Este palo no da astilla o el fracaso del "pelotero nuevo"

Kendrys Morales, José Iglesias y Yulieski Gurriel en la Pretemporada.

Aparentemente en Cuba los hijos de los otroras peloteros militantes no piensan como sus progenitores.

Estos últimos no se cansaban de cacarear sandeces de por qué no se marchaban de Cuba y firmaban contratos con equipos profesionales.

Siempre las respuestas eran similares.

“Los aplausos de mi público valen más que un contrato millonario”, “la pelota rentada no se compara con el amor de mi pueblo” y otras muy parecidas.

Según Lazaro Vargas, él no firmó porque “hay muchas cosas, valores en mi vida que no se pueden cuantificar mucho menos en dinero. Por ejemplo el hecho de los recibimientos de Fidel, que te estuviera esperando en el Aeropuerto, ese diálogo, esas preguntas”.

Orestes Kindelan, Lourdes Gurriel y Victor Mesa son otros ejemplos de peloteros que no solo fueron piezas claves en el equipo antillano, sino también sirvieron de voceros de la tiranía a través de sus comentarios durante los años.

En el caso de Kindelan, fue “El Tambor Mayor” durante el sepelio del dictador. Inclusive dijo: “Aún no lo creo, sobreponerse al dolor es muy difícil. Fidel me quería desde que yo era jovencito, desde que me abrazó en 1986 cuando leí el comunicado de una delegación deportiva”.

Lo irónico de esta situación es que los hijos de estos personajes han decidido hacer todo lo contrario.

Dos de los Gurriel están en las mayores y el otro jugó en la independiente de Canadá. Miguel Vargas está en las menores de Los Dodgers y los Mesa son las más recientes adiciones que se unen a Lionard Kindelan como prospectos listos para firmar.

La pregunta que nos hacemos es: ¿Por qué les es tan fácil a los hijos de los militantes escaparse, mientras que otros tienen que arriesgar sus vidas o sencillamente no pueden?

Interesante que para esos “Papás” los “aplausos y el amor del pueblo” hayan sido sustituidos por el "norte revuelto y brutal".