No basta con hacerle la guerra al reguetón, alivia también que músicos con la sabrosura del Septeto Santiaguero recorran los mejores escenarios en Cuba
No hay caso, con la música cubana no se juega. Cuando la raíz en que se ha bebido es verdadera, en el caso del son cubano, los sucedáneos muchas veces se emparentan con sus mayores. En este caso está el Septeto Santiaguero y su última producción “Vamos pa’ la fiesta”, de la productora catalana Picap, 2012 y que cuenta en esta ocasión con iconos de la música tropical como Rubén Blades, Cheo Feliciano, José Alberto "El Canario", Jimmy Bosch, Edwin Colón Zayas y “Luisito” Quintero.
La obra en cuestión viene al caso con la última diatriba gubernamental contra las letras más obscenas del reguetón pues si bien han sido mal vistas las prohibiciones impuestas, también dice mucho de cuanto se ha relegado la música tradicional en nuestro país, mucho más en lo que se denomina el interior del país.
Las listas de éxitos de varias partes del mundo han puesto a “Vamos pa’ la fiesta” entre sus preferencias y entre melómanos y bailadores aciertan a que la belleza de los temas, la armonía de sus composiciones y la naturalidad con que se desenvuelven sus músicos han puesto la nota para el éxito. Con el Septeto Santiaguero pasa algo curioso entre los cultores de la música tradicional cubana y es que sin dejar de mostrar esas fuentes de donde han bebido a raudales, dejan asomar siempre esa sonoridad contemporánea que necesita todo músico para no estancarse.
Los mismos tumbaos, los pases entre cuerda de tres y guitarra son el componente de los aplausos que están recogiendo ahora. Cuando se mezclan la voz líder y los coros acostumbrados del Septeto, entonces viene la magia: ni Feliciano ni José Alberto "El Canario" se quedan solos teniendo voces de respaldo como las de Fernando Dewar e Inocencio “Chencho” Heredia. En otras ocasiones (veinte años atrás) en la isla se hicieron producciones discográficas mixturadas entre músicos residentes en el país y glorias del son y la salsa como con Gilberto Santa Rosa o un grupo considerable de talentosos portorriqueños o venezolanos. Esta vez, la magnífica idea de mezclar esa constelación ha llegado a buen puerto.
El prestigioso blog Mundo Latino, de Francia, lo incluyó entre sus joyas del jazz y la salsa y eso se reafirma en la selección World Music, del influyente sitio About.com (propiedad de The New York Times Company). Otra decena más de publicaciones los incluyó entre sus preferencias, a tenor de la opinión de críticos y consumidores. En la isla, se ubicó el tema “Esa familia a mí no me conviene” en lo más alto de la escasa promoción televisiva.
La obra tradicional del Septeto se refrenda en la aceptación de los bailadores cubanos, jóvenes y adultos, que afluyen a lugares especializados y de difícil acceso en general si tenemos en cuenta la dualidad monetaria en el país.
En más de una ocasión, críticos del hip-hop, el reguetón y la timba han coincidido en que si las fuerzas que utilizan los medios oficiales en denostar de esos ritmos los utilizaran en bien, por lo menos, de otro género, las mismas autoridades culturales se sintieran agradecidas con el favor del público. No basta con hacerle la guerra al reguetón, alivia también que músicos con la sabrosura del Septeto Santiaguero recorran los mejores escenarios en Cuba, vean sus discos en manos de los nacionales e intercambien más con los bailadores.
La obra en cuestión viene al caso con la última diatriba gubernamental contra las letras más obscenas del reguetón pues si bien han sido mal vistas las prohibiciones impuestas, también dice mucho de cuanto se ha relegado la música tradicional en nuestro país, mucho más en lo que se denomina el interior del país.
Las listas de éxitos de varias partes del mundo han puesto a “Vamos pa’ la fiesta” entre sus preferencias y entre melómanos y bailadores aciertan a que la belleza de los temas, la armonía de sus composiciones y la naturalidad con que se desenvuelven sus músicos han puesto la nota para el éxito. Con el Septeto Santiaguero pasa algo curioso entre los cultores de la música tradicional cubana y es que sin dejar de mostrar esas fuentes de donde han bebido a raudales, dejan asomar siempre esa sonoridad contemporánea que necesita todo músico para no estancarse.
Los mismos tumbaos, los pases entre cuerda de tres y guitarra son el componente de los aplausos que están recogiendo ahora. Cuando se mezclan la voz líder y los coros acostumbrados del Septeto, entonces viene la magia: ni Feliciano ni José Alberto "El Canario" se quedan solos teniendo voces de respaldo como las de Fernando Dewar e Inocencio “Chencho” Heredia. En otras ocasiones (veinte años atrás) en la isla se hicieron producciones discográficas mixturadas entre músicos residentes en el país y glorias del son y la salsa como con Gilberto Santa Rosa o un grupo considerable de talentosos portorriqueños o venezolanos. Esta vez, la magnífica idea de mezclar esa constelación ha llegado a buen puerto.
El prestigioso blog Mundo Latino, de Francia, lo incluyó entre sus joyas del jazz y la salsa y eso se reafirma en la selección World Music, del influyente sitio About.com (propiedad de The New York Times Company). Otra decena más de publicaciones los incluyó entre sus preferencias, a tenor de la opinión de críticos y consumidores. En la isla, se ubicó el tema “Esa familia a mí no me conviene” en lo más alto de la escasa promoción televisiva.
La obra tradicional del Septeto se refrenda en la aceptación de los bailadores cubanos, jóvenes y adultos, que afluyen a lugares especializados y de difícil acceso en general si tenemos en cuenta la dualidad monetaria en el país.
En más de una ocasión, críticos del hip-hop, el reguetón y la timba han coincidido en que si las fuerzas que utilizan los medios oficiales en denostar de esos ritmos los utilizaran en bien, por lo menos, de otro género, las mismas autoridades culturales se sintieran agradecidas con el favor del público. No basta con hacerle la guerra al reguetón, alivia también que músicos con la sabrosura del Septeto Santiaguero recorran los mejores escenarios en Cuba, vean sus discos en manos de los nacionales e intercambien más con los bailadores.