Mundial de Brasil: muchos goles, fútbol a ráfagas y pronóstico reservado

Avenida Atlantica en Copacabana, Brasil.

Del uno al diez, tras estos primeros 14 partidos de la Copa Mundial de Fútbol, mi evaluación es 7. Y pueda que esté siendo magnánimo.
En el orden organizativo ya en Brasil ha saltado la liebre. Estadios donde aún hay trasiego de obreros ultimando detalles, terrenos sin los requerimientos debidos y un lamentable fallo de audio en el partido entre Honduras y Francia que impidió la presentación inaugural y las notas de los himnos nacionales.

Las anunciadas protestas masivas, reclamando calidad en los servicios públicos al gobierno de Dilma Rousseff y condenando el gasto colosal en la preparación del evento, han sido atenuadas y eclipsadas por la fiesta y la samba de los hinchas foráneos y locales.

Pero hablemos de fútbol. Esta versión mundialista se asemeja a una competencia de maratón.

La 'canariha' debe recorrer 8 mil kilómetros por la amplia geografía brasileña si quiere llegar a la final en el Maracaná. El resto de las 31 selecciones, además de devorar miles de millas, tienen que estar preparados para un clima diverso y una humedad anestesiante.

En Manaos se jugará a 32 grados bajo un sol de fuego. Algunos partidos, como ya hemos visto, serán pasados por agua. Y en otros las temperaturas frisan los 10 grados.

Aficionados observan el partido entre Brasil y México parte del Mundial de Fútbol 2014



Luego están las elevadas exigencias del juego. Ya el fútbol no es el deporte de hace 30 años. Ahora se juega a 100 kilómetros por hora y cada atleta corre un promedio de 8 o 9 kilómetros por partido.

Se está llegando a un límite físico. El número de futbolistas con las rodillas destrozadas y los meniscos rotos se acercan al centenar. Tras un calendario extenso jugado a full en las diferentes ligas, supongo que solo el amor por la camiseta no convierte en un martirio cada encuentro mundialista.

En lo futbolístico, destaca el partido entre Italia e Inglaterra, probablemente el mejor de los primeros 14 juegos, ganado por la azurra 2 goles a uno.

Italia es Italia. No solo baja la persiana como nadie. También tiene un tesoro en el medio del campo, una lámpara mágica que cuando usted la frota rebosa fantasía. Se llama Andrea Pirlo. Y es la excepción de la regla dentro de una generación de futbolistas de cuerpos esculpidos en gimnasios y piernas hercúleas.

Tiene 35 años cumplidos y es una tortuga dentro del campo. Pero a Pirlo no le hace falta correr. Con su talento y visión de juego puede jugar hasta los cien años.Fue su clase la que sentenció un partido jugado a cara de perro contra unos británicos, que a pesar de la derrota, salieron del campo con la cabeza en alto.

Otro punto elevado del Mundial han sido los goles. 44 en 14 partidos, un promedio de 3,14 por encuentro. Juegos entretenidos y solo un par de tostones como los juegos de Irán-Nigeria o Japón-Costa de Marfil.

Y no incluyo el primer tiempo de Argentina-Bosnia o el encuentro de Brasil-Croacia, por el empuje en el campo y la efervescencia en las tribunas.

Las sorpresas han sido la derrota inesperada 3 a 1 de Uruguay frente a Costa Rica. Y la goleada humillante 5 a 1 de Holanda a una España entre signos de interrogación.

Detengámonos en ese partido. Nunca un campeón vigente había sido tan maltratado en el campo por un adversario en su juego inaugural. Los centrales españoles eran un chiste de mal gusto.

El boquete entre Piqué y Sergio Ramos permitía aterrizar un avión. Luego lo de Iker Casillas fue patético. Si un tipo de otro planeta hubiera visto el partido en el estadio de Bahía, se preguntaría de dónde Vicente del Bosque se trajo a ese portero amateur.

A los holandeses Robben y Van Persie, el Tribunal Internacional de la Haya debería condenarlos por 'abusos de lesa humanidad'. Penoso ver a luminarias al estilo de Ramos, Piqué o Casillas ser desbordados y comerse cualquier amague como si fuesen niños que jugaban contra hombres.

España debe sacarse esa pesadilla de la cabeza. De cualquier forma, la tiene difícil para pasar a la otra fase. Es una moda en los tres últimos Mundiales que el campeón vigente no pasa de grupo. Esperemos que España rompa el maleficio.

Lo que parece un hecho, es que esa generación de oro, de los Xavi, Iniesta, Villa y el niño Torres debe reciclarse.

Alemania debutó a lo grande. No necesitaba de la ayuda arbitral para aplastar 4 a 0 al Portugal de Cristiano Ronaldo.

En términos futboleros, el siglo XXI está patas arribas. Brasil se parece a la otrora Alemania, con la mejor defensa y dos volantes de contención que muerden y son una pared.

El genio lo pone Neymar. Y un poco Oscar o William, cuando debute. Nada que ver con aquel Brasil de 1970, con los cincos ‘dieces’ fabulosos que conformaban Pelé, Tostão, Gerson, Rivelino y Josimar.

En la verde-amarelha se extraña el gol entre ceja y ceja de Ronaldo, la pierna zurda de Rivaldo y la batucada de Ronaldinho sobre el campo. Pero es lo que hay.

Las estrellas han marcado diferencias. Argentina salió de la abulia y la trabazón en la cancha cuando apareció Messi. Benzema sacó adelante a Francia con dos goles. Neymar puso el toque, su gambeta atrevida y los goles.

Miles de personas se reúnen en la zona FIFA Fan Fest para ver el partido entre Brasil y México.

El alemán Thomas Müller ya es el pichichi. Se espera que en el segundo partido el uruguayo Luis Suárez se haga presente. El que no carburó fue Cristiano Ronaldo. Aunque no subió un gol al marcador, siempre lo intentó, tuvo destellos.

Pronosticar se antoja complicado. Cada día la diferencia futbolística se acorta. Pero me voy mojar. Este Brasil que parece Alemania, y esa Alemania que parece Brasil llegarán a semifinales.

Creo que nunca Argentina la ha tenido tan fácil. E Italia siempre es un gallo tapado. Si me apuran, disculpen mi corazón latinoamericano, vaticino que la final del 13 de julio en el Maracaná será entre Argentina y Brasil.

Arriesgo más. Brasil, de la mano de Neymar, derrota Argentina dos goles por uno y levanta la Sexta Copa. Y atrás quedará para siempre el fantasma del Maracanazo en 1950. Pero para llegar hasta allí aún queda mucho juego.Las estadísticas dicen que siempre que se ha jugado en América, gana un once de nuestro continente. Aunque la historia está para romperse.