Lula y Park: dos expresidentes a prisión por corrupción y otros delitos comunes

Park Geun-Hye y Luiz Inácio Lula da Silva, ambos a prisión esta semana.

Ambos ejemplos, a derecha e izquierda, sumamente populares en sus países, muestran que los tiempos cambian y la Justicia juzga a los corruptos más allá de su carisma y banderas políticas.

El régimen comunista de Corea del Norte calificó el sábado de “traidora” a la expresidenta surcoreana de derecha, Park Geun-Hye, responsable de “corrupción extraordinariamente odiosa”, en su primera reacción a la condena de la exmandataria a 24 años de prisión, mientras el régimen de La Habana se lamentaba del encarcelamiento "con fines políticos" de Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasil.

El viernes, una corte de Seúl declaró a Park culpable de varios cargos, entre ellos abuso de poder y cobro de millones de dólares por medio de sobornos y extorsión. Estaba presa desde marzo de 2017.

Las relaciones entre las Coreas fueron pésimas durante la presidencia de Park, quien adoptó una política vertical hacia el Norte debido a sus ensayos nucleares de 2016.

Durante años, la Agencia Noticiosa Central Coreana y otros órganos de prensa oficiales del Norte fustigaron a Park con términos extremadamente violentos y sexistas. La llamaban “prostituta” de Estados Unidos y “demonio asesino” destinado a padecer “una muerte violenta y repentina”. En junio del año pasado, Corea del Norte acusó a Park y su jefe de inteligencia de planear el asesinato de la conducción suprema norcoreana y juró ejecutarlos. El Servicio Nacional de Inteligencia surcoreano rechazó las acusaciones.

Millones de surcoreanos protestaron por la destitución de Park cuando el parlamento, dominado por la oposición, resolvió someterla a juicio político. Fue destituida y arrestada en marzo del año pasado. Park dijo que se trataba de una revancha política y se negó a asistir a las audiencias judiciales.

La expresidenta conserva una base de apoyo que ha realizado grandes manifestaciones en su defensa. Miles de ellos marcharon pacíficamente el sábado al palacio presidencial de Seúl agitando banderas y denunciando el veredicto de la corte como un “asesinato judicial”.

Lula abandona sede del sindicato metalúrgico para entregarse a la Policía.

Mientras, en Brasil, el expresidente brasileño de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva, que el sábado comenzó a cumplir en una celda en la ciudad de Curitiba la pena a 12 años de prisión a la que fue condenado por corrupción y lavado de dinero, tendrá que responder tras las rejas a otros seis procesos y dos investigaciones.

El líder más mediático en la historia de Brasil se entregó el sábado a la Policía 48 horas después de que un juez ordenara su detención, y fue conducido en la noche a Curitiba, la ciudad del sur del país en la que purgará la condena en una celda especial y aislada de los demás presos.

Esta es la primera vez en la historia de Brasil en que un expresidente es encarcelado por un delito común, pues otros han sido apresados pero por motivos políticos. Sin embargo, el régimen de La Habana salió en su defensa este domingo, acusando a las autoridades brasileñas de intentar impedir con su encarcelamiento la candidatura del líder del Partido de los Trabajadores a la Presidencia del país suramericano.

En una nueva declaración sobre la situación de Lula, la Cancillería cubana considera que es "víctima de una injusta persecución política, judicial y mediática" y le reitera la solidaridad del país caribeño.

En el caso que lo mandó a la cárcel, la Justicia dio por probado que Lula favoreció a la constructora OAS en contratos con Petrobras y que la empresa lo recompensó con un lujoso apartamento en un balneario del estado de Sao Paulo.

Además del proceso en que fue condenado, Lula fue imputado en otros seis casos, en su mayoría por corrupción y vinculados al escándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras.

En uno fue acusado de haber intentado comprar el silencio de Néstor Cerveró, un exalto funcionario de Petrobras que está preso por su responsabilidad en el escándalo, para que no lo implicara en las corruptelas.

En otro fue imputado por supuestamente facilitar la financiación de obras de Odebrecht en Angola a través del estatal Banco Nacionalde Desarrollo Económico y Social (BNDES).

En el tercero se le acusó de recibir sobornos, mediante un contrato supuestamente ficticio por 2,5 millones de reales (unos 757.000 dólares) que benefició a la empresa de unos de sus hijos, a cambio de prorrogar un decreto que concedía incentivos fiscales a fabricantes de vehículos.

Y en el último fue imputado por supuestamente haber favorecido a la empresa aeronáutica sueca Saab en un billonario contrato para la adquisición de 36 cazabombarderos para la Fuerza Aérea Brasileña.

La Fiscalía investiga otras dos denuncias contra el expresidente socialista que igualmente pueden convertirse en nuevos procesos, en una de las cuales es acusado de liderar una "organización criminal" montada por el Partido de los Trabajadores (PT) para beneficiarse de contratos públicos.

En la otra investigación se le acusó de obstrucción a la justicia por la supuesta presión que hizo para que la entonces presidenta Dilma Rousseff, su ahijada política, lo nombrara como ministro de la Presidencia en un intento de obtener el fuero privilegiado y transferir todos sus procesos a la Corte Suprema, en donde los trámites son más lentos.

La entrega de Lula a la Policía y su reclusión en Curitiba puso fin a la tensa situación generada desde que Moro ordenó el jueves la detención del dirigente socialista.

Tras casi 48 horas acuartelado en el sindicato en el que inició su carrera política y 26 desde que concluyó el plazo que le habíadado la Justicia para entregarse, el antiguo líder sindical se entregó a la Policía en la noche del sábado.

Los casos de Lula y Park, a derecha e izquierda, dos expresidentes sumamente populares en sus países, muestran que los tiempos cambian, y la Justicia juzga a los corruptos más allá de su carisma y banderas políticas.

(Complementado con información de EFE y AP)