El régimen es un anciano disfrazado de revolucionario, dice Abraham Jiménez Enoa

Las calles de La Habana tras la manifestación en contra del gobierno el 11 de julio de 2021, en la cual se escuchaban gritos de "Abajo la dictadura".

“Es imposible que exista la felicidad en una nación donde es más fácil estar preso que sentarse a la mesa a comer un plato de comida”, declaró el autor cubano Abraham Jiménez Enoa en un artículo de opinión en el diario The Washington Post.

En la nota intitulada “Tras 63 años, el régimen cubano es un anciano disfrazado de revolucionario”, Jiménez Enoa dijo que en Cuba impera “un régimen dictatorial entrado en la tercera edad”, y que las celebraciones del 1 de enero se sintieron "como globos de colores y serpentinas colocados en una funeraria”.

“Hoy en Cuba no hay absolutamente nada que celebrar. La isla pocas veces ha estado más triste y más desvencijada que ahora”, afirmó el fundador de la revista El Estornudo.

Recuerda Jiménez Enoa que en el 2021 se padeció la pandemia y también los errores económicos que provocaron mucha inflación, la reducción del Producto Interno Bruto, la devaluación de la moneda nacional y escasez de comida y medicamentos.

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“El exilio cubano tuvo que disponerse a ayudar a sus coterráneos, enviando hacia la isla toneladas de medicamentos y comida por vías alternativas a las del régimen”, indicó Jiménez Enoa.

Además, “los cubanos tuvieron que convivir en 2021 con la furia desmedida del castrismo, que se sintió en pánico al ver tanta inconformidad ciudadana declarada”. Lo que vino después fue "la represión en un nivel nunca antes visto”.

“La semana de la Navidad en Cuba", dijo el autor, "transcurrió mientras cientos de ciudadanos eran sancionados a largas condenas de cárcel por haber salido a la calle en las protestas populares de julio a ejercer su derecho de manifestarse. Los juicios fueron un guiño déspota del castrismo para seguir imponiendo el terror y demostrar de lo que es capaz de ejecutar si está en juego su status quo”.

Fue un gesto "cargado de simbolismo ejemplarizante dirigido a la sociedad civil disidente y que enterró las pocas ganas, si quedaban algunas, de celebrar el fin del año en un país marchito”, sentenció Abraham Jiménez Enoa en The Washington Post.