Mano de obra esclava en las prisiones cubanas

Ángel Santiesteban Prats, en la prisión Asentamiento de Lawton.

"Los presos, desde hace unos días, han comenzado a quejarse, exigen que se les respeten sus horarios de trabajo correspondientes, y de inmediato han recibido la amenaza de ser trasladados y sustituidos. Tampoco pueden enfermarse", escribe Santiesteban.

Los gobernantes de la dictadura pudieran ser condenados por tantas violaciones a los Derechos Humanos como derechos existan. El día que en la Organización de las Naciones Unidas hagan un repaso sobre las exigencias de un Estado para ser miembro, entonces no tendrán otra opción que expulsarla, sobre todo, o como principio ético, porque Cuba no ha firmado los Pactos de la ONU y tampoco se le ha conminado a que determine su posición al respecto.

Si agradezco el estar preso es porque si no me eran suficienten las violaciones a esos derechos en el día a día cuando era parte de la sociedad, a partir de mi encarcelamiento pude ver con mis ojos los abusos constantes de los militares contra los reclusos. Pero esos abusos superan las acciones individuales que pudieran atribuirse a un guardia u oficial. Es un modelo institucional, una política penal del abuso contra los internos.

Cuando me encontraba en la prisión 1580, allí comprendí el error de un sistema político incapaz de proteger a sus ciudadanos y a sus reos. En el cuerpo de los presos están las secuelas de esos abusos constantes y desde allí pude, tuve la dicha, de poder denunciarlos. Luego, estando en el asentamiento de Lawton, los militares amenazaban a los reos, so pena de traslados a provincias distantes entre tantos chantajes posibles, para que no conversaran conmigo y así evitar que yo hiciera las denuncias en mi blog. Era triste ver los abusos y tener que callar a pedido de los propios sufridos, que temían a la ira de los militares y no tenían más opción que acatar las desmedidas órdenes.

Ahora, en esta unidad de guardafronteras donde me han escondido, existen siete presos que laboran en el mantenimiento constructivo de esta y de otras dependencias correspondientes. Se les paga un sueldo muy bajo, algo simbólico, que no se corresponde al esfuerzo que realizan desde el amanecer hasta altas horas de la madrugada. Reciben una alimentación precaria e insípida, y tampoco se les entrega el módulo que facilite su trabajo, como ropas o botas.

Los presos, desde hace unos días, han comenzado a quejarse, exigen que se les respeten sus horarios de trabajo correspondientes, y de inmediato han recibido la amenaza de ser trasladados y sustituidos. Tampoco pueden enfermarse. A veces, dado el peligro de sus propios trabajos, reciben golpes o heridas, y tienen que continuar trabajando con dolores y disminuciones físicas para que no los trasladen. Llegué a ver a un preso en chancletas, con los dedos de un pie completamente destrozados al caerle una viga de hierro sobre el zapato, y tener que asumir su trabajo como si nada, porque le han negado el reposo.

[Este post fue publicado originalmente en el blog Los hijos que nadie quiso, en enero de 2015].