El sitio web CiberCuba publica un reportaje fechado en Santa Clara, ciudad central de la mayor de las Antillas, sobre las crecientes estafas a los turistas en las tiendas por divisas del Estado, principalmente por medio de sobreprecios o adulteraciones de los productos
El autor, Santiago García Abreu, refleja como una cajera trasquila a tres extranjeros al cobrarles tres botellas de agua de 1500 ml a dólar cada una para quedarse con una ganancia de USD 0.90. Y luego comenta riéndose que también les ha vendido las cervezas a dos dólares.
El timo no se critica sino que “muchas veces es visto como un acto de picardía ante la supuesta ingenuidad de los visitantes extranjeros”.
En otro caso un turista mexicano regresó airado a la tienda local La Riviera al percatarse de que le habían engañado, y la dependienta le devolvió cuatro CUC (peso convertible equivalente al dólar) “rogándole que la disculpara, pues ‘a veces la caja no lee bien los códigos de barra’”.
García Abreu refiere que en esa propia tienda, emblema de la corporación militar CIMEX en la provincia, “es usual que las etiquetas que señalan el precio de los productos se encuentren en blanco, movidas de lugar, o sencillamente arrancadas. El objetivo es generar la confusión de los clientes y medrar gracias a ellos”, y si alguno se queja, probablemente lo culparán de la indisciplina.
Otra forma de estafa es inducir al cliente a pagar más por un artículo de costo relativamente alto, como un electrodoméstico, apremiándole con que “quedan pocos en el almacén”, o “seguramente no alcanzarás porque hay varios clientes en cola y entraron muy pocos equipos”. Así un cubano que vive en Suecia pagó 20 CUC adicionales para comprarle un refrigerador a su madre.
La tendencia, dice el autor, se manifiesta también en locales de la gastronomía popular y en negocios por cuenta propia, sobre todo si el visitante responde afirmativamente a la pregunta "¿es su primera vez en Cuba?"
Asegura que establecimientos pertenecientes a la dirección provincial del comercio y la gastronomía de Villa Clara, como el Café Literario o el Burguecentro ─cerca del concurrido Parque Vidal─ “tienen ahora mismo una carta-menú alternativa, con ofertas y precios fijados por los propios trabajadores, y especialmente pensados para timar a los turistas”.
Igualmente se lucra adulterando lo que se oferta, como en “La Marquesina, uno de los centros más visitados por los turistas (…) Entre sones, bailes y sonrisas, muy pocos perciben que ese ron con el que se elaboran los mojitos no es precisamente Havana Club, o que el café que se oferta es mezclado”.