El Departamento de Estado (DE) norteamericano, en el artículo “Realidad contra Ficción: Desinformación del Kremlin sobre las sanciones internacionales”, publicado en su página web, define como “falsa” la “narrativa que el Kremlin ha difundido sobre el estado de la economía rusa”, basándose en un nuevo estudio sobre el tema realizado por la Universidad de Yale.
Ficciones, según del DE, son determinados elementos divulgados por los equipos de propaganda del gobierno de Vladimir Putin, tales como la “fortaleza de la economía rusa", "Occidente es el afectado por dichas sanciones o, “las sanciones no son efectivas” debido a que Rusia puede negociar con otras naciones “que no la han sancionado”.
Realidad: “Desde la invasión de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022, las importaciones rusas cayeron un 50%”, lo cual, explican, tiene a Rusia “luchando por encontrar nuevas fuentes para artículos importantes que no puede producir” y, como ejemplo que para proveer de microchips los equipos de su ejército en Ucrania, debe tomarlos de “refrigeradores y lavadoras”.
Lee también Las sanciones están funcionando: Rusia siente la presión económica Lee también Putin defiende guerra; acusa a EEUU de convertir a Ucrania en baluarte "anti-Rusia"En cuanto a las relaciones comerciales con China, que Rusia está acreditando a través de su publicidad, el estudio de Yale las valora como “desigual” basándose en el tópico de “quién necesita más de quién”, en el que, a todas luces, destaca la dependencia de Rusia en estos momentos ya que el gigante asiático no necesita tanto de Rusia.
La supuesta “evolución del rublo” es otra de las ficciones que divulga Rusia, y que contrasta con la realidad de las “severas medidas” adoptadas por el Kremlin “para aumentar artificialmente" el rendimiento de la moneda.
En el artículo, el DE señala que los índices de estrés en la economía rusa son “muchos y variados” y, por lo tanto, repercuten en la vida del ciudadano medio. Esta repercusión se percibe, por ejemplo, en las dificultades de Rusia para fabricar frenos y airbags debido a la escasez de los componentes necesarios, poniendo a los consumidores rusos en gran riesgo.
Por otro lado, la inflación en los sectores que dependen de las importaciones, como los electrodomésticos y los servicios hospitalarios, aumentó entre un 40 y un 60 por ciento.