El Gobierno cubano ha prometido que conseguirá en 2020 que todos los cubanos tengan internet. El Gobierno cubano está acostumbrado a postergar los avances en asuntos que son de crucial importancia para el desarrollo de la economía y de cualquier persona.
Estar hoy en día a la espera de tener internet en casa por espacio de cinco años parece una broma de mal gusto. En cualquier sociedad donde los ciudadanos gozan de conectividad sin problemas estar siete días sin internet en el hogar se convierte muchas veces en un drama.
Esto acostumbra a pasar cuando alguien se muda de una casa a otra y tiene que esperar a que la compañía telefónica le traslade la línea. Es un período de tiempo de unos siete días, que algunos solucionan accediendo a la red a través del wifi en cafeterías cercanas o en centros públicos. Por lo general, cualquier biblioteca o centro de estudios ofrece acceso a internet gratis. En algunas ciudades y pueblos incluso las autoridades habilitan redes de internet inalámbrico en espacios públicos, parques y plazas.
Estar conectado es algo fundamental actualmente para muchas personas, pues nos hemos acostumbrado a hacer cosas para lo que es imprescindible tener acceso rápido a la información. Desde un localizador GPS para llegar a una dirección concreta, o localizar un establecimiento que te interesa y que sabes que queda cerca pero no sabes cómo llegar. Todas estas aplicaciones han permitido el desarrollo de negocios y a muchos les ha ido bien que los puedan encontrar en internet.
El Gobierno cubano ha prometido que en 2020 los cubanos tendrán internet. Es una fecha un tanto lejana y, por otro lado, no deja de ser una promesa que, teniendo en cuenta el historial errático de las promesas revolucionarias, es normal que todo el mundo dude de que esos plazos se puedan cumplir.
Funcionarios del Gobierno de Estados Unidos han considerado que llegar a esa fecha no será posible si el régimen de La Habana no da un paso adelante y abre su mercado para que otras compañías entren a ofrecer sus servicios de conexión.
Está claro que eso supone un sacrificio muy importante porque el Gobierno pasaría a perder el control de las telecomunicaciones. Para La Habana es importante controlar los flujos de información y tener bien domesticados a sus ciudadanos, conscientes de todas las normas y de las líneas rojas que nunca van a poder cruzar.
Lo que sí parece inevitable es que la irrupción de internet para el desarrollo económico de cualquier sociedad es evidente, se trate de una sociedad comunista o capitalista. Un ejemplo de ello es la reciente puesta en marcha de una página de comercio online en Corea del Norte. Nadie podría imaginar que el país más cerrado del mundo acabara también por hacer sus experimentos en las redes (si bien se trata, según informes de prensa, de una plataforma alojada en una intranet local).
Las sociedades donde reina el libre mercado no ven nada más que beneficios en la hiperconectividad de los ciudadanos. Cuanto más conectados, más flujo de información comercial y, por tanto, más opciones para que un potencial consumidor encuentre un producto para consumir. Pero no es solo este campo el que avanza, también avanzan las opciones de conocimiento online, de educación continua a través de internet, nuevas formas de trabajo colaborativo en red. No hay nadie que en una democracia pueda poner pegas a internet.
Donde sí hay pegas y donde sí la conectividad produce tensión es en regímenes como el cubano. Allí sí que internet supone un problema gordo para los que hacen de la incomunicación de los demás su arma de control.