Las milicias urbanas, mayormente los colectivos, fueron la especial preocupación de Hugo Chávez, quien al llegar al poder las modernizó y las proveyó de todos los elementos necesarios para usarlas en caso de protestas del pueblo venezolano.
Fue así como el mandatario creó en poco tiempo nuevos colectivos, a los que le dio armas, tanquetas, motos, dinero y poder.
Lo irónico del asunto es que Chávez, debido a su enfermedad, gozó pocos años de esta enorme "guardia pretoriana", integrada por delincuentes dispuestos a matar, con o sin órdenes del Ejecutivo.
El que está realmente usufructuando de este ejército urbano es su sucesor, Nicolás Maduro, que según varias fuentes cercanas a Miraflores ha recibido en su despacho a los cabecillas de estas bandas.
En esas reuniones les ha girado instrucciones de "disparar a matar" contra los que toman parte en las protestas antigubernamentales.
Hoy los integrantes de los Colectivos viajan en motos, premunidos de modernos armamentos y con los rostros cubiertos. Entran en acción violentamente donde hay protestas, disparando con armas de fuego a mansalva, especialmente contra los jóvenes.
El gobernador de Miranda y líder de la oposición Henrique Capriles, alertó que tras una reunión de tenientes y capitanes de la Guardia nacional Bolivariana (GNB) con el alto mando militar -bajo la órden de Miraflores- se decidió usar a grupos irregulares armados para contener las manifestaciones y protestas.
Capriles explicó que de manera extraoficial, pudo conocer que el alto mando militar considera que la situación actual del país se encuentra en la segunda fase de contención, en la cual se dio la orden de usar a grupos de civiles armados conocidos comúnmente como “colectivos” para contener a la protestas opositoras.
Según Capriles, la GNB considera que esta segunda fase puede desembocar en guerra civil, como se le conoce a la tercera fase. Destacó que la orden es facilitar chalecos y armas a estos grupos irregulares, para que “hagan lo mejor que ellos saben hacer, que es desastres”, dijo el gobernador. Por otra parte, adelantó que dentro de la dirigencia militar se está organizando la “operación libro”, por la cual se están realizando una serie de compras militares, específicamente de minas antipersonas.
Las minas antipersonas, según el Comité Internacional de la Cruz Roja, son dispositivos explosivos pequeños que se colocan debajo o cerca del suelo. Detonan cuando la víctima, que puede ser cualquier persona adulta o infante, los pisa, los toma con la mano o se acerca a ellos. Estas pueden causar amputaciones, ceguera, heridas en abdomen, pecho y medula, así como la incrustación en los músculos de restos de tierra, fragmentos de plástico del revestimiento de la mina, trozos de zapatos y astillas de hueso.
A los temibles colectivos chavistas se les suman los grupos de Avispas Negras llegados de Cuba, camuflados perfectamente con uniformes militares, que disparan contra los que toman parte en las manifestaciones.
Tanto los Colectivos, como los Avispas Negras cubanos, los francotiradores y otros grupos paramilitares actuan con absoluta impunidad debido a que recibieron la misión de matar directamente de parte de Nicolás Maduro.
Los soldados están agotados de tratar de parar las protestas, que se dan a diario sin descanso desde hace más de un mes y medio contra el gobierno de Nicolás Maduro.
Los militares usan bombas lacrimógenas, cocteles Molotov y balas de goma contra piedras y bolsas de excremento con que se defienden los opositores. El duelo es bajo un sol inclemente y hay quejas que las autoridades no proveen a las tropas de lo más vital, como lo es comida, agua y pagos de sobretiempo.
Ana, un miembro de las unidades de choque del gobierno, quien pidió que no se mencionara su nombre por temor represalias, dice que es una de más de 100 mil jóvenes militares que se enfrentan diariamente a las protestas y advierte que todos están extenuados y desmoralizados.
Con los militares -y especialmente con la Guardia Nacional Bolivariana- visiblemente cansados de la lucha diaria, Nicolás Maduro sabe que ahora, más que nunca, depende de la violencia y muerte sembrada por los grupos armados paramilitares para mantenerse en el poder.