Hace unos días publicamos un artículo sobre el desarrollo del béisbol en Argentina y este fin de semana en nuestro programa Deportes y Más tenemos de invitado a Manny Villa uno de los principales responsables del crecimiento deportivo del béisbol en el país austral.
Como creemos que es un elemento complementario a la información sobre el tema, hemos decidido reproducir el artículo escrito por el periodista Rafael Castillo del diario El Heraldo de Barranquilla, Colombia.
Barranquilla es la cuna de Manny Villa y donde obtuvo sus primeros éxitos en la pelota. Este artículo fue publicado en abril de 2018 y agradecemos a mi tocayo Castillo y a El Heraldo por esta información
El mánager barranquillero guió a los gauchos a la conquista del título sudamericano.
Manuel Villa Ortega suelta una carcajada cuando le recordamos telefónicamente aquel dicho que solía usar el maestro Chelo De Castro en algunas de sus columnas en EL HERALDO: “Más raro que un shortstop argentino”.
‘Manny’, como es conocido este veterano de las mil guerras beisboleras, no puede evitar la risa, pero luego se pone serio y afirma con seguridad: “No, ya no, ya no es tan raro, estamos trabajando para que eso se acabe, el béisbol acá está creciendo”.
En un país en el que el balompié es una religión, se desayuna, se merienda, se almuerza, se cena y se sueña fútbol, también existe espacio y pasión para el baloncesto, con figuras de la talla de Emanuel Ginóbili; el tenis, con monstruos vigentes como Juan Martín Del Potro; el automovilismo, con la estela exitosa que dejó Juan Manuel Fangio; y el rugby, con los valerosos Pumas. Sin duda es una tierra en la que germinan buenos deportistas, pero muy pocos agarran el bate y la manilla. No es usual un gaucho beisbolista, de hecho no existe ni uno solo haciendo carrera en las organizaciones de Grandes Ligas, según Villa.
El mánager barranquillero se ha dado a la tarea de tratar de cambiar la historia y sembrar un semillero peloteril en Argentina que entregue buenos frutos como la conquista del título del Campeonato Sudamericano de Béisbol de mayores, el domingo anterior en Buenos Aires, que le significó por primera vez en la historia la clasificación a los Juegos Panamericanos Lima-2019.
De la mano de ‘Manny’ Villa, los argentinos dieron de qué hablar en un diamante de pelota caliente.
“Hay una buena cantidad de venezolanos, cubanos y dominicanos que hace años están acá, y había muchos nacionalizados, pero la selección mía está compuesta por puros argentinos, tanto los coachs como los peloteros, no hay nacionalizados ni extranjeros de ninguna clase, ni siquiera hijos de extranjeros que nacieron acá”, asegura Villa con su acento barranquillero intacto.
Muchos de los practicantes de béisbol argentino tienen fuerza en las manos y en las piernas por la proteínica alimentación de sus hogares y porque empiezan a jugar fútbol desde temprana edad, lo cual les ayuda a desarrollar los músculos de las extremidades inferiores, pero a las bondades físicas que puedan tener deben agregarle mucho aprendizaje y fogueo.
“No es difícil ser mánager de béisbol acá. Antes de ser entrenador uno debe ser persona, tener buen trato y demostrar conocimiento y resultados de las enseñanzas. Aquí se conoce muy poco de béisbol, gente con la que uno a veces habla me pregunta: ¿y aquí se juega eso? Pero el béisbol ha crecido, ya hay doce o trece clubes que tienen todas las categorías, y hay 23 equipos en la primera categoría. Se juega en Buenos Aires y en tres provincias”, dice el colombiano de 60 años de edad.
“Esto es un proceso largo, necesita algo de tradición. Los niños deben comenzar a practicar en su casa con sus padres. Nosotros tenemos un atraso porque no se está empezando desde los 4 o 5 años, los niños se animan a llegar al béisbol como a los 10 u 11 años. En Colombia los niños ya juegan un torneo nacional a los 6 años”, agrega Villa, que cree que los argentinos pueden forjar el potencial para llegar a Grandes Ligas. ASÍ TERMINÓ ALLÁ. El cierre del Seguro Social les abrió la puerta de Argentina a Manuel Villa, su esposa Betty Hadechine López y a sus hijos. La señora trabajaba como enfermera y encontró en el sur del continente la oportunidad de mantenerse en su labor de siempre.
Primero partió Betty y luego se unió ‘Manny’, que dejó su empleo de 12 años como instructor de béisbol en el Country Club de Barranquilla. Al llegar a Buenos Aires comenzó a trabajar en eso que los argentinos llaman Maxikiosko, una especie de tienda, que tenía bastante movimiento. Algunos de los taxistas que llegaban al lugar y lo veían siempre con camisetas o gorras de béisbol lo animaron a que fuese a la Federación de Béisbol de Argentina.
“Yo me vine sin pensar en que trabajaría en el béisbol argentino, pero cuando me presenté en el estadio por recomendación de los taxistas, hablé con el presidente de la Federación, que conocía a Jimmy Char (presidente de la Federación Colombiana de Béisbol). Me puso a dictarles una clínica a los muchachos y todo el mundo se quedó admirado. Eso, más la recomendación de Jimmy y ‘Pipe’ Urueta (mánager barranquillero), que se conocía con un entrenador argentino que había pasado por los Diamondbacks de Arizona, me dejó en la Federación de Argentina”, recordó Villa.
“Ya tengo cinco años de estar acá. Empecé como coach y ahora soy el director técnico nacional de Argentina, manejo todas las categorías desde la de mayores a la de menores. Acá me he dado a querer, me aprecian y me respetan por el profesionalismo que tengo, eso creo yo. No es fácil que a uno lo contraten acá, hay que demostrar conocimiento”, dice Villa con orgullo, pero sin olvidarse de sus raíces curramberas.
En la Arenosa aprendió a jugar pelota en los alrededores del estadio Tomás Arrieta, fue vecino de Édgar Rentería, fue segunda base de los desaparecidos equipos Cervecería Águila, Willard y Kola Román, dirigió varias selecciones Atlántico (resultó campeón dos veces) y a los Caimanes (con el que fue subcampeón).
“Estamos bien acá, pero extraño mi tierra, allá tengo a mi mamá y toda mi familia, que vive detrás del estadio, que ahora es nuevo (el Édgar Rentería), mis hermanos y yo nos criamos ahí, en un ambiente de béisbol. De Barranquilla me han escrito mucho felicitándome, se quedan admirados, me dicen que lo que yo hago es milagro, que adónde voy, me va bien”.