Casi todo el mundo ha visto la entrevista de Tucker Carlson a Vladimir Putin. Así, el periodista estadounidense proporcionó al sátrapa ruso una plataforma con un alcance impresionante, a la que antes la propaganda de Moscú solo podía acceder soñando.
Putin, por supuesto, aprovechó esto con gran efecto. Convirtió la entrevista en una conferencia sobre historia, con Polonia como villano. Putin mencionó a Polonia, por lo menos, 38 veces. Con más frecuencia -y, por supuesto, en un contexto igualmente negativo- hablaba de Ucrania.
Esta no es la primera vez que Putin toma un papel de falso historiador. En 2020, publicó un artículo sobre su visión de los orígenes de la Segunda Guerra Mundial en "The National Interest", la misma revista que publicó el famoso ensayo de Francis Fukuyama sobre el "fin de la historia", en 1989. Ahora, gracias a la entrevista de Carlson, este ataque masivo de la propaganda rusa contra Polonia ha adquirido un alcance mucho más amplio.
Lo característico de la entrevista es que no hubo reacción del periodista, que, al parecer, no llegó preparado para ella, a pesar de ser historiador de profesión, lo cual fue reprochado por Putin. Además, el periodista elogió al presidente ruso por su "conocimiento enciclopédico"; sin embargo, para nosotros, su clase de falsa historia no muestra ningún “conocimiento enciclopédico”, más bien contiene muchas falsedades que ponen a Polonia como responsable del estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Quizás este fragmento, donde Putin acusa a Polonia de provocar el estallido de la Segunda Guerra Mundial, resulta ser el más surrealista de la entrevista. Putin lo expresó de esta manera: "¿Por qué la guerra comenzó el 1 de septiembre de 1939, precisamente contra Polonia? Porque resultó que no cooperaba. Hitler no tuvo más remedio que implementar sus planes, empezando, específicamente, por Polonia".
Lo absurdo de este análisis es tan obvio que simplemente citarlo debería ser suficiente para que un lector, incluso con un conocimiento mínimo sobre el país de Adolf Hitler, pueda formar su propia opinión.
Tucker Carlson, sin embargo, no se atrevió a comentar nada al respecto, así que intentemos hacerlo nosotros, de manera que la gente de habla hispana pueda conocer mejor la difícil historia de Europa Centro-Oriental.
Destaquemos que estas "negociaciones" que, según Putin, Polonia rechazó, no debían referirse solo a la entrega de la Ciudad Libre de Gdańsk a Alemania, mencionada en la entrevista. Las demandas de Hitler fueron mucho más amplias y contenían un punto fundamental: la adhesión de Polonia al Pacto Anti-Comintern. Una decisión así significaría, de facto, la pérdida de la independencia en la política exterior, pero también, en consecuencia, un ataque a la Unión Soviética junto con el Tercer Reich. Es completamente paradójico que el líder de un país sucesor de la URSS le guarde rencor a Polonia por no querer "negociar" con Hitler la realización de tal ataque.
Añadamos que, en 1939, había un país que realmente quería negociar con Hitler. Putin ignoró cuidadosamente el papel de la Unión Soviética en el estallido de la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, el factor fundamental que condujo a ello fue el Pacto Molotov-Ribbentrop, concertado el 23 de agosto de 1939, apenas una semana antes de la agresión alemana.
Durante muchos años, la propaganda rusa (desafortunadamente con la ayuda de algunos historiadores occidentales) intentó presentarlo sólo como un pacto de no-agresión, pero se trataba de un documento extremadamente ofensivo, ya que contenía un protocolo secreto en el que el Tercer Reich y la URSS dividían los territorios de Europa Centro-Oriental: Polonia, Lituania, Letonia, Estonia, Finlandia y Rumanía. Según este acuerdo, la URSS se convirtió en un aliado de facto de la Alemania nazi y desempeñó este papel hasta el 22 de junio de 1941.
Cuando Alemania atacó Polonia, el 1 de septiembre de 1939, inmediatamente comenzó a exigir que Stalin implementara las disposiciones del pacto y atacara Polonia del Este. Los soviéticos lo hicieron dieciséis días después. Como resultado, en el mismo septiembre de 1939, los soldados soviéticos confraternizaron y desfilaron junto con la Wehrmacht en Brest Litovsk, lo que todos pueden comprobar en YouTube.
No es complicado entender que, el cuento de Putin sobre la pseudogénesis de la Segunda Guerra Mundial, es en realidad un mensaje dirigido al mundo actual, y el papel de Polonia de 1939 ahora está siendo representado por Ucrania. Este país fue el que rechazó la generosa oferta de "negociaciones" porque no quería renunciar a su "Gdańsk", que en este caso era Crimea y Donbass.
En 2022, aceptar los términos de la parte más fuerte significaría entrar en la esfera de influencia rusa y hacer que su política exterior dependa de Moscú, es decir, renunciar de facto a la independencia. Como pasó con Polonia, la propaganda rusa ahora culpa a Ucrania por el estallido de la guerra, porque "provocó" al agresor.
Polonia como un aliado de Hitler
"Entonces, antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando Polonia colaboró con Alemania, rechazó las demandas de Hitler, pero aun así participó con Hitler en la división de Checoslovaquia, pero como no abandonó el corredor de Danzig, los polacos fueron demasiado lejos, empujando a Hitler a atacarlos y a iniciar la Segunda Guerra Mundial contra ellos”, dijo el gobernante ruso.
También es absurdo acusar a Polonia de colaborar con Hitler. Putin citó, como prueba, el pacto de no agresión polaco-alemán de 1934; pero este, a diferencia del ya mencionado pacto Ribbentrop-Molotov de 1939, no contenía un protocolo secreto, y no estaba dirigido a ningún tercer país. Además, en 1932, Polonia concluyó un pacto de no-agresión similar, pero con los soviéticos. Por tanto, ¿no debería Putin acusar a Polonia de cooperar con la URSS?
Otro elemento completamente falso es la afirmación de que Polonia colaboró con Hitler contra Checoslovaquia. Polonia no participó en la conferencia de Munich, donde las potencias europeas obligaron a Praga a ceder parte de sus tierras a Alemania. Es cierto que, tras el anuncio de las decisiones de la conferencia, Polonia también presentó reclamaciones contra Checoslovaquia sobre un pequeño territorio llamado Zaolzie, de sólo 900 km2. Fue una especie de venganza contra los checos por la anexión de estas tierras durante el anterior ataque bolchevique a Polonia en 1920. Aunque este paso debería considerarse un gran error político, no se trataba de ninguna cooperación con el Tercer Reich. El caso se resolvió bilateralmente, entre Praga y Varsovia.
Un elemento permanente de la propaganda histórica rusa es también acusar a Polonia de no permitir el paso de las tropas soviéticas a través del territorio polaco para ayudar a Checoslovaquia. Putin no se olvidó de mencionarlo en su entrevista con Carlson. En este caso, la explicación también es muy sencilla, y no tiene relación alguna con una supuesta cooperación con los alemanes. Simplemente, si los soldados soviéticos entraran en territorio polaco bajo cualquier pretexto, no habría ninguna fuerza que pudiera obligarlos a salir. Así que, ningún gobierno polaco podría aceptar el paso de tropas rusas rumbo a Checoslovaquia, porque eso significaría entregar las tierras orientales de Polonia al agresor sin luchar.
Desde mi experiencia como profesor de historia, veo que esta explicación es obvia para casi todos los ciudadanos de Europa Centro-Oriental, pero no necesariamente para los estudiantes de países de habla hispana. Putin sabe que los únicos a los que se puede convencer son a los que no conocen bien la realidad del estado soviético.
Putin, portavoz de la propaganda nazi
Defender la política de Alemania en el pasado tampoco es nada nuevo para Putin. Ya en 2009, durante el 70º aniversario del estallido de la Segunda Guerra Mundial, expresó su opinión de que Alemania había sido humillada, después de la Primera Guerra Mundial, por el Tratado de Versalles, lo que llevó a la voluntad de venganza. El mensaje era claro: no satisfacer los apetitos de las grandes potencias, a expensas de los países más pequeños, termina en una guerra sangrienta; sin embargo, estos eran exactamente los mismos lemas en los que Hitler basó su política exterior.
Otra cosa característica es que, durante la entrevista, Putin utilizó terminología de propaganda nazi. Un ejemplo de ello es la frase: "corredor polaco". Este término fue producto de la propaganda alemana del período de entreguerras y no hay ningún argumento para usarlo actualmente. El ministro polaco de Asuntos Exteriores, Józef Beck, ya habló de ello en mayo de 1939, pidiendo un uso neutral del término geográfico: Pomerania. El término "corredor" sugiere algo temporal y artificial (sabemos perfectamente que las afirmaciones sobre un "estado artificial" en relación con Ucrania son el argumento favorito de Putin), y el carácter polaco de Pomerania en el período de entreguerras no fue objeto de ninguna discusión: los polacos formaban parte de aproximadamente 90% de la población allá. Lamentablemente, es cierto que este término aparece en muchos libros de texto de historia, tanto en países de habla inglesa como hispana, pero esto no cambia el hecho de que no hay ningún argumento para seguir usando la terminología inventada por la propaganda del estado totalitario.
Oferta a Alemania
Por último, cabe señalar que el intento de culpar a Polonia, en lugar de a Hitler, es un claro guiño a Alemania. Dado que Putin dedicó su energía y su limitado tiempo durante la entrevista a desviar la responsabilidad de Alemania de lo que, sin duda, es la página más oscura de su historia: el estallido de la Segunda Guerra Mundial, todo parece indicar que está aún más dispuesto a defender la idea de cooperación con Berlín en otras áreas.
Tampoco fue casualidad cuando dijo que los actuales territorios occidentales de Polonia pertenecían a Alemania antes de 1945, y que Polonia los controló solo durante un período relativamente corto de su historia. En esta clase de falsa historia de Putin, el Tercer Reich no salió muy mal y, ciertamente, mucho mejor que Polonia, Ucrania o Estados Unidos.
Alemania era un socio económico fundamental de Rusia antes de la agresión del 24 de febrero de 2022. Un símbolo de esta cooperación es el proyecto conjunto del gasoducto NordStream, que conecta ambos países por el fondo del Mar Báltico. Fue construido a pesar de la fuerte oposición de Ucrania, Polonia y otros países de Europa Centro-Oriental, porque los aisló y los expuso al chantaje ruso al cortarles el suministro de gas.
Durante muchos años, Alemania excluía la posibilidad de que Ucrania sea miembro de la UE y de la OTAN, y jugaba con Rusia para debilitar la influencia estadounidense en Europa. El 24 de febrero de 2022, cuando el embajador de Kyiv en Berlín, Andriy Melnyk, pidió apoyo militar para Ucrania, el gobierno alemán le dijo que no tenía sentido ayudarla porque el enemigo la tomaría en 3 días.
Por lo tanto, Putin tiene motivos para creer que, a pesar de la retórica oficialmente antirrusa, el gobierno de Scholz podrá volver a business as usual. De hecho, hace poco, el jefe de la Conferencia de Seguridad de Munich, Christoph Heusgen, propuso construir la paz sobre la base de la implementación de los acuerdos de Minsk de 2015, que son muy desfavorables para Ucrania y, de facto, permiten que Rusia ejerza control sobre ella.
En la visión de Putin, todo está patas arriba. Las víctimas – como en las historias de degenerados violadores – se vuelven cómplices, acusadas de "provocar"; los agresores – y los Estados totalitarios más crueles de la historia – se convierten en aquellos a quienes hay que escuchar, "negociar", "no humillar". Y en el fondo se encuentra una oferta dirigida a los más fuertes, la misma que Putin repetía desde la llegada al poder: Creemos un concierto de grandes potencias, volvamos a las conversaciones sobre las esferas de influencia. El precio lo pagarán siempre los países pequeños, como Polonia, en la Segunda Guerra Mundial, o Ucrania, ahora.