El fusilamiento de tres jóvenes negros en abril de 2003 en Cuba despierta la indignación y el reproche de la sociedad civil de la Isla cuando se cumplen 20 años del hecho.
“Este suceso lo vemos como parte del racismo institucional que siempre ha reservado el régimen cubano contra los afrodescendientes, particularmente, aquellos que se desvían de la ruta de la llamada hegemonía revolucionaria”, indicó a nuestra redacción el investigador Juan Antonio Madrazo Luna, presidente del independiente Comité Ciudadano por la Integración Racial.
“Generalmente se castiga fuertemente aquí el gesto de disidencia por parte de los afrodescendientes, porque todavía está anclado en el imaginario y en la misma narrativa revolucionaria que los afrodescendientes tenemos que estar agradecidos a la revolución. Es parte del racismo institucional de la Revolución Cubana, de sus dirigentes, del propio Partido Comunista que se identifica como fuerza dirigente superior de la ‘revolución”, subrayó el activista.
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Enrique Copello Castillo, Bárbaro Leodan Sevilla García y Jorge Luis Martínez Isaac fueron ejecutados tras un juicio sumarísimo, sin garantías procesales, nueve días después de su arresto.
Los tres jóvenes, junto a otros ocho, intentaron secuestrar la lancha ''Baraguá'', que hacía el trayecto entre Regla y La Habana Vieja, con el fin de llegar a Estados Unidos.
El fusilamiento de los tres jóvenes fue repudiado mundialmente. Personalidades de la política y de la cultura expresaron su descontento, entre ellos el premio Nobel de Literatura José Saramago.
En la misma causa fueron sentenciados a cadena perpetua Maikel Delgado Aramburo, Harold Alcalá Aramburo, Yoanny Thomas González y Ramón Henry Grillo.
Treinta años de privación de libertad para Wilmer Ledea Pérez y cinco para su hermana Ana Rosa Ledea Ríos. Tres años para Yolanda Pando Rizo y dos para Dania Rojas Góngora.
En una entrevista con Radio Televisión Martí, la abogada cubana Laritza Diversent dijo que los muchachos fueron acusados de terrorismo por participar en un incidente donde ninguno de los pasajeros corrió peligro, y destacó que en el proceso legal que se siguió contra ellos “hubo una violación completa”, porque se les sancionó a altas penas sin haber causado muertes o lesiones.
Madrazo Luna se refirió a que, al contrario de lo que proclama el discurso oficial que replantea las estructuras culturales, sociales, económicas y humanitarias en el país, los afrodescendientes siempre han sido relegados y discriminados por la cúpula gobernante cubana.
“Y ese crimen orquestado por el castrismo es parte de muchas de las secuelas que ha dejado sobre la afrodescendencia el paso de la revolución, y se está viendo ahora donde las desigualdades están lastimando la vida de todos los ciudadanos cubanos y cubanas, pero en particular la vida de los afrodescendientes”.
A pesar de que la Constitución cubana instituye que "todas las personas son iguales ante la ley" e impugna el racismo y la discriminación por el color de la piel, especialistas sustentan que la marginación de los afrodescendientes es usual.
“Son muchas las vidas de afrodescendientes que han sido marcadas por el poder hegemónico de la Revolución Cubana y va desde, por ejemplo, personajes como Walterio Carbonell, intelectual que fue durante muchísimos años condenado al ostracismo, la muerte civil; el caso de Nicolás Guillén Landrián y, más reciente, los encarcelamientos de los artistas afrodescendientes Luis Manuel Otero Alcántara y Maikel Castillo "El Osorbo", detalló el estudioso.
Analistas consideran que la marginación, en especial, en la que vive la mayoría de la población afrocubana, fue uno de los desencadenantes de las manifestaciones del 11 de julio.
“Las largas condenas que recibieron los manifestantes del poblado La Güinera [en La Habana], que en su mayoría era afrodescendientes como lo son los de la Calzada de Diez de Octubre. Todos estos años continuamos en el mismo punto e, incluso, se ha profundizado aún más ese odio sobre quienes somos negros y disentimos”, concluyó Madrazo.