La generación de los "P" releva a Monseñor Meurice

El papa Francisco acompañado del cardenal Jaime Ortega (i), saluda al joven Leonardo Fernández (d), quien pronunció un discurso durante un encuentro con jóvenes (20 de septiembre, 2015).

Un laico de la generación de "jóvenes que montan en P", los atestados metrobuses de La Habana, expuso al Papa la realidad de los cubanos. Texto del mensaje.

El diario madrileño El País decía esta semana en un editorial titulado "Silencios de Francisco" que "por mucho que se insista a veces en lo contrario, la visita de un Papa a un país, salvo contadísimas excepciones, tiene un carácter mucho más político que religioso. Eso es lo que ha ocurrido con el viaje de Francisco a Cuba. Pero al contrario de lo sucedido con sus dos antecesores (Juan Pablo II en 1998 y Benedicto XVI en 2012), han sido más importantes las palabras que no se han pronunciado que las escuchadas de labios de Francisco".

El matutino lamentaba que pese a ser un Papa tan político "lo más duro que el presidente cubano, Raúl Castro, ha escuchado en público de boca del Papa es reclamar una 'revolución de la misericordia'".

Y es que siempre se espera de un Papa en viaje pastoral que voltee las mesas de los mercaderes; que haciendo buen uso de la autoridad moral y espiritual de la Iglesia, se convierta, siquiera por unos días, en el azote de los poderosos y la voz de los desfavorecidos.

En sociedades cerradas como la cubana, donde la libertad de expresión es penalizada y quienes desafían esa prohibición son amordazados y sometidos a toda clase de castigos, un sucesor de Pedro puede erigirse también en la voz de los sin voz.

El opositor Zaqueo Báez es interceptado cerca del papa Francisco.

Como se informó durante la semana, aunque Francisco aseguró que no se había enterado, decenas de disidentes que intentaron llegar a eventos del programa del Papa, incluyendo a cuatro que llegaron cerca del papamóvil, fueron detenidos, o impedidos de hacerlo, por la policía política. Todo estaba previsto para que el Papa, que optó por callar a fin de abrir más espacio a la Iglesia cubana, en lugar de erigirse en abanderado de las quejas del pueblo de la isla, se fuera de Cuba también sin escuchar a los cubanos.

Entonces, en el encuentro del Pontífice con los jóvenes, frente al antiguo seminario San Carlos, se dejó escuchar la voz de Leonardo Fernández, un laico que define a su generación como de "jóvenes que montan en P", los siempre atestados metrobuses articulados de La Habana que tienen marcadas en su ruta pocas paradas (y hacen en realidad menos de las que debieran).

Los muros caen

Desde la visita de Juan Pablo II, el Gobierno de la isla se ha preparado para ocultar en cada viaje papal la opresión y las penurias que padecen los cubanos pintando fachadas, arrestando a disidentes y recogiendo de las calles a mendigos e indigentes. Esa frágil muralla de Jericó se derrumbó en un momento en 1998 con el retumbar de la voz de Monseñor Pedro Meurice, el arzobispo de Santiago de Cuba, cuando le daba al Papa polaco la bienvenida a la ciudad:

Pedro Meurice, arzobispo de Santiago de Cuba y el papa Juan Pablo II (i-d).

"Deseo presentar en esta Eucaristía a todos aquellos cubanos y santiagueros que no encuentran sentido a sus vidas, que no han podido optar y desarrollar un proyecto de vida por causa de un camino de despersonalización que es fruto del paternalismo. Le presento, además, a un número creciente de cubanos que han confundido la Patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido en las últimas décadas y la cultura con una ideología. Son cubanos que al rechazar todo de una vez sin discernir, se sienten desarraigados, rechazan lo de aquí y sobrevaloran todo lo extranjero. Algunos consideran esta como una de las causas más profundas del exilio interno y externo".

"Santo Padre: Durante años, este pueblo ha defendido la soberanía de sus fronteras geográficas con verdadera dignidad, pero hemos olvidado un tanto que esa independencia debe brotar de una soberanía de la persona humana que sostiene desde abajo todo proyecto como nación".

Cuando el "León de Oriente" presentó su renuncia por llegar al límite de edad como es norma en la Iglesia, (luego fallecería en Miami en 2011 por complicaciones de su diabetes), parecía que la institución iba a quedar tan emasculada y relegada al papel de corista como los legendarios cantantes castrati de la Capilla Sixtina.

El opositor Andrés Carrión es sacado a golpes de la misa de Benedicto XVI en Santiago de Cuba.

(Durante la visita de Benedicto XVI en 2012 fue un opositor, también en la misa de Santiago, quien hizo escuchar la voz del pueblo cubano. Andrés Carrión Álvarez, un licenciado en Rehabilitación Social y Ocupacional, no figuraba todavía en los archivos de la Seguridad del Estado en el reparto Versalles cuando fue sacado a golpes de la explanada por gritar "Abajo el comunismo". Carrión estaba, entonces, gestionando su ingreso a la opositora Unión Patriótica de Cuba).

Pero la Iglesia no es el templo, ni es la jerarquía, sino el pueblo de Dios, y el pueblo de Dios en Cuba padece las mismas privaciones materiales y los mismos empellones e intimidaciones del régimen autoritario que el resto del pueblo cubano. Y eso es lo que llena de autenticidad el mensaje de bienvenida al papa Francisco de Fernández, el joven de la generación "P" que, sin que tampoco pudieran preverlo los planificadores de la policía política, se convirtió en el relevo perfecto de Monseñor Meurice:

Querido papa Francisco:

Aquí hoy estamos los jóvenes cubanos. Somos muchachas y muchachos de líos profundos, que a veces nos llevan a perder la fe. Pero a pesar de todos estos problemas, sabemos superarlos y crecernos antes las adversidades de esta difícil realidad socioeconómica que nos tocó vivir. Somos chicos y chicas que montan en "P" (autobuses articulados), nuestro medio de transporte público, para ir al trabajo o a la Universidad.

Metrobús habanero: Chicos y chicas que montan en 'P'.

Pero esta agitada vida no nos hace perder la alegría de vivir, la cual queremos compartir con usted, nuestro padre y pastor.

Ante ti, querido papa Francisco, hay jóvenes, diversos y plurales, cristianos de todas las denominaciones; practicantes de religiones afrocubanas; creyentes de fe sencilla, profunda y no institucionalizada; no creyentes.

Pero algo nos une ente estas diferencias de pensamiento que van desde la ideología, la religión, hasta cualquier otra forma de protección ante la vida. Lo que nos une ¡es la esperanza de cambios profundos para Cuba! (ovación) donde nuestro país sea un hogar que acoja a todos sus hijos, ¡piensen como piensen y estén donde estén! (ovación).

Las limitantes que enfrentan los jóvenes cubanos son muchas: las mismas que enfrentan los jóvenes de otras latitudes y otras típicas de nuestra realidad. Pero no queremos gastar nuestro tiempo con usted en esto que todos sabemos.

En este ratito que nos dedica de manera especial hay algo que decirle: nuestra gran fortaleza radica en mantener a toda costa nuestra solidaridad, que nos ayuda a caminar a paso decidido por encima de cualquier obstáculo.

Hoy no solo queremos presentarle nuestros sueños, sino queremos pedirle su oración por nuestro país, por nuestras familias cubanas, por nuestros amigos y conocidos, que están en este país o que han emigrado.

Le queremos pedir algo especial: que renueve en nosotros la esperanza de que se puede crecer, estudiar, trabajar, caminar, soñar y ser feliz en esta compleja realidad que nos tocó vivir.

Ayúdenos, Santo Padre, a ser jóvenes que sepamos acoger al que piensa diferente; que no nos encerremos en los conventillos de las religiones o las ideologías; que podamos crecernos ante el individualismo y la indiferencia, grandes males de la rutina cubana; que al salir de aquí seamos capaces de interpretar los signos de nuestros tiempos y nos tomemos todos de las manos para construir una Cuba como la quiso nuestro héroe nacional, José Martí: ¡con todos y para el bien de todos! (ovación).

Y que este encuentro con usted nos permita que nuestra Patria sea una tierra de reconciliación y un espacio para la cultura del encuentro. Y que, conforme nos enseñó nuestro querido padre Félix Varela, asumamos el reto de ser "la dulce esperanza de la Patria".

Santo padre, el agua nos confirma la alegría de los jóvenes cubanos por que usted nos dedique hoy (su tiempo). Muchos han sido los inconvenientes, pero está con nosotros.

El agua no nos detendrá para darle una bienvenida como el Papa que la Iglesia y que los jóvenes necesitaban y quieren. ¡Bienvenido a Cuba, los jóvenes cubanos lo queremos! (ovación).