El negocio del arte cubano en EEUU, un asunto pendiente

Un león rojo creado por Roberto Favelo para la obra "Garras en la piedra" instalado en los arrecifes del malecón de La Habana (Cuba).

En la actualidad, Cuba y Corea del Norte son los únicos países en el mundo en los que las galerías de arte son propiedad del Gobierno y, por tanto, gestiona los precios de las obras.

Con el anuncio del restablecimiento de relaciones con Cuba, muchos galeristas y marchantes de Estados Unidos se preguntan si el mundo del arte será el próximo beneficiado del deshielo entre ambos países.

Si se compara con otros asuntos más importantes como los Derechos Humanos o la libertad de prensa, talvez pueda parecer un tema menor pero, como señala la web National Journal en un artículo, el arte está en el punto de mira de muchos galeristas.

Una gran parte de la apertura de ese mercado depende de que el Gobierno cubano cambie su sistema actual de gestión de las obras, el cual obliga a que todas las galerías sean estatales y, por tanto, fijen los precios. Si se autoriza la gestión privada todo sería diferente, incluido pagar un precio más justo, tal y como dice el galerista cubano residente en Miami Ramón Cernuda.

En la actualidad, Cuba y Corea del Norte son los únicos países en el mundo en los que las galerías de arte son propiedad del gobierno pero, como señala Cernuda, a pesar de que el presidente Obama y Raúl Castro dijeron en su reunión en Panamá que se han hecho progresos, los cubanos "no han cambiado una coma" en sus regulaciones comerciales para permitir galerías privadas.

Galeristas como este ponen de manifiesto la realidad de la exportación del arte cubano, que en el caso del traslado de obras a Estado Unidos es más complicado aún por cuestiones del embargo. En la práctica, no se puede exportar arte de un país a otro sin arriesgarse a sanciones como ha vivido en primera persona el propio Cernuda, y eso obliga a que las únicas obras que llegan sean las que los turistas adquieren a sus viajes.

También, como señala National Journal, las que compran los pocos viajeros de negocios estadounidenses que visitan la isla en programas como "People to People" –tipo agricultores– y que regresan con algún cuadro o escultura en la maleta.

Por todos estos condicionantes, lo que viene de Cuba es uno de los grandes negocios en el mundo del arte hoy. Hasta ahora, los agricultores, periodistas y otros viajeros a Cuba han comprado pinturas por precios tan económicos como $150 o grabados por menos de $100. Cernuda califica esas obras como "arte turístico", pero dice que es posible comprar obras de calidad de artistas cubanos emergentes o con cierto prestigio por precios entre $5.000 y $15.000.

Señala también que, a medida que Estados Unidos ha flexibilizado las restricciones de viaje, las celebridades han comenzado a viajar a Cuba para comprar cuadros por los que pagan más de $45.000. Prueba de ello es que la Bienal de La Habana que se inaugura el 22 de mayo espera este año batir su récord de asistentes.

Arte cubano reconocido en el mundo

Pese a todos estos inconvenientes, el interés de Estados Unidos por el arte cubano no es nuevo. Los críticos norteamericanos han tenido un gran respeto por él desde 1944, cuando el Museo de Arte Moderno de Nueva York, MOMA, celebró una exposición de pintores cubanos. Y ese interés llevó a la compra de "La jungla", una pintura de Wifredo Lam, una obra maestra.

Después, llegó una época más oscura para el arte. Con el establecimiento del embargo y la prohibición de comerciar y viajar a Cuba desde 1961, el contacto entre Estados Unidos y los artistas de la isla se interrumpió, por lo que éstos tuvieron que enfocarse más hacia Europa para poder darse a conocer. Una situación que se acentuó más a finales de los 80, cuando la Unión Soviética dejó de dar apoyo a Cuba y el propio Gobierno de Castro instó a los artistas a que vendieran en el extranjero.

Como resultado de todo este proceso, la realidad es que hoy "Cuba tiene más artistas por metro cuadrado que cualquier otro lugar en el mundo", según cuenta Cernuda. Todos ellos con una temática en sus obras que va de las pinturas tradicionales del campo, a obras modernas que expresan el descontento con la sociedad comunista.

El gran reto es valorar lo que se compra, ya que el sistema actual en el que el turista se tiene que llevar las obras no es "serio", ni un método que avalen los coleccionistas. De ese modo no se puede tasar con exactitud el precio real de una obra.

Por eso, como señala Cernuda, quien lleva vendiendo arte cubano en Estados Unidos desde hace décadas, es necesario que también se levanten las restricciones en materia de arte. Ese será el único modo de saber si pagar por un cuadro $50.000 puede estar incluso por debajo de su precio real.