En las manifestaciones que se están realizando fuera de Venezuela, con la presencia de muchos venezolanos que han emigrado del país, se escuchan de forma insistente lemas y gritos con referencias cubanas.
Entre uno de los fenómenos más preocupantes de los que se están desarrollado en los últimos meses, y que ha dejado traslucir todavía con más vigor la caótica situación en Venezuela, es cierto malestar entre algunos venezolanos por la presencia de cubanos en su propio país, dado que, de acuerdo con algunas fuentes, han tomado el control o están teniendo mucha influencia en algunas esferas de interés nacional, como es el de la Seguridad, lo que supone un ataque a su soberanía con la influencia en asuntos internos del país por parte de un gobierno externo, no elegido por los venezolanos.
Poco a poco, sea o no cierta la información que al respecto circula sobre esta infiltración silenciosa del castrismo en las estructuras de poder de Venezuela, estos datos sirven para alimentar cada vez más un creciente rechazo hacia los cubanos en general, lo que puede llegar en alguna ocasión a considerarse un sentimiento de xenofobia.
Podemos suponer que la mayoría de venezolanos no albergan opinión negativa sobre los cubanos y que saben distinguir muy bien entre los funcionarios de un régimen totalitario y los ciudadanos que soportan a ese régimen. Pero sí es cierto que en las manifestaciones que se están realizando fuera de Venezuela, con la presencia de muchos venezolanos que han emigrado del país, se escuchan de forma insistente lemas y gritos con referencias cubanas. Paradójicamente ese “Yankees Go Home”, que han vociferado muchos movimientos favorables a la Revolución cubana a lo largo del último medio siglo, se transforma ahora en un “Cubanos Go Home”, como tituló su editorial hace unas semanas el periódico venezolano El Nacional, haciendo referencia a la presencia de funcionarios castristas en Venezuela.
Sin lugar a dudas en la concentraciones de venezolanos las referencias cubanas son una constante, contra la dictadura y contra la presencia de sus funcionarios en el país. En Barcelona una mujer me comentó muy enfurecida y con visibles muestras de desprecio en su rostro durante una manifestación contra Nicolás Maduro que “los cubanos” habían tomado el control de puestos clave en el país y que su presencia no hacía falta dado que en Venezuela “hay suficientes venezolanos” para ocupar esas mismas posiciones.
De esta forma, pues, parece que está creciendo esa percepción de usurpación que es lo que han conseguido tantos años de relaciones entre los gobiernos castrista y chavista, un matrimonio de conveniencia con el que se ha intercambiado petróleo por marca ideológica. Los castristas han tomado el petróleo y a los chavistas se les ha transferido legitimidad “revolucionaria”. La cuartada de ambos gobiernos, que ampara la limitación de derechos fundamentales, es que ellos representan el gobierno del pueblo y de los pobres. Esta es la excusa que hay que mantener para seguir con sus negocios.
Antes del estallido de la actual ola de protestas, ambos gobiernos volvieron a firmar un paquete de 56 convenios que suponen inversiones conjuntas en diversas áreas para este 2014, estimadas por un valor de 1.259 millones de dólares. Durante las protestas, además, se ha extendido el rumor de que fuerzas especiales del gobierno cubano, las Avispas Negras, han aterrizado en territorio venezolano para operaciones de inteligencia; también que los cubanos estarían detrás de las estrategias represivas en las calles venezolanas y en el ciberespacio. Resulta evidente que para el gobierno cubano el mantenimiento del sistema venezolano es crucial para que pueda seguir apuntalando su maltrecha economía y continuar con el leve programa de reformas económicas, que alimentan al pueblo cubano con algunas esperanzas y muchas decepciones también.
Uno de los problemas que tienen los cubanos es que la figura de Nicolás Maduro y su liderazgo al frente de Venezuela es contínuamente cuestionada internacionalmente. En los medios occidentales se extiende la idea de que Maduro no sabe manejar la crisis actual y que su modelo ha sido, contrario al de Hugo Chávez, más orientado hacia medidas de represión, mucho más que las que aplicaba su predecesor.
Al mismo tiempo, va creciendo esa sensación de que Venezuela es casi una sucursal cubana en el sur y que lo que pase en ese país depende mucho más de las orientaciones que se den en La Habana más que de lo que puedan decidir los representantes del pueblo venezolano. Con todo ello no es fácil adivinar que va a seguir creciendo el rechazo hacia los cubanos en Venezuela y ello significará, probablemente, que los prejuicios se instalen sobre cubanos corrientes que no tienen nada que ver con lo que hace su gobierno.
Poco a poco, sea o no cierta la información que al respecto circula sobre esta infiltración silenciosa del castrismo en las estructuras de poder de Venezuela, estos datos sirven para alimentar cada vez más un creciente rechazo hacia los cubanos en general, lo que puede llegar en alguna ocasión a considerarse un sentimiento de xenofobia.
Podemos suponer que la mayoría de venezolanos no albergan opinión negativa sobre los cubanos y que saben distinguir muy bien entre los funcionarios de un régimen totalitario y los ciudadanos que soportan a ese régimen. Pero sí es cierto que en las manifestaciones que se están realizando fuera de Venezuela, con la presencia de muchos venezolanos que han emigrado del país, se escuchan de forma insistente lemas y gritos con referencias cubanas. Paradójicamente ese “Yankees Go Home”, que han vociferado muchos movimientos favorables a la Revolución cubana a lo largo del último medio siglo, se transforma ahora en un “Cubanos Go Home”, como tituló su editorial hace unas semanas el periódico venezolano El Nacional, haciendo referencia a la presencia de funcionarios castristas en Venezuela.
Sin lugar a dudas en la concentraciones de venezolanos las referencias cubanas son una constante, contra la dictadura y contra la presencia de sus funcionarios en el país. En Barcelona una mujer me comentó muy enfurecida y con visibles muestras de desprecio en su rostro durante una manifestación contra Nicolás Maduro que “los cubanos” habían tomado el control de puestos clave en el país y que su presencia no hacía falta dado que en Venezuela “hay suficientes venezolanos” para ocupar esas mismas posiciones.
De esta forma, pues, parece que está creciendo esa percepción de usurpación que es lo que han conseguido tantos años de relaciones entre los gobiernos castrista y chavista, un matrimonio de conveniencia con el que se ha intercambiado petróleo por marca ideológica. Los castristas han tomado el petróleo y a los chavistas se les ha transferido legitimidad “revolucionaria”. La cuartada de ambos gobiernos, que ampara la limitación de derechos fundamentales, es que ellos representan el gobierno del pueblo y de los pobres. Esta es la excusa que hay que mantener para seguir con sus negocios.
Antes del estallido de la actual ola de protestas, ambos gobiernos volvieron a firmar un paquete de 56 convenios que suponen inversiones conjuntas en diversas áreas para este 2014, estimadas por un valor de 1.259 millones de dólares. Durante las protestas, además, se ha extendido el rumor de que fuerzas especiales del gobierno cubano, las Avispas Negras, han aterrizado en territorio venezolano para operaciones de inteligencia; también que los cubanos estarían detrás de las estrategias represivas en las calles venezolanas y en el ciberespacio. Resulta evidente que para el gobierno cubano el mantenimiento del sistema venezolano es crucial para que pueda seguir apuntalando su maltrecha economía y continuar con el leve programa de reformas económicas, que alimentan al pueblo cubano con algunas esperanzas y muchas decepciones también.
Uno de los problemas que tienen los cubanos es que la figura de Nicolás Maduro y su liderazgo al frente de Venezuela es contínuamente cuestionada internacionalmente. En los medios occidentales se extiende la idea de que Maduro no sabe manejar la crisis actual y que su modelo ha sido, contrario al de Hugo Chávez, más orientado hacia medidas de represión, mucho más que las que aplicaba su predecesor.
Al mismo tiempo, va creciendo esa sensación de que Venezuela es casi una sucursal cubana en el sur y que lo que pase en ese país depende mucho más de las orientaciones que se den en La Habana más que de lo que puedan decidir los representantes del pueblo venezolano. Con todo ello no es fácil adivinar que va a seguir creciendo el rechazo hacia los cubanos en Venezuela y ello significará, probablemente, que los prejuicios se instalen sobre cubanos corrientes que no tienen nada que ver con lo que hace su gobierno.