Trapicheo de piezas de autos de Moscú a La Habana llega a portada del Wall Street Journal

La mayor parte del parque automotor privado en Cuba lo integran almendrones americanos de los años 50 y los Lada, Moskóvich, Volga y Niva heredados de la difunta URSS

El prestigioso diario dedicó un reportaje al lucrativo negocio de comprar piezas de autos soviéticos en Rusia por encargo, llevándolas a Cuba como equipaje de "mulas" reclutados con ese fin. Un ex guía de "mulas" cubanos en Moscú habló con Martí Noticias

Viajan 13 horas, duermen apiñados en apartamentos de emigrados y piden prestados abrigos y botas para hurgar y regatear bajo un frío que pela en los rastros de piezas usadas de la capital rusa. Pero saque la cuenta: según un reportaje del Wall Street Journal un Lada de la era soviética en buenas condiciones se vende en la isla por $14.000, una fortuna para los estándares isleños.

Es un negocio facilitado por la reforma migratoria de 2013 y la autorización para la compraventa de autos en Cuba, así como la exención de visa que concede Rusia a los cubanos. Pero también por las crecientes remesas familiares (unos $ 3.350 millones en 2015), y los mayores ingresos de los trabajadores privados, que les permiten gastar miles de dólares en los rastros de piezas usadas de automotores de Moscú para comprarlas a granel.

Propietarios de estos pulgueros moscovitas de partes oxidadas de autos, tractores y otros vehículos, muchos de la era soviética, dijeron al diario estadounidense The Wall Street Journal que los cubanos que viajan desde la isla representan hoy el 40% de los ingresos en el mercado al aire libre de Yuznii Port, en el sur de Moscú.

Se sabía que las llamadas “mulas” cubanas, que abastecen al pequeño, pero pujante sector privado, viajaban a Ecuador, Panamá, México, Miami y más recientemente a Guyana para comprar insumos y otras mercancías. Pero en el negocio de los autos, la mayor parte del parque automotor privado en Cuba lo integran "almendrones" americanos de los años 50 y los Lada, Moskóvich, Volga y Niva heredados de la difunta URSS. Las únicas fuentes de repuestos son el canibalismo de otros autos, o mandarlos a buscar a Moscú.

Cada grupo de “mulas” gasta, según los comerciantes locales, entre $3,000 y $7,000. Su ganancia ─o su comisión: la mayor parte de las veces compran con dinero ajeno─se puede inferir del relativamente elevado precio de estos vehículos en la isla: si en Moscú un Moskvich de 1980 (“Moskóvich” le llaman los cubanos) puede costar unos $500, en Cuba, según dijeron al Journal taxistas isleños, pueden pedir hasta $14.000 por uno en buenas condiciones.

No sólo se compran piezas de autos, El Journal señala que de la población de Rodas, en la provincia de Cienfuegos, mandan una vez al año a una persona para adquirir piezas de tractor.

"Los cubanos están inundando Moscú sin hablar una palabra de ruso, sólo para abastecerse", dijo al WSJ Ricardo Trieto, un ingeniero cubano educado en Rusia que traduce y a veces regatea para sus compatriotas en los pulgueros moscovitas. "Es muy rentable: lo que compran aquí lo pueden vender por mucho más allá", asegura.

Como Trieto hay muchos más, ex estudiantes cubanos de ingeniería o ciencias en la URSS que no se resignaron a ganar menos que un maletero o un botones de hotel en su país después de la debacle de los 90. Si las ciencias o la ingeniería ahora no les sirven, al menos los dos idiomas sí.

Son parte de una creciente colonia cubana en Moscú cuyos miembros también sobreviven dando clases de salsa o de español.

Dinero para comprar... y para sobornar

Uno de estos cubanos que permaneció por dos años prestando servicios de guía para mulas de la isla en Moscú, fue entrevistado por nuestros colegas Cary Roque y Tomás Cardoso para el programa Cuba al Día de Radio Martí.

Salgado recibía a los compradores, en grupos de 10 ó 12, en el aeropuerto de Sheremetievo. De ahí los llevaba a casas que otros cubanos residentes en Moscú alquilan a los rusos; luego los conducía al banco para cambiar dólares por rublos y finalmente a los pulgueros de piezas,

Juan E. Salgado explicó que en la mayoría de los casos las mulas son reclutadas por el dueño del negocio, que les paga de acuerdo con la solvencia económica de la zona donde residen (200 CUC por cabeza enlos polos turísticos de La Habana, Varadero o Trinidad). Cada uno puede llevar 135 kilos de equipaje, pero también pueden enviar una parte de las piezas adquiridas como carga. Nunca viajan más de una vez al año.

Expuso Salgado que el dueño, quien siempre viaja con sus “mulas”, tiene la lista de encargos, principalmente piezas de autos, camiones y tractores soviéticos, aunque también implementos y equipos eléctricos de trabajo como plantas de soldar, limas, pulidoras, que les piden pequeños agricultores y miembros de las nuevas cooperativas no agropecuarias. Estos artículos, si acaso los venden en las tiendas estatales recaudadoras de divisas de Cuba, cuestan mucho más caros, dijo.

Resaltó el ex guía de "mulas" cubanos que además del dinero para las compras es necesario tener una reserva para pagar sobornos, entre otros, a los jefes de sector de la policía rusa que controlan quién vive en cada comunidad, pues después de siete días en un lugar se requiere registrarse; y también por si se presenta algún problema con la aduana en el aeropuerto.

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Juan Salgado cuenta sus experiencias en Rusia como guía de "mulas" cubanos

Hallan a cubano electrocutado

El cuerpo sin vida de un ciudadano de Cuba fue encontrado en un patio de trenes del norte de Moscú, informó el servicio de prensa de la Dirección de Investigaciones del Transporte de la capital rusa, citado el jueves por la publicación digital Sputnik.

"En el techo de una locomotora aislada en la zona de estacionamiento de Moselmash (…) fue encontrado un cuerpo de un ciudadano de Cuba nacido en 1988, que llegó a la capital el 30 de mayo", precisa el comunicado sin identificar al occiso.

Agrega un dato intrigante: durante la autopsia se descubrieron en el cadáver huellas de trauma eléctrico.

Un representante de la embajada de Cuba en Moscú dijo a Sputnik que esa sede diplomática no tiene ninguna información sobre el incidente.

[Redactado por Rolando Cartaya a partir de un reportaje de The Wall Street Journal]