Felo Ramírez cumple 100 años

Rafael "Felo" Ramírez.

“Ven, que te tengo un chistecito”. Con esa frase y una voz casi inaudible me recibía Felo Ramírez cada noche en el Marlins Park.

Pero detrás de esa presencia de anciano venerable, Felo se transformaba con el micrófono delante y la voz se le convertía en un torrente de energía para describir los detalles de lo que ocurría en un terreno de pelota.

Este 22 de junio, Felo, en presente, cumple 100 años.

La ca­sua­li­dad y la pa­sión se unie­ron pa­ra co­men­zar a labrar su ca­mino ha­cia el Sa­lón de la Fa­ma de Cooperstown.

Na­ci­do en Ba­ya­mo, Cu­ba, el 22 de ju­nio de 1923, reconoce que se en­lo­que­ció con el béisbol des­de el día que vio lanzar la pri­me­ra pe­lo­ta, en una suer­te de amor a pri­me­ra vis­ta que se mantuvo in­tac­to nue­ve dé­ca­das después.

Fe­lo so­ña­ba con ser una estrella de la se­gun­da ba­se, pero “ni pe­lliz­ca­ba la cur­va y las rec­tas me pasaban”, me contó en una conversación hace ya diez años, en ocasión de su aniversario 90.

Ha­bía que con­quis­tar al béisbol de otra ma­ne­ra.

“Yo me iba pa­ra el es­ta­dio y na­rra­ba los jue­gos en vi­vo, ahí mis­mo, por­que aque­llo me en­lo­que­cía, to­do ese ambien­te del te­rreno, del béisbol”.

En­ton­ces era un jo­ven que ape­nas pasaba los 20 años.

Felo Ramírez junto a Yasiel Puig, en agosto de 2013. ( REUTERS/Joe Skipper/Archivo)

“To­do em­pe­zó en 1945. Yo ha­bía ido a La Ha­ba­na con tres ami­gos. No iba bus­can­do tra­ba­jo ni na­da de eso, sino que fui­mos a co­no­cer La Ha­ba­na”.

Pe­ro Ra­dio Sa­las, una de las emi­so­ras más an­ti­guas de la is­la, es­ta­ba a pun­to de ha­cer his­to­ria.

Has­ta en­ton­ces, nin­gu­na emi­so­ra ra­dial trans­mi­tía eventos de­por­ti­vos y la es­ta­ción es­ta­ba bus­can­do un narra­dor pa­ra los jue­gos de la li­ga de béisbol afi­cio­na­do.

Em­pu­ja­do por sus ami­gos, Fe­lo hi­zo una prue­ba y ya tenía el bo­le­to de re­gre­so a Ba­ya­mo, cuan­do le avi­sa­ron que él era el ele­gi­do.

Des­de en­ton­ces, los jue­gos de béisbol des­cri­tos en su esti­lo in­con­fun­di­ble se cuen­tan por mi­les.

“Tra­ba­jé con to­dos los ca­ba­llos de esa épo­ca”, decía con modestia Felo, sin incluirse él mismo entre los purasangres de la narración deportiva, no sólo de Cuba, sino de Latinoamérica y el Caribe.

Siete décadas detrás del micrófono le depararon infinidad de momentos espectaculares, aunque hay tres que atesoraba en un si­tio muy es­pe­cial de su me­mo­ria.

“Me to­có na­rrar los úl­ti­mos cua­tro in­nings y me­dio del juego per­fec­to de Don Lar­sen. Eso fue inol­vi­da­ble”.

Fe­lo se re­ería a la ha­za­ña de Lar­sen el 8 de oc­tu­bre de 1956, en el quin­to jue­go de la Se­rie Mun­dial en­tre los Yan­quis de Nue­va York y los Dod­gers de Brooklyn, que to­da­vía per­ma­ne­ce co­mo el úni­co jue­go per­fec­to de los clá­si­cos de oto­ño.

“El hit 3,000 de Ro­ber­to Cle­men­te y el jon­rón 715 de Hank Aa­ron son los otros dos mo­men­tos más im­por­tan­tes que me to­ca­ron na­rrar”.

Se­rían el úl­ti­mo im­pa­ra­ble del as­tro bo­ri­cua, me­ses an­tes de su fa­tí­di­ca muer­te el 31 de­di­ciem­bre de 1972, y el cuadran­gu­lar con el que Aa­ron so­bre­pa­só a Ba­be Ruth y se con­vir­tió en el rey del jon­rón.

Pe­ro no só­lo las Gran­des Li­gas tuvieron el pri­vi­le­gio de la voz de Fe­lo.

Apar­te de la des­apa­re­ci­da li­ga pro­fe­sio­nal cu­ba­na, tam­bién na­rró 40 Se­ries del Ca­ri­be des­de la pri­me­ra en 1949, así co­mo los tor­neos domésticos de Ve­ne­zue­la y Puer­to Ri­co.

Des­de 1993, fue la voz oficial en es­pa­ñol de los Mar­lins, fran­qui­cia na­ci­da ese año con ba­se en Mia­mi, y en el 2001, re­ci­bió el pre­mio Ford C. Frick, que le abrió las puer­tas al Sa­lón de la Fa­ma de Coo­pers­town.

El béisbol, ese que le pro­vo­có un amor a pri­me­ra vis­ta, final­men­te se rin­dió an­te la voz de Fe­lo Ra­mí­rez.

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