Las motivaciones de Pedro Luis Boitel (VIDEO)

Pedro Luis Boitel, líder estudiantil cubano. Fue arrestado en 1961 y falleció en 1972 en la prisión, tras una huelga de hambre.

Artículo de análisis del periodista de Radio Martí Pedro Corzo

"Las motivaciones de Pedro Luis Boitel" fue el nombre de una conferencia que el insigne poeta y ex prisionero político Ángel Cuadra impartió en la Universidad Popular Autónoma de Puebla, México, hace 20 años dedicada a la memoria del mártir cubano.

Cuadra nos describe un hombre de una integridad a toda prueba. Reflexiona sobre un joven que combatió al régimen de Fulgencio Batista con todos los recursos a su alcance, que partió al exilio donde retó las ambiciones de los Castro de controlar la información y que, a su regreso a Cuba, fue fiel al decir martiano, “Solo la verdad nos pondrá la toga viril”.

Pedro Luis apreció desde los primeros meses de la victoria insurreccional, cuando muchos notables de la República estaban enceguecidos por el mesianismo fidelista, que el proceso estaba dirigido por depredadores. Por sujetos obsesionados con el poder absoluto.

Las convicciones de Boitel eran tan fuertes y profundas que no temió la soledad inicial de su causa. La justicia y la libertad fueron sus baluartes. Mientras algunos de sus compañeros del Movimiento 26 de Julio se plegaron a los nuevos déspotas, él se internaba en un nuevo proceso que le tomaría la vida.

Consciente de la importancia de movimiento estudiantil en la vida republicana aspiró a la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria, FEU. Su candidatura chocó frontalmente con los planes del caudillo, que ya había trazado cuáles serían las tareas del estudiantado bajo el totalitarismo. Pedro Luis se dispuso a una nueva lucha, mucho más cruenta y difícil que la anterior, ya que habría que combatir a la ominosa Unión Soviética, el verdadero patrón del régimen que se estaba instaurando en Cuba.

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Pedro Luis ya estaba luchando contra la nueva dictadura mientras algunos compañeros suyos servían como verdugos. Este joven de 28 años junto a otros valientes, tuvo la clarividencia de vislumbrar lo que un amplio sector del pueblo cubano se negaba a ver en aquellos primeros meses de una histeria colectiva en la que el nuevo régimen usaba el paredón de fusilamiento para dilucidar las diferencias.

En los días que Pedro Luis fue a prisión fusilaban a antiguos revolucionarios, entre ellos al presidente de la FEU de Las Villas, Porfirio Ramírez, y al comandante del ejército rebelde, Plinio Prieto. En “la calle” la resistencia a la dictadura se multiplicó, el desencanto cundió en las huestes del tirano, y en la cárcel Boitel se fue convirtiendo en un símbolo de la resistencia.

Con solo evo­car su nom­bre nos viene a la mente el dolor y pesar de las huelgas de hambre. Pedro Luis Boitel fue una de las indi­vi­dua­li­da­des que logró en el pre­si­dio una plena madu­rez por su capacidad de sacrificio. Era, afirman muchos de sus más allegados, un hombre difícil, complicado, suscitaba sen­ti­mien­tos y valo­res encontrados porque su actitud era consecuencia de sus convicciones.

Algu­nos sen­tían una pro­funda sim­pa­tía hacia su per­sona y otros recha­za­ban su carác­ter. Era un ser humano común, pero muy espe­cial en lo que se refería a la defensa de sus con­vic­cio­nes y capa­ci­dad de sacri­fi­cio en la búsqueda de la mate­ria­li­za­ción de sus ideales.

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La pri­sión para todos fue intensa, cruda y dura, pero Boitel se encuentra entre los que siempre escogieron el camino más difícil. En diciem­bre de 1960, en la for­ta­leza de la Cabaña, con­vierte por pri­mera vez su cuerpo en el arma de su espí­ritu. A par­tir de ese momento realizó nume­ro­sas huel­gas de ham­bre. Algu­nas dura­ron sema­nas, otras, meses.

Pedro Luis inició la última bata­lla de su vida el 3 de abril de 1972 con su cuerpo como arma y escudo. Su ago­nía se exten­dió por 53 días.

Eduardo Figue­roa, “Maqueca” para sus com­pa­ñe­ros de pre­si­dio, fue la per­sona más pró­xima a Boi­tel en los días fina­les de su exis­ten­cia. Figue­roa cuenta cómo Pedro Luis se pre­paró para enfren­tar el nuevo reto, mientras pedía a sus com­pa­ñe­ros que en nin­gún momento infor­ma­ran a la direc­ción del penal sobre su estado de salud.

Enflaquecía, vomi­taba y ori­naba san­gre. Cuenta Figue­roa en el documental Boitel, Muriendo a Plazos, del cineasta Daniel Urdanivia y producido por el Instituto de la Memoria Histórica Cubana Contra el Totalitarismo (aclaración: soy fundador y miembro del Instituto), que en el día 45 de la huelga pidió que le afei­ta­ran, recuerda que su ros­tro era piel y hue­sos, que refle­jaba la debi­li­dad de un orga­nismo que estaba en el umbral de la muerte, a la vez que se sentía la fortaleza de su espíritu e ideales, su disposición a la entrega total. Des­cribe cómo se le hun­día el pecho, pedía su bas­tón y el reloj y solo que­ría estar cubierto con la col­cha que le había enviado su madre. Su res­pi­ra­ción era cada vez más lenta. Ape­nas bebía agua por­que le producía nauseas incesantemente.​

Documental "Boitel: muriendo a plazos" (2009), realizado por el Instituto de la Memoria Histórica Cubana Contra el Totalitarismo​

El día 50 vomitó san­gre. Se enjuagó la boca, pero sus dien­tes seguían man­cha­dos de rojo. Dice que le pidió un ciga­rro y le pre­guntó la hora. Eran las 8:10 de la mañana. Figue­roa le pidió per­miso para soli­ci­tar asis­tencia médica, a lo que Pedro Luis rehusó, diciéndole en un mur­mu­llo que recor­dara su deter­mi­na­ción, no olvi­dara hacerle lle­gar sus per­te­nen­cias a su madre y se hiciera amigo de su her­mano. Ese día las mos­cas empe­za­ron a acompañarlo; las espan­taba, pero retor­na­ban con pesada insistencia.

El 22 de mayo trató de hablar y no pudo. Tam­poco orinó ni tomó agua. Del ciga­rri­llo que le puso en la boca solo aspiró tres o cua­tro boca­na­das rechazándolo casi de inmediato.

Al día siguiente, con­tra­vi­niendo la volun­tad del huel­guista y asu­miendo toda la res­pon­sa­bi­li­dad con el resto de los com­pa­ñe­ros de la galera, Figue­roa llamó a las auto­ri­da­des del penal.

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Horas más tarde lle­ga­ron dos fun­cio­na­rios, un sar­gento y un ofi­cial de apellido Val­dés, quien dijo: “Efec­ti­va­mente está muy grave. Infor­maré que está muy mal, que está grave, se puede ver a sim­ple vista. Ahora bien, ya noso­tros esta­mos can­sa­dos de Pedro Luis Boi­tel y de sus huel­gas… lo que él pide no se lo vamos a dar. Si fuera por mí, se moría ahí mismo. Pero como yo no decido en este asunto y este es un caso de arriba yo infor­maré al minis­tro… pero llé­vate la impre­sión de que se va a joder”.

A Boi­tel no lo encon­tró la muerte, la buscó. Mar­chó hacia ella con la con­cien­cia de que el camino del deber es el más difícil, por eso hoy y siempre será uno de los símbolos de la Resistencia del pueblo cubano en la lucha contra el totalitarismo.