A las plazas y calles donde los prointegristas protestan en Kiev les llaman Euromaidán (Maidán en ucraniano es Plaza).
La renuncia del primer ministro Mikola Azarov es la primera victoria de Euromaidán y una baja muy sensible en las filas del presidente Vícktor Yanukóvich. No es un policía abatido por los manifestantes, ni un diputado que cambia de filas en la votación, o un gobernador que renuncia por la presión popular. Es Azarov, el leal aliado del gobernante. Se fue en pleno el gabinete tras dos meses de protestas.
El renunciante primer ministro se encargó de anunciar en noviembre pasado que no firmarían el acuerdo de integración a la Unión Europea y viajó a Moscú a buscar una ayuda de 15.000 millones de dólares.
La suerte de Azarov se decidió el fin de semana, cuando Yanukóvich le propuso a Arseni Yatseniuk, líder parlamentario de Patria, la formación de la opositora encarcelada Yulia Timoshenko, que fuera el jefe del Gobierno y éste rechazó la propuesta. Ahora hay en Ucrania un gabinete provisional hasta que se logre uno de consenso nacional. La creación podría durar semanas.
Las leyes cambiaron tan rápido como las convicciones de algunos diputados ucranianos, en especial los del partido de Yanukóvich, quienes hace una semana aprobaron las llamadas “leyes dictatoriales” y ahora las eliminaron. Unos 361 diputados, más que los 226 requeridos, decidieron cambiar la legislación aprobada el 16 de enero.
Esos mismos legisladores impulsaron las regulaciones contra los manifestantes y califican de “agentes extranjeros” a quien reciban ayuda del exterior. Ésas son leyes copiadas de la Duma rusa, aunque ahora Vladimir Putin promete, desde Bruselas, que no intervendrá en los asuntos internos de su vecino y respetara los acuerdos.
El vicepresidente estadounidense Joe Biden tuvo que llamar el lunes por teléfono a Yanukóvich para que no impusiera el estado de emergencia y Catherine Ashton llega en breve a Kiev.
Todavía está en la cárcel Yulia Timoshenko, los planes de integración a la UE no se han discutido, como exigen los manifestantes y se ha profundizado la división espiritual y política entre el Oeste y el Oriente de Ucrania.
El renunciante primer ministro se encargó de anunciar en noviembre pasado que no firmarían el acuerdo de integración a la Unión Europea y viajó a Moscú a buscar una ayuda de 15.000 millones de dólares.
La suerte de Azarov se decidió el fin de semana, cuando Yanukóvich le propuso a Arseni Yatseniuk, líder parlamentario de Patria, la formación de la opositora encarcelada Yulia Timoshenko, que fuera el jefe del Gobierno y éste rechazó la propuesta. Ahora hay en Ucrania un gabinete provisional hasta que se logre uno de consenso nacional. La creación podría durar semanas.
Las leyes cambiaron tan rápido como las convicciones de algunos diputados ucranianos, en especial los del partido de Yanukóvich, quienes hace una semana aprobaron las llamadas “leyes dictatoriales” y ahora las eliminaron. Unos 361 diputados, más que los 226 requeridos, decidieron cambiar la legislación aprobada el 16 de enero.
Esos mismos legisladores impulsaron las regulaciones contra los manifestantes y califican de “agentes extranjeros” a quien reciban ayuda del exterior. Ésas son leyes copiadas de la Duma rusa, aunque ahora Vladimir Putin promete, desde Bruselas, que no intervendrá en los asuntos internos de su vecino y respetara los acuerdos.
El vicepresidente estadounidense Joe Biden tuvo que llamar el lunes por teléfono a Yanukóvich para que no impusiera el estado de emergencia y Catherine Ashton llega en breve a Kiev.
Todavía está en la cárcel Yulia Timoshenko, los planes de integración a la UE no se han discutido, como exigen los manifestantes y se ha profundizado la división espiritual y política entre el Oeste y el Oriente de Ucrania.