Migrantes en Turbo piden a Colombia que no los deporte a Cuba

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Cubanos en el almacén de Turbo, Colombia

La reacción de los cubanos llega un día después del contundente aviso de Migración Colombia de que serán deportados a Cuba los que se resistan a salir del almacén donde sobreviven unos 500 isleños.

Más de 500 migrantes cubanos hacinados en un almacén en Turbo están pidiendo a las autoridades de Migración Colombia que los visiten y escuchen sus razones antes de tomar medidas extremas, como la anunciada deportación a Cuba a los que se nieguen a salir del lugar donde sobreviven.

La reacción llega un día después que el director de Migración Colombia en Antioquia, Wilson Patiño, ratificara a Martí Noticias que no está previsto organizar un puente aéreo como hicieron meses atrás autoridades de Costa Rica y Panamá tras la llegada masiva de cubanos.

“Yo lo exhorto a él (Wilson Patiño) que venga acá, que venga aquí para que vea y hable con nosotros, y vea los problemas y lo que le tenemos que contar", dijo al periodista Ricardo Quintana unos de los cubanos.

Así sobreviven los cubanos en un almacén de Turbo

Patiño dijo que los migrantes cubanos tienen tres opciones:

  • Recibir un salvoconducto para moverse dentro de Colombia y continuar camino
  • Ser devueltos a la frontera por donde ingresaron al país
  • La deportación a Cuba para los que insisten en permanecer en el almacén

Las fechas o términos en que serán sacados del lugar no fueron aclarados por el funcionario.

Por ahora, los migrantes ni siquiera están saliendo del almacén por temor a ser “cazados” por agentes migratorios, como ocurrió días atrás a Mayi Hernández, enferma de cáncer, y a su esposo.

Cubanos desesperados en Turbo

Tras entrevistar a Patiño, el equipo de Martí Noticias llegó a Turbo el martes, donde cientos de hombres, mujeres y niños esperan una solución que les permita llegar a Estados Unidos para acogerse a la Ley de Ajuste Cubano. Todos reclaman un trato humanitario.

Testimonios ofrecidos indican que dentro del almacén permanecen personas con enfermedades respiratorias y hepatitis. Algunos narraron que no están recibiendo la atención adecuada.

El almacén de Turbo sigue recibiendo a cubanos, ya suman más de 500. Foto: R. Quintana.

"Mi hija lleva tres días con fiebre, enferma. El gobierno de Colombia no nos está ayudando en nada", dijo una madre con su hija pequeña en brazos.

Caras angustiadas por la incertidumbre, mujeres visiblemente agotadas, pero sobre todo la impaciencia ante la crisis que protagonizan. “Libertad, libertad, libertad”, gritaban entre aplausos.

Cerca de 500 cubanos sobreviven como pueden dentro de una bodega convertida en albergue.

El capítulo actual es parte de un problema mayor que empezó en noviembre, cuando Nicaragua cerró su frontera a los cubanos.

En mayo comenzaron a aglomerarse los cubanos en Turbo. Quedaron varados después que Panamá cerró su frontera tras un operativo organizado con México que validó un puente aéreo para miles de migrantes.

Los de Panamá, a su vez, habían quedado atrapados cuando Costa Rica blindó su frontera a los cubanos en diciembre pasado.

Sobreviviendo en medio del estrés

Sobrevivir es difícil, cuenta la mayoría.

En grandes calderos cocinan lo que los pobladores de Turbo les donan. A la llegada del equipo de Martí, el martes, repartían raciones de comida que incluyó arroz, lentejas y sardinas en platos desechables.

La convivencia es también complicada. En el almacén devenido albergue permanecen desde médicos que han desertado de sus misiones en Venezuela, hasta mujeres y niños, todos mezclados.

Duermen en el suelo sobre finos colchones. Un llamado a la calma surge en medio de la incertidumbre.

Los vecinos de la localidad de Turbo, Colombia, donaron dos lavadoras a los cubanos albergados en el almacén. Foto: R. Quintana.

“Sabemos que estamos estresados, pero hay que pensar con la cabeza que no podemos llegar al problema porque lo que están buscando es que suceda eso entre nosotros (…) Aquí todo el mundo sabe cómo trabaja la seguridad cubana, y quizás aquí adentro hay 3 o 4 que están para eso”, dijo otro migrante en un desesperado reclamo a la tranquilidad.

“Nosotros sabemos leer y escribir, nos enseñaron a pensar. Si nos enseñaron a pensar, una cabeza vieja ya y otra más no puede venir a acabar con tantas cabezas frescas que nos escapamos de Cuba”, dijo.

Mientras tanto buscan distraerse. Los más ingeniosos convirtieron un bote viejo abandonado en "un jacuzzi", donde se zambullen para evadir el calor.

“Esto es para variar un poco, para que los niños tengan un poco de diversión y recreo", dijo uno los promotores del intento de jacuzzi.