Para Fidel Castro, Revolución era cambiar todo lo que podía ser cambiado. Y fue lo que hizo aquel 1 de enero de 1959, cuando con su voz afónica, parado en un balcón del Ayuntamiento de Santiago de Cuba, comenzó a dinamitar las bases de la sociedad cubana. Primero sepultó la prensa libre. Luego las instituciones creadas a partir de la proclamación de la República, el 20 de mayo de 1902. Después acabaría con las costumbres y tradiciones, como la Navidad y el Día de Reyes. El 16 de abril de 1961, horas antes de la invasión por Bahía de Cochinos, declaraba que Cuba era un país socialista.
Se eliminó el traje con cuello y corbata en los hombres. Las mujeres dejaron a un lado los tacones y prefirieron usar más pantalones que vestidos. El Señor, Señora y Señorita fue sustituido por Compañero y Compañera. Bautizarse y asistir a misa era marcarse de sospechoso o 'contrarrevolucionario'. Casarse por la iglesia se consideraba una 'desviación ideológica'. Lo políticamente correcto era contraer matrimonio en un bufete colectivo. Numerosas parejas se casaban por el cake y la cerveza que otorgaban por la libreta de racionamiento, implantada en 1962, y poder disfrutar tres noches en un hotel. Cuando se aburrían de estar juntos, se divorciaban en un trámite exprés. Y si de esa unión no querían hijos, la mujer se hacía un aborto, gratis y seguro, en un hospital público de su ciudad.
Se eliminó el traje con cuello y corbata en los hombres. Las mujeres dejaron a un lado los tacones y prefirieron usar más pantalones que vestidos
El machismo típico de los latinoamericanos también estaba enraizado entre los barbudos y la casta de militantes surgida tras la constitución del partido comunista, en octubre de 1965. Para muchos de ellos y para un alto porcentaje de cubanos, igualmente machistas, la mujer era una vagina con ojos, que trabajaba en la calle, cuidaba los niños, hacía los mandados, cocinaba y a mano lavaba un burujón de ropa, mientras su marido participaba en reuniones del partido o sindicato, estaba movilizado como miliciano o se la pasaba jugando dominó o bebiendo ron con sus amigos o viendo un juego de béisbol en el estadio o la tele.
A Fidel Castro, obsesionado con el poder, jamás le importó el protocolo occidental ni las demandas feministas locales e internacionales. El puesto de Primera Dama siempre estuvo desierto. Cuando el 8 de enero de 1959 entró en La Habana, estaba divorciado de Mirta Díaz-Balart, la madre de su primer hijo, Fidelito. Era un hombre soltero. Se cuenta que a la cama se llevó una colección de mujeres: la cubana Naty Revuelta, madre de su hija Alina, la espía alemana Marita Lorenz, la periodista estadounidense Lisa Howard y se especula que también se acostó con la actriza italiana Gina Lollobrígida. Se rumora que en sus buenos tiempos, tuvo decenas de relaciones extramatrimoniales (para sus conquistas amorosas tenía una casa de citas a su disposición). Un buen día, en secreto, se casó con la maestra Dalia Soto del Valle, rubia de ojos verdes oriunda de Trinidad, Sancti Spiritus. Con ella tuvo cinco hijos varones: Alexis (1961), Alexander (1963), Antonio (1969), Alejandro (1971) y Ángel (1974).
En la Cuba de Castro I, la infidelidad era de buen gusto, engrandecía al macho criollo y consolidaba el mito del revolucionario masculino y viril. En sus últimos años, viejo y enfermo, sacó de la penumbra a Dalia y junto a ella se fotografió recibiendo visitantes y mandatarios extranjeros.
Raúl Castro, menos mujeriego, públicamente se exhibía con Vilma Espín Guillois, perteneciente a una familia acomodada de Santiago de Cuba y con quien se casó en 1959, él con boina negra y uniforme verde olivo y ella vestida de blanco. Vilma, presidenta histórica de la Federación de Mujeres Cubanas, falleció en 2007, un año después de que Fidel se enfermara y Raúl, de dedo, fuera nombrado su sucesor.
El Señor, Señora y Señorita fue sustituido por Compañero y Compañera.
De la etapa republicana, las dos primeras damas que aún los cubanos más viejos recuerdan, son la esposa del presidente Carlos Prío Socarrás (1948-1952), Mary Terrero (Ciego de Ávila 1925-Miami 2010) , y la segunda esposa de Fulgencio Batista, que gobernó en dos períodos (1940-44 y 1952-59), Marta Fernández, hija de gallegos nacida en La Habana en 1923 y fallecida en Florida en 2006. "Las dos eran muy bonitas y elegantes", afirma Esther, jubilada de 80 años. Ella igualmente se acuerda de Elisa Godínez (Vereda Nueva 1900-Miami 1993), la primera mujer de Batista, que "no tuvo tanto protagonismo como Primera Dama como Marta Fernández, una trigueña de ojos verdes".
Además de Mary Terrero de Prío y Marta Fernández de Batista hubo otras Primeras Damas: María Genoveva de Jesús Guardiola Arbizú, esposa de Tomás Estrada Palma (1902-1906); América Arias López, esposa de José Miguel Gómez Gómez (1909-1913); Mariana Seva Rodríguez, esposa de Mario García Menocal (1913-1921); María de la Asunción Jaén Planas, segunda esposa de Alfredo Zayas Alfonso (1921-1925); Elvira Machado Nodal, prima y esposa de Gerardo Machado Morales (1925-1933); Leonor Gómez Montes, esposa de Federico Laredo Brú (1936-1940) y Paulina Alsina Fernández, viuda de Francisco, hermano de Ramón Grau San Martín, que nunca se casó por lo que su cuñada Paulina ejerció como Primera Dama de 1948 a 1952. Su sobrina Leopoldina Grau Alsina, hija de Francisco y Paulina y más conocida por Polita Grau, merece ser mencionada. A raíz del golpe de estado de Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952, Polita se convirtió en enemiga del batistato, y partir de 1959, en una opositora a Fidel Castro, cuyo régimen en 1962 la arrestó y condenó a 30 años de prisión, de los cuales cumplió 14. Polita falleció en Miami el 22 de marzo de 2000, a los 85 años.
Del 4 de septiembre de 1933 al 23 de diciembre de 1936, una de las etapas políticas más convulsas en la historia de Cuba republicana, por breve período de tiempo gobernaron varios mandatarios. Las señoras que efímeramente se desempeñaron como Primeras Damas fueron: Ofelia Rodríguez Arango, Elisa Edelmann Ponce, Mercedes Márquez Sterling, Laura Bertinni Alessandri, Carmela Ledón, Marcela Cleard y Serafina Diago Cárdenas.
A Fidel Castro, obsesionado con el poder, jamás le importó el protocolo occidental ni las demandas feministas locales e internacionales.
De los dos presidentes que tuvo el Gobierno Revolucionario entre 1959 y 1976, antes de que Fidel Castro acaparara todos los cargos, de Manuel Urrutia Lleó (Las Villas 1901-Nueva York 1981) se sabe que estaba casado, tenía tres hijos y le gustaba visitar la casa que la familia de su mujer poseía en Cayo La Rosa, Bauta, pero no muchos más datos. El segundo presidente, Osvaldo Dorticós Torrado, natural de Cienfuegos, en 1944 contrajo matrimonio con María Caridad Molina y Suárez del Villar, maestra de inglés. La muerte de su compañera de toda la vida le provocó a Dorticós una fuerte depresión y el 23 de junio de 1983 se suicidó de un disparo. En 2017, el periódico 5 de Septiembre se refería a María Caridad como "una cienfueguera ilustre, una mujer muy dada a ayudar a las personas, siempre al tanto de los problemas sociales y familiares de los demás". Si se lo hubieran permitido, hubiera sido una excelente Primera Dama.
El castrismo también menospreció el protagonismo femenino en concursos de belleza, como Miss Universo, o la elección de reinas en los carnavales, en la capital y provincias. No obstante, en el ámbito revolucionario, aparte de Vilma Espín, sobresalieron algunas mujeres, entre ellas Celia Sánchez Manduley (1920-1980), ex amante y secretaria personal de Fidel Castro, y las combatientes del asalto al cuartel Moncada en julio de 1953, Haydée Santamaría Cuadrado (se suicidó el 26 de julio de 1980) y Melba Hernández, fallecida en 2014.
Aleida March, viuda de Ernesto Che Guevara, y madre de cuatro de los cinco hijos que tuvo el argentino, en 2008 publicó un libro de memorias titulado Evocación. En 2014, en el artículo Los herederos del Che, el periodista independiente Ernesto Pérez Chang contaba en Cubanet que "después de confesar su convivencia con un antiguo miembro de la escolta de su difunto esposo, Aleida March nunca ha sido vista con buenos ojos por los principales dirigentes cubanos, mucho menos cuando decidió administrar personalmente los derechos de autor del Che y beneficiarse de ellos sin dar cuenta a nadie, ni siquiera a Fidel Castro, solo haciendo valer sus beneficios de viudez". Actualmente, a sus 81 años, Aleida preside el Centro de Estudios Che Guevara, fundado en octubre de 1983. El inmenso conjunto arquitectónico se construyó frente a la casa donde viviera el Che entre 1962 y 1965, en Calle 47 entre Conill y Tulipán, Nuevo Vedado, selecta barriada habanera.
Retrocediendo en el tiempo. En las filas del viejo partido marxista, el Partido Socialista Popular (PSP), varias mujeres brillaron con luz propia, como Dulce María Antúnez Aragón, que en viajes al exterior siempre acompañaba a su marido, Blas Roca Calderío, secretario general del PSP, uno de los redactores de la Constitución de 1940 y primer presidente que tuvo la Asamblea Nacional del Poder Popular (1976-1981). Entre las fotos que conserva Yuri Valle Roca, nieto de Dulce y Blas, se encuentra una de ella y Blas reunidos con Mao Tse-Tung, a principios de la década de 1960. Edith García Buchaca, la primera esposa de Carlos Rafael Rodríguez, fue una intelectual destacada (la segunda, María Antonieta Henríquez, que aún vive, es pianista, pedagoga e investigadora y fundó el Museo Nacional de la Música en La Habana y el Museo Provincial Alejandro García Caturla, en Remedios, Villa Clara). Pero tal vez la más popular fue Zoila Castellanos, segunda mujer del dirigente obrero Lázaro Peña, quien sobresalió como autora musical con el nombre de Tania Castellanos. Uno de sus números más conocidos es En nosotros, bolero incluido en el repertorio de Olga Guillot, Lucho Gatica y Pablo Milanés.
Casi sesenta años después de tipos duros, que manejaron la nación como un feudo, llega al Palacio de la Revolución un guajiro de Falcón, en Placetas, Villa Clara. Según sus allegados,
Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez (1960) es un hombre tolerante. Puede que lo sea, pero al saber que forma parte de esa legión de comunistas ortodoxos formados en las severas escuelas de adoctrinamiento partidista, cuesta creerlo. Sin embargo, al aparecer en público con su segunda esposa (la primera, Marta Villanueva, estomatóloga de profesión es la madre de sus dos hijos), tomándola de la mano y dejándose fotografiar con ella, actitud normal en países desarrollados, ha acaparado titulares fuera de Cuba.
Nacida en 1971 en Holguín, Lis Cuesta Peraza posee una amplia formación y experiencia en educación, cultura y turismo. Licenciada en Educación y máster en Ciencias Pedagógicas, ha sido profesora en el Instituto Superior Pedagógico José de la Luz y Caballero de Holguín y directora del Centro Provincial del Libro y la Literatura de Holguín. Una sinopsis sobre ella se puede leer en el Diccionario de Escritores Holguineros (1862-2008).
Cuesta Peraza labora (o laboraba) en la agencia turística Paradiso del Ministerio de Cultura, con sede en La Habana y sucursales en España y Portugal. En el Catálogo de Ediciones Holguín, Colección Comunidad (2006), en la bibliografía aparece como coautora del libro Del cantar audaz. Semblanza biográfica y textos de Marilola X y es autora de una propuesta metodológica para favorecer la formación profesional mediante el estudio literario en secundaria básica. Por su trabajo, ha participado en eventos nacionales e internacionales, en Argentina y México, entre otros países. A Díaz-Canel lo ha acompañado en viajes oficiales a Corea del Norte, Japón, Ecuador y Bolivia.
Holguín, a 745 kilómetros al este de La Habana, es una provincia del oriente cubano de larga tradición artística, literaria y musical. No olvidemos que es la patria chica de dos escritores universales: Guillermo Cabrera Infante (1929-2005) y Reinaldo Arenas (1943-1990). Y de personajes menos conocidos, como Mérido Gutiérrez (1971-1992), el verdadero autor de la canción Mona Lisa, mundialmente famosa en la voz de Nat King Cole. O de la propia Marilola X, seudónimo de la poeta, narradora y periodista María Dolores Suárez Ricardo (1905-1990).
En ¿Quién gobernará en Cuba, Richard Gere o Miguel Díaz-Canel?, Jorge Ángel Pérez, periodista de Cubanet, escribe: "Tendremos que esperar a la manera en que se conduce el cubano en sus futuros escenarios, tanto en el exterios como en la isla, para saber si es tan buen actor como Richard Gere, sobre todo ahora que la televisión estatal se refirió a Lis Cuesta, su esposa, como la Primera Dama, título que había desaparecido desde 1959 de la escena política cubana y que había molestado tanto a las feministas del patio".
Pero de acuerdo al protocolo verde olivo, el puesto de Primera Dama aún no ha sido incluido dentro del estamento político nacional. A pesar de su curriculum, Lis Cuesta es una desconocida para la inmensa mayoría de la población. Alguien que la conoció en un simposio, opina que el rol de Primera Dama, en ocasiones tildado de florero, "lo desempeñaría bien, pero por su preparación y experiencia, podría ser ministra de educación, cultura o turismo".
Una holguinera residente en La Habana, dice que nunca tuvo trato directo con Lis, pero personas que sí la trataron en Holguín, la describen como una mujer de carácter, muy discreta, de trato afable y buena amiga, "una cubana como otra cualquiera, que le gusta bailar en las fiestas y tomarse una cervecita, pero conservadora en su forma de vestir". Pero en una foto realizada en Santa Clara, el pasado 11 de marzo, su vestido sin mangas dejó ver un pequeño tatuaje en su espalda, algo inusual a su edad y que ya ha sido objeto de toda clase de comentarios en las redes sociales.
A falta de un programa económico o una hoja de ruta sobre el futuro del Cuba, que hasta el momento Miguel Díaz-Canel no ha presentado, los cubanos de a pie, además de comentar en las colas lo cara que está la libra de carne de puerco, se entretienen con la novedad de tener una Primera Dama. Una noticia extraoficial, aunque lo hayan dicho en la tele.
(Con la colaboración de Tania Quintero).