La auto-confesión televisada de la influencer cubana Sulmira Martínez, detenida durante más de 40 días por publicaciones contrarias al gobierno, trae de regreso el debate sobre los métodos de terror de la Seguridad del Estado. Desde su exilio en Alemania, el artista plástico Hamlet Lavastida recordó los horrores de su detención en Villa Marista, a raíz del nuevo episodio de tortura psicológica.
“Lo hago para entender lo que ocurre ahí, y denunciarlo. Para que casos como el de Sulmira, no vuelvan a ocurrir. Que cuando algún otro detenido caiga en una situación como esta, tenga herramientas para defenderse y se niegue automáticamente a una acción que es absolutamente ilegal”, afirmó Lavastida en entrevista con Radio Televisión Martí.
Esta semana, a través del NTV, el régimen acusó a Sulmira Martínez de crear “contenidos nocivos y engañosos en los espacios digitales”.
“Decidí abrirme una cuenta en contra del proceso revolucionario con el nombre de Salem Cuba Censura. Me la creé por dinero, porque me hacía falta el dinero”, se autoinculpó la influencer ante las cámaras.
Lee también Activistas repudian táctica del régimen de forzar autoinculpación de los detenidosEn 2021, según Hamlet Lavastida, los oficiales de Villa Marista lo condujeron, sin previo aviso, a un sótano para grabar sus interrogatorios.
“Te llaman de la celda y te dicen: ‘prepárese’. Me llevan a un pequeño cuarto, y me dicen: ‘cámbiese la ropa’. Piensas que te van a sacar, pero llegas a un lugar sucio, polvoriento, oscuro, sin electricidad. De pronto, se abre una puerta, entras y hay todo un escenario de televisión montado”, explica.
Lavastida había sido detenido el 26 de junio de 2021 por “incitar” a “acciones de desobediencia civil en la vía pública, utilizando las redes sociales y la influencia directa sobre otros elementos contrarrevolucionarios”.
Su interrogatorio ante las cámaras transcurrió “de una manera muy fuerte”, con los oficiales “casi gritando”.
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“Te piden que hables, que no te quedes en silencio. ‘Habla, declara’. Se basan en buscar culpabilidad y en orientar la culpabilidad ante cámara. Es una forma de tortura, porque te dicen que vas a ser procesado, y a partir de aquí ya no serás nadie”, recuerda.
En relación con los motivos del régimen de La Habana para insistir en las auto-confesiones ante las cámaras, a pesar de su descrédito, Lavastida dijo que son “para desmoralizar, quebrar la voluntad de un individuo que ya tiene su voluntad quebrada”, y cuyo “cuerpo físico está sufriendo un colapso nervioso y psicológico, ante una situación de desprotección absoluta”.
También, “para atemorizar a un sector de la población que todavía ve televisión en Cuba, dar un escarmiento y hacer ver que todo el mundo puede ser quebrado en una situación como esa”.