El pasaporte falso de Despaigne, o la culpa del totí

Despaigne al bate

Internet está inundado de opiniones al respecto del fraude. Lo más acertado apunta a la siguiente disyuntiva, o los funcionarios cubanos fueron cómplices del engaño, o mostraron un supino desconocimiento de las disposiciones del béisbol de EE. UU.
Alfredo Despaigne, el recio bateador del equipo de Granma y de la selección nacional de Cuba, regresó este lunes a La Habana: fue separado de la liga profesional mexicana por una irregularidad en sus documentos de identificación.

Veamos cómo había explicado el más ortodoxo de los periódicos de la Isla (también nombrado Granma) los avatares del caso destapado la semana anterior:

“No hay que darle más vueltas a la noria, ni enredarse en la madeja de especulaciones, lo que ha ocurrido en la Liga Mexicana de Béisbol (LMB) con Alfredo Despaigne y el pasaporte falso con el que se dice fue inscrito en esa entidad por el equipo Piratas de Campeche, en el cual milita en la presente temporada, nos lleva a una sola lectura: el pelotero cubano para jugar béisbol fuera de su país está obligado a renunciar a este”.

Quien salga a flote en la lectura de tan intrincado párrafo llegaría a la conclusión de que el presunto timo --un documento apócrifo que avala a Despaigne como residente en República Dominicana-- no es un hecho de gravedad, sino la loable alternativa para que los jugadores cubanos se incorporen al profesionalismo.

Internet está inundado de opiniones al respecto del fraude. Lo más acertado apunta a la siguiente disyuntiva, o los funcionarios cubanos fueron cómplices del engaño, o mostraron un supino desconocimiento de las disposiciones del béisbol de EE. UU.

Como apéndice de Major League Baseball, la pelota organizada del Caribe debe acatar las leyes del embargo sobre Cuba. O del bloqueo, como prefiere llamarle el gobierno en la Isla.

Y de eso deben estar bien empapados los federativos criollos, que antes esperaron por los permisos para que su país compitiera en los Clásicos Mundiales, o más recientemente lo hicieron paras regresar a la Serie del Caribe.

No todos andan despistados en el verde caimán ni recurren a la retórica antimperialista. Un exdirigente político en la provincia de Granma, y exintegrante de la nomenclatura del béisbol de la nación, ha soltado la lengua, atrincherado en la tranquilidad de su jubilación.

Se trata de Pedro García Lupiáñez quien declaró a la prensa regional lo siguiente:
“La primera gran pregunta que yo me hago es que ¿cómo es posible que el mejor pelotero cubano a la ofensiva en el campeonato cubano en los últimos cinco años, vaya para México, una pelota que la hemos visto por televisión, que para mí no tiene el nivel que Despaigne?” (sic).

Y agregó Lupiáñez:
“… ¿cómo es posible que aparezca un pasaporte falso? Yo estoy convencido que Despaigne, porque conozco a Despaigne, es incapaz de hacer eso. A él lo manipularon y me da la impresión de que Cuba tiene su responsabilidad, Cuba no, la Comisión de Béisbol y Cubadeportes, porque no llegó hasta el final respecto a lo que había que hacer con el compañero Despaigne”. (sic)

Mientras redacto estas líneas, en medio de la ventosa noche de Miami, paseo la mirada desde mi laptop hasta la pantalla de televisión, allí donde --aparece el juego Reds-Nationals-- se reflejan nuevos disparos de Aroldis Chapman por sobre las 100 millas de velocidad.

Pienso, además, en el impetuoso debut de José Abreu con White Sox, en el paso de Yoenis Céspedes con Oakland, y en otro bautizo halagador, el de Frederich Cepeda en la liga japonesa.

Con tanto talento, desatado poco a poco, es hora de que desaparezca de una buena vez el bloqueo verdadero, el que -- con la llegada de un partido y un gobierno únicos-- maniató hace 55 años al béisbol cubano.

Para que seres como Alfredo Despaigne no sigan pagando las culpas del totí.