Con Chapman y Elías hay orgullo en Guantánamo y en Holguín, pero el desconcierto reina en la vecina Bayamo, donde Alfredo Despaigne se consume de aburrimiento en el agobiante verano oriental.
Si una maldita lesión --fue sometido a la cirugía Tommy John-- frenó de golpe el meteórico ascenso del cubano José Fernández en las Grandes Ligas de EE. UU., otro pitcher, Roenis Elías, regaló este domingo una bocanada de aire fresco a los aficionados en la Isla.
Elías, comparado con Fernández, parece reflejar el negativo de aquellas fotografías ahora en desuso: este hombre que, desde la lomita de Seattle, lanzó nueve ceros sobre Detroit, es zurdo, moreno, y todavía no iguala el carisma del lesionado. Pero está ungido del mismo coraje.
Detroit había amanecido con .272 de promedio colectivo, en tanto los Marineros echaban de menos, por cuarta fecha consecutiva, a su mejor madero, Robinson Canó, en la lista de los deshabilitados.
Nada de eso le aflojó las piernas al negrito de Guantánamo: los Tigres, achicados como gatitos, le arañaron tres hits, y la tanda del primero al cuarto --incluidos los ases Miguel Cabrera y Víctor Martínez-- se fue de 15-0.
Para adornar su joya en el montículo, el zurdo oriental concedió un boleto pero abanicó a ocho del Detroit. Lo hizo con un total de 111 pitcheos (72 strikes), con la curva como su mejor arma, mejoró su récord de ganados y perdidos a 4-4 y su efectividad a 3,53.
Los cronistas de MLB, por su parte, recordaron cómo Elías se había escapado de Cuba en una embarcación, bajo la luna, y llegó a Cancún, México, 30 horas después; que firmó con las Mayores en 2011, y que debutó este año cuando Seattle se vio apremiado por las repentinas lesiones de dos de sus abridores, Hisashi Iwakuma y Taijuan Walker.
El zurdo, de 6’1’’ y 190 libras, entró con el pie derecho al Big Show, el pasado tres de abril. Su llegada al mundo del mejor béisbol fue en cuna de oro: venció a los Rangers con trabajo de una carrera limpia en 6,2 innings.
Y si de morenos guapos se trata, Aroldis Chapman confirmó en esta última fecha que del pelotazo y la intervención en el quirófano solo le quedan las anécdotas. Ahora negoció los tres outs finales del Cinci sobre Arizona, con dos ponches y pese al tiempo perdido ya suma siete juegos salvados.
Con Chapman y Elías hay orgullo en Guantánamo y en Holguín, pero el desconcierto reina en la vecina Bayamo, donde Alfredo Despaigne se consume de aburrimiento en el agobiante verano oriental. Los manejos sucios y --como mínimo-- una imperdonable candidez de las autoridades cubanas derivaron en la expulsión del toletero de la Liga Mexicana, tras el culebrón del pasaporte dominicano falso.
Como en las telenovelas, el capítulo final está pendiente.
Elías, comparado con Fernández, parece reflejar el negativo de aquellas fotografías ahora en desuso: este hombre que, desde la lomita de Seattle, lanzó nueve ceros sobre Detroit, es zurdo, moreno, y todavía no iguala el carisma del lesionado. Pero está ungido del mismo coraje.
Detroit había amanecido con .272 de promedio colectivo, en tanto los Marineros echaban de menos, por cuarta fecha consecutiva, a su mejor madero, Robinson Canó, en la lista de los deshabilitados.
Para adornar su joya en el montículo, el zurdo oriental concedió un boleto pero abanicó a ocho del Detroit. Lo hizo con un total de 111 pitcheos (72 strikes), con la curva como su mejor arma, mejoró su récord de ganados y perdidos a 4-4 y su efectividad a 3,53.
Los cronistas de MLB, por su parte, recordaron cómo Elías se había escapado de Cuba en una embarcación, bajo la luna, y llegó a Cancún, México, 30 horas después; que firmó con las Mayores en 2011, y que debutó este año cuando Seattle se vio apremiado por las repentinas lesiones de dos de sus abridores, Hisashi Iwakuma y Taijuan Walker.
El zurdo, de 6’1’’ y 190 libras, entró con el pie derecho al Big Show, el pasado tres de abril. Su llegada al mundo del mejor béisbol fue en cuna de oro: venció a los Rangers con trabajo de una carrera limpia en 6,2 innings.
Y si de morenos guapos se trata, Aroldis Chapman confirmó en esta última fecha que del pelotazo y la intervención en el quirófano solo le quedan las anécdotas. Ahora negoció los tres outs finales del Cinci sobre Arizona, con dos ponches y pese al tiempo perdido ya suma siete juegos salvados.
Con Chapman y Elías hay orgullo en Guantánamo y en Holguín, pero el desconcierto reina en la vecina Bayamo, donde Alfredo Despaigne se consume de aburrimiento en el agobiante verano oriental. Los manejos sucios y --como mínimo-- una imperdonable candidez de las autoridades cubanas derivaron en la expulsión del toletero de la Liga Mexicana, tras el culebrón del pasaporte dominicano falso.
Como en las telenovelas, el capítulo final está pendiente.