Era un joven estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana, ciudad donde naciera en el año 1933.
Cuando Fulgencio Batista diera el golpe de Estado el 10 de marzo de 1952, este muchacho de origen catalán y filiación Social Demócrata, no dudó, junto a otros estudiantes de su Facultad, en rechazar el “cuartelazo” que estremeciera hasta los cimientos de la joven y frágil república cubana.
En su búsqueda de una solución para restituir la posibilidad democrática en Cuba, Jorge Valls, pues ese era su nombre, estuvo vinculado indistintamente con grupos de la resistencia armada y también con algunos de la oposición pacífica hasta que terminó por incorporarse al Directorio Revolucionario, por lo cual fue arrestado y condenado a prisión.
Liberado en 1959, tras el triunfo de la llamada Revolución cubana liderada Fidel Castro, Jorge Vals no tardó en darse cuenta de que aquella tampoco era la solución para la isla y en 1964 fue acusado de “actividades contra los poderes del Estado y de organizar y dirigir sistemas antigubernamentales", entiéndase esto como “contrarrevolucionario”, es decir: anti fidelista, y condenado a veinte años de cárcel por el mismo gobierno que había ayudado a llegar al poder.
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No saldría de prisión hasta cumplir la totalidad de su sentencia en 1984.
Durante los años de presidio político, Jorge Vals acudió a la poesía para aliviar los horrores de las ergástulas castristas. Jorge Vals murió en el exilio el 22 de octubre del año 2015 a los 82 años.
¿Servirán?
¿Servirán estas cosas, que se hacen
Cuando todo lo volvemos hasta el susurro,
Cuando la mano regresa de la caricia no dada?
Yo amo la espina que me encona el dedo
Porque nació del tallo de la rosa.
Amo hasta esta miseria mía, tan en peligro de deslizarse
Hasta la espuma donde gritan los peces.
Yo amo este polvo, que se desgrana en mis dedos
Como su untara la cara del viento.
Amo el agua que baja y el agua que se queda;
La modesta agua gris de los lavados; la penumbra
Jaspeada de alelíes, donde el rumor más débil hace canto.
Caen bajo las alas de las garzas, las desprendidas voces.
Un pájaro de pico cárdeno labra el rubí sangrante de mi sangre.