Murió Mandela: Ojalá un día salga a la luz su pensar real sobre el dictador Fidel Castro

Fidel Castro y Nelson Mandela

Siempre he asumido, por respeto y ética, no hablar despectivamente de los muertos. Esta vez tampoco lo haré. Para ello acudiré a un recurso literario del nivel de sugerencia. Tampoco concurriré a ver las manchas en el sol, cuando este líder africano ha llenado páginas de heroísmo por su postura pacifista hacia lo que le correspondía por derecho propio, y que exigió para su pueblo; pero intentando ser consecuente con nuestros actos y pensar, recuerdo que escribí un post de respeto y dolor hacia el Madiba sufrido, porque no había querido mirar el dolor del pueblo cubano, y asumía públicamente la amistad con Fidel Castro, y su simpatía hacia la “revolución”: “Soy un hombre leal y jamás olvidaré que en los momentos más sombríos de nuestra patria, en la lucha contra el apartheid, Fidel Castro estuvo a nuestro lado”.

También era amigo de Saddam Hussein y del entonces jefe de Estado de Libia, Muamar el Gadafi (al que le impuso la más alta distinción de Sudáfrica, la Orden de Buena Esperanza), con lo que se justificó: “Hago esto porque nuestra autoridad moral nos dicta que no podemos abandonar a aquellos que nos han ayudado durante los momentos más sombríos de la historia de nuestro país. Nos facilitaron tanto recursos como instrucción para luchar y ganar. Y aquellos sudafricanos que me han reñido por ser leal a nuestros amigos, pueden, literalmente, irse a freír espárragos”.

No debemos dejar de reconocer que la lucha en Angola, particularmente la batalla de Cuito Cuanavale, ayudó a resquebrajar al régimen racista de Sudáfrica del siglo pasado; de ahí que no sea un error afirmar que Cuba influyó en la derrota del apartheid, y en consecuencia, en la liberación del que luego fuera el primer Presidente elegido democráticamente mediante sufragio universal en ese país, lo que justifica desde el punto de vista personal su gratitud al gobernante cubano y su dictadura. Pero el hecho de ignorar las penas de los cubanos, de ser amigo personal del tirano, será una de las grandes contradicciones que quizá la historia se encargue de explicar, o hacernos entender. Puede que luego se expongan argumentos que validen su aptitud, máxime cuando criticó abiertamente a Sani Abacha, un dictador corrupto y brutal de Nigeria en los 90. Lo cierto y menos entendible es que en su visita a Cuba, justo para ser consecuente con su historia y coherente con su pensar, debió pedir la liberación de los presos políticos y, en particular, el de Mario Chanes de Armas, antiguo compañero de armas de Fidel, considerado el preso político más antiguo del mundo, que superaba en el momento de esa visita el tiempo de encarcelamiento sufrido por Mandela. Sin embargo, se hundió en el abrazo del totalitarismo, algo contra lo que Madiba había luchado y expuesto su vida.

Ojalá que un día salgan a la luz pública, lejos del hombre agradecido, su pensar real sobre el dictador Fidel Castro, y su decisión de callar su criterio, porque me niego a pensar que un hombre de tal magnitud, como lo fue Nelson Mandela, haya sido honesto y aprobara un proceso carente de la más mínima democracia, yendo en contradicción con su pensamiento y obrar: “No quiero ser presentado de forma que se omitan los puntos negros de mi vida”, expresó. Entonces, que Dios lo tenga en el lugar que se haya ganado, y los cubanos también.

“Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo”.

“Para ser libres no sólo debemos deshacernos de las cadenas, sino vivir de una manera que respete y potencie la libertad de los demás”.

“Es el deber de los periodistas examinar la conducta de las figuras públicas y exponerla a la luz”.

“Si yo soy tu líder, tienes que escucharme. Y si no quieres escucharme, lo que tienes que hacer es abandonarme como líder”.

“Dejad que la libertad reine. El sol nunca ha iluminado un logro humano más glorioso”.

“Ser libre no es sólo liberarse de las propias cadenas, sino vivir de una forma que respete y mejore la libertad de los demás”.

“Cuando salí de la cárcel ésa era mi misión: liberar tanto al oprimido como al opresor”.

La gran realidad, en la que deben coincidir los que lo apoyaron y sus detractores, es que con su lucha perseverante logró liberar a su pueblo; siendo egoísta, nada más debía interesarle que el bienestar de los suyos.

Ángel Santiesteban-Prats

Prisión asentamiento de Lawton. Diciembre de 2013

Este artículo fue publicado originalmente en el blog Los hijos de nadie quiso