El papa Francisco aseguró que “nadie debe ser repatriado a un país donde podría sufrir graves violaciones de derechos humanos o incluso a la muerte”, en un mensaje enviado al II Foro Mundial de Refugiados, celebrado en Ginebra.
El líder de la Iglesia Católica convocó “a crear comunidades dispuestas y abiertas a acoger e integrar a quienes llamen a sus puertas” e insistió en el “principio de repatriación segura y voluntaria de las personas obligadas a huir”, que “debe ser estrictamente respetado”.
Para ello, dijo, hay que aceptar que “ser refugiado no debe ser la mera concesión de un estatuto, sino el reconocimiento de una plena dignidad humana dada por Dios”, y “tener alimentos, acceso a la atención sanitaria y a la educación, y un trabajo digno”.
El mensaje, leído por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, agrega que el primer supuesto es que “todos deben ser libres de elegir si emigran o no”, así como “tener la oportunidad de vivir una vida digna en su propio país”.
Para el Papa, las respuestas “no han abordado adecuadamente estos desafíos emergentes y apremiantes”, en referencia a los “casi 114 millones de personas” que “se encuentran desplazadas por la fuerza, muchas de ellas internamente, debido a conflictos, violencia y persecución”.
En representación de Estados Unidos, Uzra Zeya, subsecretaria de Seguridad Civil, Democracia y Derechos Humanos del Departamento de Estado, indicó que el mundo se enfrenta “a niveles sin precedentes de desplazamientos”.
“Vivimos en un momento crucial, en el que las crisis se multiplican en todo el mundo. La desesperada situación en Gaza es un ejemplo de ello”, dijo.
Mientras tanto, el gobierno de España se comprometió “a mejorar los procedimientos de reconocimiento de protección internacional”, para “garantizar una mayor rapidez en la resolución de las solicitudes” de asilo.