Política Cultural del Estado cubano manifiesta rotundo irrespeto por los realizadores, denuncia ODC

Artistas cubanos frente al Ministerio de Cultura en una protesta el 27 de noviembre de 2020. YAMIL LAGE / AFP

El Observatorio de Derechos Culturales (ODC) condenó la censura de las autoridades cubanas contra los cineastas y los filmes que les resulten incómodos.

La organización se refirió a la prohibición de exhibir, en el Festival Internacional de Cine de La Habana, las producciones “Llamadas desde Moscú”, de Luis Alejandro Yero, y “La Habana de Fito”, de Juan Pin Vilar.

“Fueron apartadas del concurso y de otras secciones sin mediar explicación a sus realizadores. Estas obras mostrarían una narrativa alternativa incómoda para el poder político”, afirmó la institución independiente en un hilo de X.

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El director de “Llamadas desde Moscú” escribió en su cuenta de Instagram: “Estábamos al tanto de que nuestro filme, y varios más, se encontraban a la espera de la última palabra, el último y definitivo dictamen de esos misteriosos y siempre presentes censores. ¿Quiénes son? ¿El Ministerio de Cultura? ¿El Departamento Ideológico del Partido Comunista? ¿La Seguridad del Estado?”.

El viceministro de cultura cubano, Fernando Rojas, defendió públicamente la reiterada censura de las instituciones culturales a los cineastas independientes. El funcionario aclaró en la red social X que nunca llegaría a las pantallas de los cines de la isla un “ataque a la Revolución”.

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Yero agregó que está consciente de que su película fue censurada por su denuncia del colapso y la falta de moralidad del gobierno que apoya la invasión de Putin a Ucrania y que ha llevado a la ruina a un país entero.

En este sentido, el Observatorio de Derechos Culturales señala que “este ‘modus operandi’ es conocido. Existe un fuerte escrutinio de las obras en el Comité de Selección del festival de cine de La Habana, que mutila su curaduría”.

Al mismo tiempo, lamenta que los cineastas son informados de su eliminación “en el último momento y sin mayores aclaraciones”.

El Observatorio precisa que esta no es la primera vez que las autoridades culturales recurren a la supresión de un filme, sino que “es un sostenido ejercicio de violencia institucional” e ilustra su afirmación con otras víctimas de la censura como los directores Fausto Canel, Miguel Coyula y Carlos Díaz Lechuga.

Asimismo, denuncia que el Ministerio de Cultura, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y el ICAIC descalificaron al Festival de Cine INSTAR organizado por la artista Tania Bruguera.

El órgano oficial del Ministerio de Cultura (MINCULT), La Jiribilla, acusó a INSTAR de ser un proyecto subversivo que exalta el terrorismo contra Cuba.

Por su parte, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) aseguró que INSTAR busca divulgar “producciones audiovisuales que pretenden reescribir la historia y falsear las realidades de una nación”.

Al respecto, la entidad de defensa de los derechos culturales de los cubanos recalca que “tanto la coacción y la censura como la narrativa de trinchera y revictimización, violentan y asesinan la reputación de numerosos creadores audiovisuales cubanos, formados, premiados y con carrera probada en la Isla”.

Igualmente, alerta sobre la censura sostenida y la “toma de decisiones veladas y violatorias de los derechos culturales, de información, reunión, creación y exhibición de los realizadores cubanos”.

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También critica que “si el cine es una herramienta de cambio social, el régimen cubano opera a destiempo clausurando sus voces plurales”.

El Observatorio de Derechos Culturales destaca que la Política Cultural del Estado cubano manifiesta un rotundo irrespeto por los realizadores audiovisuales y advierte que todas esas violaciones "impactan en los creadores, los receptores culturales, y el devenir mismo de la cultura nacional".

Por todo lo anterior, “aboga por alejar la creación cinematográfica de militancias disfuncionales ante una audiencia que merece conocer nuevos lenguajes, lecturas y perspectivas”.

“La larga data de cultura moralizante promovida por Cuba en la región exporta sesgos que perpetúan el apartheid político, el culto a la personalidad, la movilización de masas bajo presupuestos totalizantes y, en suma, la violación de derechos humanos”, concluye.