Excanciller Luis González: “Tuve la satisfacción de negociar la salida de los últimos cubanos de la embajada del Perú”

Luis González, excanciller peruano, participó en el Foro Defensa de la Democracia en las Américas, celebrado el miércoles en Coral Gables, Florida.

Entre las personalidades políticas invitadas al Foro Defensa de la Democracia en las Américas celebrado el miércoles último en el Hotel Biltmore, en Coral Gables, estuvo Luis González Posada, ex ministro de Justicia y de Exteriores de Perú en el primer gobierno del presidente Alan García (1985-1990).

El dirigente del Partido APRA atesora como una de las responsabilidades más difíciles que le tocó desempeñar en su carrera diplomática, la negociación en La Habana para retirar a los tres últimos cubanos que quedaron refugiados en la embajada de Perú tras los sucesos en esa sede diplomática, detonantes del éxodo del Mariel.

Your browser doesn’t support HTML5

Excanciller peruano Luis González Posada, habla a Radio Televisión Martí

“Eran tres ciudadanos que se encontraban bajo nuestra protección, parte de aquella invasión de más de 10.000 que ingresaron a la embajada peruana en 1980. Tuve la satisfacción siendo Canciller de negociar con Fidel Castro en La Habana su salida después de casi 10 años de permanencia en la legación diplomática. Fue un hecho muy valioso porque cerró un capítulo histórico que nos lastimaba mucho”, comentó a Radio Televisión Martí el abogado y dirigente del Partido APRA.

El 1ro de abril de 1980 un ómnibus de la ruta 79 con tres individuos se estrelló contra la verja de la embajada. La posta abrió fuego. Uno de los guardias cayó mortalmente herido víctima de los disparos cruzados de otros custodios.

Perú se negó a entregar a los tres individuos y tres días después Fidel Castro decidió retirar la guarnición a la embajada. El resultado, más de 10.000 cubanos ingresaron a la embajada en menos de 48 horas.

Felino Ramírez Batista, Eduardo Herrera Díaz y Pedro Betancourt Collazo, durante casi una década permanecieron en un anexo de la sede diplomática porque se negaban a abandonarla.

Ante esta situación, el entonces presidente peruano, General Morales Bermúdez, les concedió el estatus de ingresantes pero el sucesivo gobierno rechazó tramitar su salida.

"Cuando se requería una urgencia médica, iban acompañados por un diplomático peruano. Además, recibían medicinas, alimentos y todo lo necesario por cuenta de la embajada", explicó González.

En ocasión de una reunión de Ministros de Exteriores de Países No Alineados, en 1989, González viajó a La Habana como Canciller.

“Al margen del encuentro, junto al entonces embajador peruano en Cuba, Carlos Higueras, solicité una reunión con Fidel Castro, 15 minutos con el Comandante para explicarle la situación". Castro concedió el espacio y la reunión se produjo en el Palacio de las Convenciones.

"Le dije que esos tres ciudadanos no habían cometido ningún acto delictivo, no habían matado a nadie, que algunas versiones que circulaban no eran ciertas y lo que estaban era atemorizados de salir y que deberíamos resolver el problema diplomáticamente", relató.

En la conversación, González manifestó al Comandante que el asunto era preocupación del presidente Alan García.

Como experimentado político, el militante aprista maneja el lenguaje persuasivo y la argumentación pero cuenta que habló a Castro sin ambajes y sin la cautela del diplomático.

“Además, le dije que 10 años era mucho tiempo y que solicitaba que el Canciller Isidoro Malmierca les otorgara el permiso de salida”.

El interlocutor atendió calmadamente la explicación de González de que se trataba de un impasse permanente con Perú y después de amplio diálogo accedió a que se adoptara el acuerdo de permitir la salida al exterior de los tres ciudadanos cubanos.

Castro llamó a Malmierca y le dijo que finalmente se había solucionado el problema de los tres ingresantes en la embajada peruana.

“Yo recuerdo muy bien que me fui con Malmierca a una oficina en el mismo Palacio, se sentó ante la máquina de escribir y redactó el documento que autorizaba la salida y el compromiso de La Habana de que mientras hicieran los trámites, serían protegidos del gobierno del Perú y no podían ser detenidos ni procesados”, dijo González, quien suministró a este reportero una copia del acuerdo firmado en la capital cubana.

Texto del acuerdo, Fuente Ministerio de Exteriores del Perú:

“Como consecuencia de las conversaciones sostenidas por el Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, doctor Luis González Posada con las autoridades del Gobierno de Cuba, ambas partes han llegado al siguiente acuerdo: El Gobierno de Cuba autoriza a los tres nacionales cubanos (…), que han permanecido en el anexo de la Embajada del Perú a emigrar del país en un plazo de seis meses a partir de la fecha de que se retiren del citado local. De otro lado, el Gobierno de Cuba, ha reiterado al Gobierno del Perú que durante ese lapso los citados nacionales gozarán de todas las garantías necesarias para su normal desenvolvimiento mientras tramitan su salida del país, y que no tienen pendiente ninguna acción judicial sobre ellos”, reza el acuerdo suscrito el 30 de mayo de 1989.

Pero entonces surgió otro problema, los tres cubanos aún hacían resistencia a abandonar la sede diplomática porque creían que se trataba de una maniobra, una trampa.

“Claro que no lo era, pero lo comprendimos porque diez años en esa situación el ser humano se reconfigura psicológicamente”.

Seis meses después, con la salida de Felino, Eduardo y Pedro, quedaba cerrado el capítulo de la embajada del Perú y de los más de 10.000 cubanos que en los primeros días de abril, de 1980, abarrotaron esa sede.

Felino Ramírez Batista, salió a Vermont, Nueva Inglatera, EEUU; Eduardo Herrera Díaz, a Miami, Florida, EEUU; y Pedro Betancourt Collazo, a Toronto, Canadá. Todos debieron viajar primero al Perú.

“El avión paró en Lima. Yo ya había renunciado a la Cancillería y me dejaron una carta muy hermosa de agradecimiento”, relata Luis González, el canciller que negoció su salida de Cuba.