Jóvenes cubanos se ganan la vida en la calle

Vista de unos puestos de venta de artesanías en la ciudad de Santiago de Cuba donde se celebrará el 26 de julio

Cambian la escuela por la calle y viven de revender o negociar baratijas, tabacos, ron cubano de marca, música de moda, y mercancías de Ecuador y Venezuela...
A la sentencia que se repite de generación en generación de que la juventud está perdida, se le suman las dificultades propias de la época. Leonardo Padura, el multipremiado narrador cubano cree que hay un sector informal en Cuba que ha perdido las oportunidades de superarse y se convertirán en los indeseables de mañana, así lo describe en Cuba, futuro imperfecto un artículo publicado en la agencia IPS.

Los jóvenes a los que Padura se ha referido en su más reciente crónica cambian billetes por monedas para que los pasajeros puedan montar a los ómnibus en la capital cubana. Unos venden caracoles en las calles del exclusivo balneario de Varadero, otros ofertan bidones para acarrear agua, baterías para automóviles o cualquier artículo en falta en medio de la crisis económica. Todos tienen un denominador común: están buscando sobrevivir al ahogo y la desesperanza.

"Los oficios informales existen en todo el mundo. Pero proliferan, sobre todo, donde existen problemas de pobreza y desempleo. En Cuba casi desaparecieron por décadas, en parte por razones económicas y en parte por compulsión social.

El resurgimiento y auge de estos modos de ganarse la vida tiene como causa económica la desproporción entre salarios y costo de la vida, y como principales protagonistas a jóvenes. Son personas en muchos casos todavía en edad escolar (pre o universitaria) que han optado, o se han visto obligados a optar, por la calle en lugar de un pupitre",
escribe Padura.

“No trabajo con el estado pues ganaría la cifra para obtener 10 CUC y con eso no puedo comprar más allá del aseo personal y no hago trabajo por cuenta propia porque entre los trámites y la inversión inicial necesitaría el dinero que no tengo ni he podido reunir en toda mi vida”, dice Ramón Álvarez, de 35 años y residente en Guantánamo.

“Prefiero ayudarle a mi esposa a revender ropa en mi casa o vender el folio (también conocido como la bolita o lotería) que estar luchando con los inspectores y la lucha para conseguir materias primas para hacer cualquier trabajo autorizado”, afirma.

Ocho horas sentado en una silla plegable, frente a un canapé repleto de baratijas y misceláneas no le reportan a William Zaldívar el sustento para mantener a su familia. Es un hombre joven que ejerce el trabajo por cuenta propia en los alrededores del Hospital provincial de Holguín y no es precisamente un problema de acomodo personal lo que lo hace casi desistir de esta labor.

“Es una situación muy dura con la represión pues el gobierno quedó en abrir almacenes mayoristas para nosotros ofertarle al pueblo, pero no lo ha hecho. Las Tiendas Recaudadoras de Divisa, conocidas como TRD son del ejército y las únicas autorizadas a comprar en el exterior para revenderle al pueblo, y eso no lo han cumplido”, afirma Zaldívar.

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William Zaldívar habla sobre trabajo por cuenta propia


Jóvenes en edad escolar (preuniversitario o después de abandonar los estudios superiores) venden baratijas, tabacos, ron cubano de marca, música de moda, copias falsas de carteras, cintos o relojes traídos a Cuba desde Ecuador, Venezuela o Miami. Si logran obtener algún beneficio, lo utilizarán en una noche de discoteca, un regalo para la novia de turno o en: “tomarme unas cervezas con mi mujer, comerme una pizza y seguir para adelante, que la vida es corta, mi amigo”, concluye Ramón.

Desde la ciudad de Pinar del Río Joel Fernández considera que “sí hay acceso al trabajo por cuenta propia, pero sus condiciones no son rentables. El que lo hace es porque tiene acceso a estas materia primas. Todos los bienes los tiene controlados el Estado, pero no te da un precio módico, como el que existe entre empresas, para que tú como cuentapropista compres lo que vas a elaborar. No puedes ir a una empresa a comprar un saco de harina de pan al mismo precio que lo hace el estado; tienes que comprarlo en un precio que está en CUC y tienes que cambiar 25 pesos de tu salario para comprar 1 CUC, y eso no es rentable”, afirmó.

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Joel Fernández habla de la dificultades para realizar el trabajo por cuenta propia


Las crónicas, notas de prensa y columnas de opinión en los medios oficiales se preocupan por la propensión de los jóvenes al menor esfuerzo. Hace dos años se implementó la más severa ola de desempleo en 54 años de proceso comunista y la solución fue quitar la mordaza que impedía a los cubanos ejercer sus talentos por cuenta propia en ventas, confecciones y elaboración de alimentos y productos deficitarios. El discurso oficial no habló entonces de “la ley del menor esfuerzo”.