Entre comidas, salidas, ropas y transporte se les va el dinero a muchos jóvenes cubanos, según una investigación preliminar realizada por Martí Noticias que buscó un acercamiento a este segmento de la población.
Cómo atraer a los jóvenes con proyectos de vida que los conecte con el futuro del país debería ser la prioridad para las autoridades cubanas, de cara a la hasta ahora indetenible tendencia o aspiración a la emigración.
El reciente éxodo es muestra de que la salida del país es vista casi como la única vía para escapar de la desesperanza y de la precariedad económica.
De diez jóvenes encuestados con edad promedio de 20 años, la mayoría prefiere trabajar por cuenta propia o en emprendimientos privados.
Alegan que el Estado paga muy poco por lo que los empleos que ofrece no son atractivos.
“Me gusta el trabajo particular (…) En las condiciones que estoy ahora, con noveno grado nada más, el Estado no me contrata”, dijo a Martí Noticias Alianny Rodríguez, una joven de 17 años que interrumpió sus estudios de técnico medio en Medicina.
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Además explicó que es fácil encontrar trabajo en los paladares porque siempre buscan contratar mujeres.
“Hoy en día la situación económica no está muy buena y uno siempre está pensando en cómo ayudar, quitarle preocupaciones a los padres, cómo superarse”, explicó cuando indagamos acerca de cómo utiliza su dinero.
Contrario a la tendencia mundial, por décadas los jóvenes cubanos en edad escolar no solían trabajar. Ni siquiera era bien visto ni necesario en un país en que primó el paternalismo de Estado.
Ya no es igual. Como varios de los entrevistados, Rodríguez busca tener dinero también para salir con sus amigas e ir a la peluquería.
La entrada de dinero promedio mensual de los jóvenes encuestados, -todos de La Habana-, fue de unos 82 CUC. El gasto individual más al alto es en la telefonía celular, debido a los altos costos de los teléfonos y el servicio.
Algunos de ellos reciben mensualidades que sus padres le proveen para cubrir gastos en los estudios, entre ellos impresión de documentos en el caso de los estudiantes universitarios, el transporte y el almuerzo o meriendas.
De los diez entrevistados solo uno dijo que destinaba parte de lo que gana en una cafetería privada para pagar un alquiler donde vive con su novia: “Vivo al día, no hay forma de ahorrar nada”, dijo Adrián, de 22 años.
Algo que repite la mayoría de los encuestados en esta breve investigación, para quienes guardar dineno no es una prioridad, porque les resulta imposible.
Adrián dice que el resto del dinero se le va en gastos personales y en distracción los fines de semana cuando suele ir con amigos a sitios nocturnos en los que ocasionalmente paga la entrada de entre 2 y 5 CUC a algún amigo que no tiene recursos para hacerlo.
Solo Melanie, una joven de 21 años que los padres le dan 40 CUC cada mes para que se alimente y se traslade a la escuela, dijo que trata de ahorrar 10 CUC cada mes.
Alejandro, de 19 años, trabaja en un restaurante y recibe de sus padres unos 120 CUC al mes. Su vida es un poco mejor, dijo. De ese dinero destina 60 CUC al mes a pagar a un taxi con chofer que lo lleva y trae de la casa a la universidad.
El resto lo destina a almorzar y si es necesario compra lo que le gusta.
Un caso parecido es el de Frank, de 19 años. Su padre trabaja en un famoso restaurante operado por el Estado en La Habana Vieja, y le da al hijo entre 200 y 300 CUC al mes.
Frank explicó que suele comprar ropas y zapatos caros, “de buenas marcas” y utiliza unos 100 CUC para comprar cosas que luego revende.
A la mayoría de los jóvenes con los que conversó Martí Noticias, les interesa tener teléfonos celulares inteligentes, de los más modernos, a pesar de admitir que pueden hacer muy poco con ellos en un país con muy baja tasa de conectividad pese a nuevos puntos de WiFi prepagos que están ubicados en algunos parques y plazas.
“En los teléfonos me gusta estar arriba de la Apple, ahora mismo estoy un poco pausada, me quedé en el IPhone 5 nada más pero vamos a ver si más adelante puedo tener un IPhone 6”, dijo Patricia Mir, una estudiante de Laboratorio de 19 años, que trabaja por cuenta propia en una peluquería privada durante las vacaciones, para sufragar algunos de sus gastos.
“Soy un poco exquisita, no me gustan las ropas ‘de todos tenemos’ como se vende en este país, me gustan las cosas diferentes (…) Uso el dinero en mis necesidades, la alimentación, mi diversión, mi bienestar”, comentó.
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