Acaba de fallecer el escritor y exiliado cubano Armando de Armas (Santa Clara, 1958 - EEUU, 2024). Murió en plena forma literaria, aferrado a proyectos de escritura por venir y comprometido con la palabra en que creyó siempre: la libertad.
De Armas llegó a Miami en 1994 al huir por mar desde la isla y desde entonces emprendió su segundo viaje vital, el de escribir y explorar tanto los géneros narrativos como el relato, la novela y el periodismo como el ensayo artístico-literario.
Trabajó como periodista en la emisora Radio Martí y su publicación digital Martí Noticias hasta 2022.
Fue autor de más de una decena de libros entre los que destacan su novela La tabla (Fundación Hispano-Cubana, 2008) y el libro de relatos Mala jugada (Miami, 1996), en 2013 apareció Caballeros en el tiempo (Atmósfera literaria, 2013). “Un híbrido” entre el testimonio y la ficción. Se trata de ese pase de magia entre un género y otro en el que insistía a menudo, y como le gustaba ser identificado.
Acaso su obra insigne fue Mitos del Antiexilio, que viera su publicación en español e inglés en 2007 en Miami y que apareciera en italiano por la editorial Spiralli en 2009. Allí De Armas hurga sobre “los lugares comunes que sostiene la izquierda sobre el exilio anticastrista de Miami”, pero también sobre “los lugares comunes que sostienen los desterrados isleños sobre sí mismos”,
Insistía en “Mitos…” como su poética fundamental, su manera de explicar al mundo el camino de la verdad que había escogido y por ello volvió a darle nuevos aires al libro por medio de The Ramblas Proyect (Barcelona, España, 2020) y por Ediciones Exodus, de Ego de Kaska Foundation (Miami, 2020).
A propósito de aquellas reediciones dijo la poeta María Elena Cruz Varela: “El exilio y el “antiexilio” son analizados por De Armas como lo que realmente son: las dos caras de una misma moneda, mitificadas tanto la una como la otra, a base de equívocos, indefiniciones e intereses creados pero, sobre todo, los mitos de un “antiexilio” que son el resultado de una feroz campaña llevada a su máxima expresión por un régimen que aspiraba a vender la idea de aceptación homogénea por parte de los ciudadanos isleños a quienes, se supone, la revolución había regalado la libertad”.
Armando no solo se dedicó a la escritura, también insistió en la libertad de los escritores, por ello fue miembro fundador del Pen de Escritores Cubanos en el Exilio junto al poeta Ángel Cuadra y el periodista Octavio Costa.
Sus gestiones para la liberación de escritores en cualquier parte del mundo fueron múltiples. Más acá en el tiempo, en 2018 fue firmante de la Declaración de Bogotá, junto a sus colegas escritores Ángel Santiesteban-Prats, Armando Añel, Faisel Iglesias, Luis Pérez de Castro y Rafael Vilches Proenza, este último hoy en el exilio en España.
El llamado fue a propósito del “recrudecimiento de las actividades represivas del régimen vigente en la Isla”, en la que denunciaban el hostigamiento a los defensores de los derechos humanos dentro de Cuba.
Se definía como “un autor autofágico” pues era de sus propias vivencias desde donde tomaba impulso para seguir al siguiente paso en darle forma a la escritura.
En una entrevista concedida a este redactor, sobre sus expectativas acerca de la recepción que tenía su obra en los lectores, fue enfático: “Esperar, no espero nada. Vivo el ahora que es vivir todos los tiempos, danzar en el Tiempo”.