Mientras en EEUU continúa la investigación sobre las filtraciones a gran escala de documentos secretos del Pentágono, que incluyen planes de la contraofensiva del ejército ucraniano, la propaganda rusa intenta sacar el máximo provecho de la situación. Para ello, como escribe Jamestown Foundation, los propagandistas recurren a mensajes que se contradicen entre sí, desmesuradamente.
Por una parte, afirman que las filtraciones han perjudicado de manera colosal la reputación de EEUU. El “americanista” ruso Malek Dudakóv señala que una confirmación más de que EEUU está espiando a sus aliados ya ha enfurecido a Israel y Corea del Sur. “Muchos amenazan a EEUU con compartir en menos ocasiones información de la Inteligencia con el país. Y yo sospecho que eso realmente puede suceder”, considera Dudakóv.
Otros expertos pro-Kremlin, al contrario, insisten en que los datos publicados forman parte de una cuidadosa estrategia planificada por los servicios especiales estadounidenses. Según ellos, este lanzamiento muestra que Washington está reconsiderando su actitud hacia la ayuda a Ucrania y, por lo tanto, está tratando de encontrar una razón para reducir esta ayuda. Según los propagandistas, dicho motivo puede ser el comportamiento “rebelde” del presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, o complicaciones en las relaciones con los aliados.
Parece ser que la apuesta a que Occidente detendrá su apoyo a Ucrania es la única esperanza del Kremlin en el contexto de su incapacidad de lograr cierta victoria militar, y en medio de rumores sobre la contraofensiva ucraniana. Con este objetivo, a parte de las continuas incitaciones al temor a la Tercera Guerra Mundial y a la retórica de que las sanciones a quienes más perjudican es a países occidentales, Moscú está tratando activamente de demonizar Ucrania.
Como señalan los opositores rusos, el objetivo de dicha demonización es la creación de una imagen negativa de la víctima, que permitirá alejar de ella, si no a los países occidentales, al menos a los países neutrales. Este punto de vista fue expresado por los politólogos de la oposición rusos Vladimir Pastujóv y el ex presidiario político Mijail Jodorkovskyy, en una discusión sobre el asesinato del corresponsal de guerra pro-Putin y ex combatiente Maksim Fomin, conocido bajo el seudónimo de “Vladlén Tatarskyy”.
Fomin falleció el 2 de abril en una de las cafeterías de San Petersburgo donde celebraba un evento creativo con sus fans. La acusada del asesinato del corresponsal es Daria Trepova, de 26 años, ex seguidora de líder opositor ruso Aleksey Navalnyy y activista contraria a la guerra. Fue ella quien trajo la estatuilla de Tatatskyy que contenía un explosivo a la reunión con el mismo. El propagandista murió en el acto de la explosión, varias decenas de personas resultaron heridas.
Existen varias versiones sobre este acto terrorista. De acuerdo con la declaración oficial de FSB (Servicio Federal de Seguridad), la explosión fue organizada por los servicios especiales ucranianos, que usaron a la chica con inclinaciones disidentes en sus propios intereses. La propia Daria Trepova también afirma que estaba segura de que estaba trabajando para periodistas ucranianos y realizaba sus tareas de manera consciente, sin embargo, pensaba que el busto contenía equipos de escucha, no explosivos. Trepova afirma que las personas para las que trabajaba le tendieron una trampa.
Muchos expertos opinan que la chica fue utilizada “a ciegas” por alguna de las agrupaciones internas de la élite rusa, la cual decidió ajustar cuentas con el “incómodo” corresponsal militar Fomin, quien antes había criticado reiteradamente al Ministerio de Defensa ruso. El político opositor, ex oficial de los servicios especiales soviéticos y rusos Gennadiy Gudkóv, cree que el pasado criminal y el ascenso repentino del propagandista lo hicieron objetable para los grupos rivales. El opositor también considera que el asesinato de Tatarskyy puede convertirse en una señal del refuerzo de las represiones internas.
Los expertos también presuponen la versión de que los propios servicios especiales rusos iniciaron el atentado terrorista, para después acusar a Ucrania y a la disidencia antibélica rusa, aunque no descartan que el asesinato pudiera haber sido cometido por representantes radicales de la “clandestinidad contra la guerra”. Formalmente, la responsabilidad de la explosión fue asumida por el llamado Ejército Nacional Republicano, asociado con el exdiputado de la Duma Estatal, Ilya Ponomaryov. Sin embargo, muchos observadores consideran que esta versión es “poco probable”.
Al mismo tiempo, Vladimir Pastujóv y Mijail Jodorkovskyy están de acuerdo en que el Kremlin no necesita razones especiales para aumentar la represión. En su opinión, actualmente los órganos represores pueden encarcelar hasta 10 mil presos políticos, y esto no provocará ningún tipo de indignación entre la sociedad. Los expertos se inclinan por pensar que la representación de Ucrania como un “Estado terrorista” es imprescindible, no tanto para la propaganda interna como para la externa. En este contexto, según ellos, la imagen de Ucrania como de un país víctima puede desvanecerse y los países neutrales percibirán esta guerra como un conflicto local, en el cual es difícil detectar a los culpables.
La opinión de los expertos de la oposición también coincide con las conclusiones de los politólogos pro-Kremlin, quienes aseguran que será muy fácil formar una actitud negativa en la sociedad hacia los ciudadanos pro-ucranianos, y no se necesitan esfuerzos especiales para esto. También advierten al Estado contra la exageración de la situación, para no provocar una ansiedad innecesaria en la sociedad.
Al mismo tiempo, Moscú está realmente preocupada por su imagen entre los países no occidentales, y trata activamente de incrementar su influencia en los países del “Sur Global”, el Este e, incluso, en América Latina. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos titánicos de los cuerpos represivos y de la propaganda, se pueden identificar varios puntos en esta situación que no testifican en favor del Kremlin. En primer lugar, independientemente de quién exactamente usó a la joven y con qué propósito, la apariencia misma de Daria Trepova sugiere que hay personas en Rusia que están listas para luchar contra la invasión a Ucrania bajo su propio riesgo. Esto también se evidencia en el ejemplo del ex oficial de FSO (Servicio Federal de Protección) Gleb Karakulov, quien se pronunció en contra de la guerra.
En segundo lugar, la excesiva esperanza del cambio de política de Occidente y el apoyo del Este testifica que Rusia carece de recursos internos para ganar la guerra. Confiemos en que la comunidad mundial no caiga en las provocaciones rusas y no se olvide de quien, exactamente, es la víctima, y quién es el agresor.
Traducido por StopFake