Las penetraciones del mar son frecuentes en el litoral habanero, sobre todo en la temporada de huracanes. Pero hasta que llegó Irma, nunca habían ocurrido, al menos a tales niveles, en un municipio pobre de la ciudad como Centro Habana.
Aún bajo la llovizna y los vientos residuales del huracán, abandonados a su suerte, con el agua hasta el pecho y sus escasas pertenencias a flote, los hacinados residentes de las calles cercanas al Malecón explotaron, pero no de ira, sino en un raro y resignado jolgorio de rumba, paseos y hasta dominó “acuáticos”.
Así lo describió la agencia EFE: “En la calle San Lázaro, unas cuarenta personas con el agua a la cintura arrancaron en una improvisada rumba afrocubana al ritmo de palanganas y cubos convertidos en tambores, comandados por "Fátima", una conocida transexual de la comunidad LGTBI cubana”.
“Mientras, el Parque Maceo, en pleno Malecón, se convirtió en una piscina gigante en la que los muchachos jugaban al ratón y al gato con los atribulados policías que trataban de hacerles cumplir las orientaciones de la Defensa Civil”
No había en ese momento comisarios políticos en el barrio para decirles que aquella catarsis era políticamente incorrecta. Y quizás nada hubiera sucedido de no ser porque las surrealistas imágenes se regaron como pólvora en medios y redes sociales.
Este miércoles el órgano oficial del Partido Comunista se ha encargado de ¿aguar? “la fiesta de los inundados” de Centro Habana.
En un artículo publicado en Granma, su subdirector, Oscar Sánchez Serra, describe lo sucedido en términos como “indisciplina” “irresponsabilidad” y “anarquía”, y asegura que “este no es un país de locos”
“No es un chiste, más bien es comida para la burla, que en medio de la situación creada por el impacto del gigantesco y devastador huracán Irma, en plena calle habanera, sumergidos hasta la cintura, cuatro hombres jueguen al dominó; tampoco que los jóvenes naden en esas letales aguas, incluso que adultos expongan a niños a una experiencia que no tiene nada que ver con la descarga de adrenalina que generan otras emociones. Cosas como esas solo pueden calificarse de indisciplina”, amonesta el comisario Serra.
“Hay que continuar insistiendo en la disciplina, el orden y la exigencia”, demanda, en el país de los “humanos derechos”.
Luego continúa con una filípica de la más rancia tradición fidelista y de “Granma”, dándole una mano de lechada teñida de rosa a la negra herencia de Irma, describiendo un país en recuperación ─gracias al visionario y difunto caudillo─ que solo existe en las páginas de Granma. Y comparando las cifras de la destrucción con las de Estados Unidos sin tener en cuenta las mayores dimensiones y población de este país.
“Por ejemplo, en territorio de la primera economía del mundo, según el diario Chicago Tribune, más de 5,5 millones de viviendas han quedado sin luz en la Florida. Mientras, de acuerdo con lo publicado por Daily Mail, el Departamento de Salud de ese estado comunicó a los residentes que pueden encontrar sueltos caimanes y serpientes, desplazadas de sus hábitats tras la feroz tormenta”.
El Comisario Serra no podía despedirse sin algunos párrafos de manoseada lírica revolucionaria y que recordaran a los cubanos la rigurosa disciplina de Estado militar-policial que tienen que acatar hasta cuando están inundados:
“En nuestro verde caimán caribeño que es la geografía cubana, lo que hay suelto es otro huracán, pero de espíritu y resistencia. Es de pueblo en recuperación y también con categoría 5 y en su epicentro, en todas las provincias como Irma, han estado los principales dirigentes de la Revolución, evaluando, controlando y orientando”.
“Aquí, en esta tierra, ni ante huracanes, epidemias inducidas, agresiones o frente a cualquier circunstancia, no se manda a nadie a rezar. Cuando la trilogía de vocablos [disciplina, orden, exigencia] que no es mágica, se establece, la orden es de combatir para salir adelante”.