“El derecho fundamental a la libertad religiosa o de creencia forma parte de los orígenes de tratados y convenciones de Derechos Humanos”, recordó la Organización de los Estados Americanos, OEA, en una Declaración de la Secretaría General del organismo regional sobre la promoción y protección de la Libertad de Religión o Creencia, publicada este lunes.
La OEA enfatizó que “garantizar la libertad religiosa o de creencia sigue siendo una responsabilidad fundamental de los Estados”, explicando que en marcos legales y políticas públicas, significa que es fundamental que los Estados “reconozcan la pluralidad de voces religiosas, de creencias y espirituales, que habiliten tratamientos y caminos de diálogo democrático, que den cuenta de la riqueza y diversidad del mundo de las creencias, y con ello, que impidan el privilegio o predominio de expresiones particulares e individuales sobre el resto.”
El organismo subrayó que la libertad religiosa o de creencia está estrechamente ligada con el principio de libertad e integridad humana en todas sus dimensiones. También está directamente relacionada con “el principio de pluralidad y diversidad”.
El derecho a la libertad religiosa o de creencia “se relaciona con la libertad de identificarse con una creencia particular, así como de cambiar de confesión, e incluso de no contar con ninguna afiliación religiosa particular”, resaltó el organismo regional más antiguo del mundo en esta Declaración.
El documento igualmente recuerda que “la resolución 'Refuerzo de la protección y promoción del derecho a la libertad de conciencia y religión o creencia', en el apartado XXV de la Resolución de Promoción y Protección de los Derechos Humanos de 2022, aprobada durante la 52 Asamblea General de la OEA, destaca la importancia de estos temas. Sin embargo, este documento también saca a la luz un conjunto de problemas acuciantes en nuestra región, enfatiza. La OEA destaca entre estos problemas a la persecución y discriminación de grupos religiosos y de creencias (también llamados miembros de grupos religiosos minoritarios), así como la presencia de actos de intolerancia y violencia en nombre de lo religioso”.
Por todo esto - continúa – “es fundamental comprender que la libertad religiosa o de creencia como derecho humano está, a su vez, vinculada con la defensa de los derechos de todas las personas y colectivos, en todas las áreas. Hablar de libertad religiosa o de creencia no sólo implica crear mecanismos para reconocer la existencia de grupos creyentes particulares, sino que también representa un derecho que tiene intrínseca relación con el respeto y la promoción de otras identidades, otras expresiones, otras libertades, otros derechos”.
En base a lo establecido en esta Declaración, la Secretaría General de la OEA hizo un llamado a sus países miembros a seguir estos cuatro puntos:
1. Instamos a los Estados miembros a priorizar el desarrollo de garantías -tanto legales como políticas- que den cuenta de la importancia de la libertad religiosa y de creencia como un principio de reconocimiento, visibilización y promoción de la pluralidad religiosa y de creencias como base democrática.
2. Hacemos un llamado para que los Estados promuevan espacios de encuentro y diálogo inclusivo que permitan conocer la pluralidad de expresiones religiosas y de creencias, con el objetivo de evitar la propagación de estereotipos discriminadores y acciones prejuiciosas contra miembros de grupos religiosos minoritarios.
3. Solicitamos la creación de instancias de diálogo e intercambio -entre Estados, especialistas, comunidades religiosas y de creencias, practicantes espirituales, sociedad civil y otras instancias multilaterales- para el desarrollo de estándares específicos de protección de grupos religiosos minoritarios, de prevención de la discriminación por motivos religiosos o de creencia, y de instrumentalización del discurso religioso para la vulneración de otros derechos y libertades.
4. Invitamos a Estados, organizaciones de sociedad civil, organizaciones basadas en fe y grupos religiosos y espirituales, a construir espacios de encuentro y reconocimiento mutuo -tanto a nivel nacional como multilateral-, que permita dar cuenta de la multiplicidad y riqueza de las interacciones entre las religiones y espiritualidades presentes en nuestras sociedades, desde su vasta e inabarcable riqueza de expresiones, manifestaciones y posicionamientos.