postura”, afirmó Hidalgo.

Se trata de los artistas Luis Manuel Otero Alcántara, encarcelado en la prisión de Guanajay, y Hamlet Lavastida, detenido desde hace más de dos meses en el cuartel general de la policía política conocido como Villa Marista.

Igualmente están en prisiones cubanas los raperos Maykel Castillo "El Osorbo" en la cárcel Kilo 5 y medio de Pinar del Río, Leonardo Lázaro Rodríguez, Pupito MC, actualmente en el correccional La Lima en La Habana, y el placeteño Didier Almagro Toledo en Guamajal, de Villa Clara.

Otero Alcántara, Lavastida y El Osorbo son presos de conciencia, según ha declarado Amnistía Internacional.

La influencia del arte se hizo patente en las protestas del 11 de julio cuando los manifestantes cantaban la canción "Patria y vida", que se ha convertido en himno en el país.

“Son artistas que de alguna manera ya han tenido una trayectoria de censura por parte del Gobierno y dados los sucesos del 11 de julio, ellos se convierten en la punta más frágil que asume a esa censura, que asume ese castigo por parte del gobierno”, precisó.

El Decreto Ley 35 viene a ser otra vuelta de tuerca en la política cultural y en la vigilancia sobre la sociedad, destacó la curadora.

“Ya no sólo se enfoca en el arte, sino que se expande para tener un control sobre las redes sociales, sobre el acceso a la información, que ahora mismo es el principal campo de batalla, el principal espacio de libertad, de denuncia que asume la intelectualidad en Cuba, que asumen los artistas, pero que también asume el pueblo”.

“Otro ejemplo de censura ha sido a la que se ha visto sometido todo el que participó en el 27 de noviembre, que quizás no es una censura tan extrema, pero es censura, violencia. Es una violencia lenta que pretende quebrar esa posición de intransigencia ante la injusticia”, concluyó Hidalgo.