Muere en Miami el comandante Armando Fleites

De derecha a izquierda, los comandante del Segundo Frente Lázaro Artola, Dr. Armando Fleites y Genaro Arroyo.

Tras percibir el rumbo comunista dictatorial del régimen de los Castro, el comandante revolucionario inició nuevamente la lucha, esta vez en el exilio.

El comandante y doctor en medicina Armando Fleites falleció este miércoles en la ciudad de Miami, tras una larga enfermedad.

Fleites fue presidente de los Estudiantes de la Escuela de Medicina de La Habana, donde se inició en la lucha contra el régimen de Fulgencio Batista.

Tras graduarse de doctor en medicina, el joven Fleites se alzó en El Escambray y llegó a ganar el grado de Comandante en el denominado Segundo Frente.

Tras percibir el rumbo comunista dictatorial del régimen de los Castro, el comandante revolucionario inició nuevamente la lucha, situación que lo condujo al exilio miamense, desde donde nunca dejó de combatir por la libertad de Cuba y por hacer conocer la verdad de lo sucedido en la isla.

El Segundo Frente Nacional del Escambray estaba comandado por Eloy Gutiérrez Menoyo y además de Fleites, algunos de sus miembros más importantes fueron Max Lesnik y Lázaro Artola.

A la segunda semana del mes de enero de 1959, recién estrenado el nuevo régimen, Fleites recibió una llamada telefónica en la que se le comunicaba una invitación de Fidel Castro para que junto una delegación del Segundo Frente Nacional del Escambray lo acompañara en su viaje a Venezuela porque había sido invitado por el gobierno provisional del Almirante Wolfgan Larrazabal.

Fleites viajó con una delegación del Segundo Frente integrada por Gutiérrez Menoyo, Lázaro Asensio, Roger Rodríguez y Luis Martínez.

En un artículo publicado en en el blog Baracutey Cubano, Fleites narró que al regreso, el comandante Paco Cabrera, jefe de la escolta de Castro y Celia, murió destrozado al ser al ser succionado por la propela del avión, que al bajar con Castro vieron al militar muerto en un charco de sangre, y que al mirar para el dictador este exclamó: “que muerte más ridícula, eso le pasa a los imbéciles y a los idiotas”, ordenando a sus dos ayudantes que se quedaran para transportar el cadáver al otro día.

Contaba Fleites que ahí en ese día entendió de golpe la naturaleza criminal y monstruosa del hombre al que había ayudado a llegar al poder.