El fotógrafo puertorriqueño Omar Z. Robles lleva dos años retratando a bailarines en entornos urbanos, pero las imágenes que captó durante un viaje reciente a La Habana yuxtaponen lo sublime de la danza clásica al ritmo de la vida cotidiana, un ensayo que terminó sorprendiéndolo.
Robles viajó a la isla gracias a una beca de la Fundación Bessie, una oportunidad con la que soñaba desde hacía mucho, según declara en un artículo publicado en su blog titulado "En Cuba se vive bailando".
Cuba tiene una de las compañías de ballet clásico más reconocidas del mundo, el escenario ideal para un artista obsesionado con el tema, pero una vez en el terreno, Robles terminó documentando "una forma diferente de danza".
"Me encontré atrapado entre los bailarines que me disponía a fotografiar y la cadencia de los cubanos en las calles, equilibrando sus vidas en un esfuerzo por llegar al final de cada día", escribió Robles.
El fotógrafo opina que la isla tiene a algunos de los mejores bailarines del mundo precisamente porque el ritmo corre por su sangre afrocaribeña y por el entrenamiento heredado de la escuela rusa de ballet.
El artista describe el entorno que sirvió de escenario a sus espectaculares fotografías: calles angostas ladeadas por viejos muros, en las que los vendedores ambulantes pululan, y las personas intentan salir adelante económicamente con un salario de $25 al día.
En medio de la dura realidad, la pose grácil de una bailarina revela toda su magia.
En su página de Instagram, Robles tiene más de 140.000 seguidores, que valoran y agradecen su obra.