Los soviéticos asesinaron en 1940 a más de 22.000 soldados y oficiales del ejército polaco en el bosque de Katyn, en la zona de Smolenks. Las tropas nazis cuando ocuparon la región y encontraron los restos denunciaron la masacre del Kremlin. Stalin negó las acusaciones y al retomar en 1943 el territorio, lanzó su propia investigación.
Crearon una comisión integrada por el escritor Aleksei Tolstoi, el metropolita Nikolai, de la Iglesia Ortodoxa, el presidente de la Cruz Roja soviética y varios generales del NKVD. Las conclusiones fueron que sólo había 11.000 fallecidos y culparon a los nazis por el crimen. En abril de 1990, las autoridades soviéticas reconocieron su culpa en el asesinato.
Aunque ya cambió el país y el sistema no es el mismo, la negativa a las investigaciones internacionales persisten. Tras el derribo en el 2014 de la nave de Malasia Airlines MH17 con 298 personas a bordo en el este de Ucrania y 15 meses de investigación, se presentó el informe de la Oficina de Seguridad de Holanda que no es del agrado del Kremlin.
Para hacer su propia investigación las autoridades rusas le encomendaron la tarea al consorcio de defensa antiaérea Almaz-Antei, fabricante de las lanzaderas de misiles Buk. Es la competencia rusa de la Boeing, Lockheed Martin, Raytheon, General Dynamics y Northrop Grumman.
La empresa fue creada por decreto presidencial en el 2002 y el 100% de sus acciones pertenecen a la Federación Rusa y es una de las empresas rusas sancionadas por Estados Unidos y la UE tras la ocupación de Crimea en el 2014.
El informe que elaboró la empresa y presentó el director general, Yan Novikov, asegura que el cohete que derribó el Boeing malasio fue lanzado por las tropas ucranianas, desde una localidad controlada por las fuerzas leales a Kiev.
Las autoridades rusas ahora piden reabrir la investigación técnica por el derribo del Boeing, pues afirman que "el informe holandés no buscaba la verdad sino apoyar la versión de que fueron los rebeldes prorrusos quienes dispararon el misil".
La portavoz de la Cancillería rusa cuestionó "el auténtico objetivo de las investigaciones holandesas". El vicepresidente de la Agencia Federal de Transporte Aéreo, Oleg Storchevói, descalificó el informe al que achacó deficiencias, por lo que rechazaba sus conclusiones.
Los rusos se habían quejado de que no participaron en la investigación, aunque reconocen que pueden quedar fuera de la misma, pues la nave no era de ellos, no cayó en su territorio, ni había pasajeros rusos.
Las quejas rusas incluyen la metodología utilizada por los holandeses, la lógica de los acontecimientos, el lugar desde donde fue lanzado el Buk y dudan de las esquirlas presentadas durante el informe. Como único responsable señalan a Ucrania por no cerrar el espacio aéreo.
De manera oficial, Rusia pide ahora otra investigación a la Organización Internacional de Aviación Civil.
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